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UE, juicio a Consumidores y empresas que reaccionan como es debido frente a la crisis

¿Se puede hablar de una unión política, la UE, y una comunidad de países embarcados en un mismo proyecto cuando los más ricos y poderosos se financian –y, con él, sus empresas- a menos del 1% mientras los países – y sus empresas- más acuciados por esta crisis salvaje, de origen sobre todo financiero, sufren horrores y se ven obligados a maltratar a sus ciudadanos para conseguir dinero en el mercado a un precio siete veces superior? No, no exagero en absoluto: España ha colocado hoy, jueves 19 de julio, algo más de 1.000 millones de euros en bonos con vencimiento a cinco años al 6,45% de interés, mientras que Francia ha vendido 4.500 millones al mismo plazo con un interés del 0,86%. Por su parte, el jefe de todo esto, Alemania, consigue financiación aún más barata, a casi el 0%. Menuda familia bien avenida constituimos los miembros de la UE, unos a punto de quebrar y los otros resistiéndose a socorrer al necesitado porque quizá (que tampoco es seguro: nosotros somos cliente principal de la industria germana y francesa) podrían peligrar unos privilegios y una zona de confort que no hacen sino crecer con la crisis que a otros nos está matando. Ya se sabe, nada pone tan en riesgo el entendimiento entre personas como el dinerito; si, eso tan vulgar, egoísta y frío que acaba desvelando lo peor del ser humano.

El juicio:

Los pasados miércoles y jueves tuvieron lugar en los Juzgados de Bilbao las dos sesiones del juicio contra “Consumidores†–programa de ETB-2 en que trabajé hasta hace menos de medio año-; bueno, en realidad, contra sus máximos responsables, uno de ellos quien suscribe. El juicio versaba sobre la demanda interpuesta por el Colegio de Ópticos por el contenido de un programa emitido en mayo del pasado año que consistía en los resultados de una prueba práctica en la que visitamos un buen número de establecimientos de óptica de Bilbao y Donosti. La investigación, y por consiguiente, el programa, dejó muy bien parados a unos establecimientos y bastante mal a otros (los que recomendaron comprar gafas a una cliente ficticia que ni las había llevado nunca ni las necesitaba), como ocurre siempre en un comparativo realizado con enfoque consumidor, como este. Nos demandó el colegio de ópticos por intromisión al honor y por denostar su imagen pública, por lo que exigían las pertinentes indemnización y rectificación. Fue un tema que nos dio muchos dolores de cabeza en su momento y que defendimos como trabajo bien hecho, por lo que entendíamos que no cabía rectificación alguna; pero, pese a todas las explicaciones que hicimos llegar al Colegio de Ópticos y que en su momento se publicaron en el blog del programa, siguieron adelante con la reclamación, y nos llevaron a juicio. No se ha dictado aún la sentencia, pero espero daros buenas noticias al respecto, y en breve.

Nos encontramos en una coyuntura crítica, y ya no solo económica sino también social y política:

se ha convocado hoy en Euskadi una huelga general para setiembre. Y, estando como está el equipo dirigente de la cosa nacional y autonómica, concentrado, tembloroso y absorto en lo urgente, la cirugía al gasto público realizada no solo tarde y con el organismo casi gangrenado por completo, sino sin apenas anestesia, pues apenas quedan tiempo ni fuerzas para lo importante: implantar medidas que estimulen el crecimiento y promuevan cambios eficaces en el modelo productivo del país. Padecemos -como país, si no como sociedad- una enfermedad crónica, que necesita, efectivamente, una cirugía de urgencia, pero también tratamientos de recuperación posterior. Y estos últimos no los vemos por ningún lado. Sufrimiento y desesperanza para años, eso es lo que hay. Cuesta horrores en este escenario deprimente, y antesala de dramas aún de mayor calado, rescatar (con lo bonito que es este verbo, qué mal suena últimamente; lo mismo que las primas, con las sugerentes ensoñaciones que siempre nos han producido , sobre todo las que entrañaban riesgo) algo positivo para traerlo a este blog, pero no vamos a rendirnos y aquí seguiremos, erre que erre, aferrándonos al –poco- optimismo que nos queda y prefiriendo, siempre, ver lo que queda lleno del vaso, por insignificante que sea la cantidad y por turbio que se encuentre el líquido que contiene. Sin ir más lejos, hay empresas que ante la crisis reaccionan como cabe esperar, haciéndose más competitivas y reduciendo precios. Air Europa, por ejemplo, no aplicará la subida de las tasas aéreas a los billetes adquiridos con anterioridad a su entrada en vigor, el 1 de julio, aunque podría prefectamente hacerlo, porque para la compañía representan un sobrecoste con el que habrá de cargar. Otro caso: la cadena de tiendas de ropa Kiabi (con 59 establecimientos en nuestro país) ha anunciado que bajará sus precios de venta al público un 20% a pesar de la subida del IVA impuesta por el Gobierno. Dice Kiabi que traslada a sus clientes la bajada de costes de las materias primas, en especial el algodón, y que el descenso de precios lo han logrado también por el compromiso y esfuerzo de sus empleados, orientado hacia la eficiencia. Recordemos que El Corte Inglés adoptó una iniciativa similar en sus supermercados. Ahí tenemos un efecto positivo de esta crisis, y un corolario: debe mejorar, rápidamente y de modo notable, la eficiencia y competitividad de las empresas, que han de ser capaces de ofrecer a sus clientes el mismo o similar producto que antes pero más barato. Porque todos tenemos menos dinero para gastar, y porque queda mucho, en casi todas las empresas, por mejorar en eficienciay productividad. Al final, quedarán las que antes, más y mejor reaccionaron, las que supieron eliminar gastos innecesarios y las que más pensaron en sus clientes. Lamentablemente, algunas sufrirán e incluso se verán abocadas al cierre, al igual que muchos de nosotros nos fuimos al paro o acabaremos sufriéndolo. Será triste y doloroso, y generará sufrimiento, pero confío en que las empresas que sobrevivan lo hagan porque fueron mejores y supieron comprender mejor esta crisis -y sus exigencias de cambio en profundidad- que sus competidoras.

¿Sigue quedándonos humor para la música?

Claro que sí. La del estadounidense BON IVER, que viene este domingo a Bilbao, al Palacio Euskalduna. Lo vemos en este video haciendo en solitario y en acústico “Flume“, un melancólico tema de su gran primer disco, escuchado a fondo en 2.008 y posteriores, je. En directo BON IVER (lo vi hace ahora cuatro años, en Barcelona, en un impecable set) suena mucho más fuerte, casi contundente, con banda y toda la pesca, pero así, en plan intimista también convence; a mí, al menos.