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Consumidores: ¿sumisos ante la Banca?

En una coyuntura invadida por las malas noticias que, con una insistencia digna de mejor motivo, nos trae la crisis económica, llega el 15 de marzo, Día Mundial del Consumidor. ¿Las noticias de consumo que han marcado estos últimos días? Os cuento: ampliación de horarios nocturnos en la hostelería vasca, agria polémica por la gestión de las basuras en Gipuzkoa, disputa no menos amarga por el permiso (que no obligación) de apertura en festivos -establecidos por la ley y concretados por el ayuntamiento- en los comercios bilbaínos; los precios de los carburantes en máximos históricos y subiendo obscenamente; el miedo a los recortes en servicios básicos como sanidad y educación como consecuencia de la necesidad de reducir el déficit público, la aceleración -todavía insuficiente: nadie compra, más claro, agua- de la caída del precio de la vivienda tras casi cuatro años de abaratamiento, la segunda subida del año de la tarifa eléctrica (será ya en abril, y se habla de ¡un 17%!) y, una agradable noticia más, los españoles tienen diez veces más mercurio en el cuerpo que los alemanes, debido al saludable hábito de comer pescado (marino). Vaya panorama tenemos delante… todo un cuadro pero impresionante, que no impresionista. Y en estas andábamos cuando las asociaciones del ramo presentan, en el día mundial del consumidor, diversas iniciativas que coinciden en denunciar la posición de dominio de la banca frente a los usuarios. Las asociaciones de consumidores han cargado contra “la impunidad de los bancos”, a quienes culpan de buena parte de la crisis y han exigido más competencia en este sector, una competencia que consideran “más necesaria que nunca” debido a la concentración de bancos y cajas como consecuencia de la crisis. (Inciso: uno de estos días escribiré sobre el tema de la competencia, al que no se le da la importancia que merece. Incluso, a veces, cuando sale a colación, se hace mucha demagogia, falsamente progresista, contra la competencia –“salvaje”, se llega a decir-, que es uno de los elementos más esenciales en el progreso económico en esta sociedad de mercado que tenemos, y, sepámoslo todos, del todo positivo y conveniente para los consumidores. Las restricciones de competencia, los acuerdos entre empresas distintas del mismo sector, sobre todo los de precios, son una ruina para los consumidores, y para la propia economía. Volveremos al asunto) Volvemos a la posición de dominio de la banca. Lo peor es que, como revela una encuesta online de la OCU a 3.000 personas estamos resignados, nos mostramos casi complacientes ante una sumisión que, he de decirlo, es perfectamente reversible; está en nuestra mano cambiar, siquiera en parte, este status quo que tanto nos perjudica. Nos tienen pillados, sí, pero podemos hacer algo. Un ejemplo: toda vez que el Banco de España apenas nos defiende (las resoluciones que dicta sobre las reclamaciones cursadas por los usuarios no son vinculantes, y la banca, consciente de su poder, hace caso omiso de la mayoría de las sentencias del BE), la OCU pide al Gobierno la urgente creación de una Agencia Única de Protección al Consumidor Financiero, que “reequilibre la relación entre el consumidor y la banca”. Por su parte, la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) ha presentado una campaña para exigir que el Banco de España fije topes a las comisiones bancarias que, como comprobamos en los extractos, andan desbocadas. Destacaría también la demanda que hace la Confederación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios (CECU) de medidas como “la portabilidad de número de cuenta para mantener el mismo número independientemente del banco con el que operemos, la reducción de las comisiones bancarias, la mejora de la información que recibe el consumidor y que se impidan prácticas comerciales como las promociones vinculantes o los paquetes de productos que atan al consumidor a su entidad durante largos periodos de tiempo”. En pocas palabras, el movimiento de defensa de los consumidores exige que la Administración pública adopte decisiones que reequilibren, en favor de los ciudadanos, el estado de las cosas en el mercado financiero (algo está haciendo con el dramático problema de los desahucios, pero veremos en qué queda esa adhesión voluntaria de bancas y cajas) y permita algo que siempre he planteado, que la elección de nuestro banco o caja de referencia (en el que tenemos las principales cuentas corrientes y los créditos más importantes) debe ser tan libre y desprejuiciada como la del seguro del coche o el supermercado habitual; y nuestra actitud a la hora de solicitar un crédito, otro tanto de lo mismo. Comparar, pidiendo toda la información relevante en cada oficina, el precio de los créditos y la rentabilidad de los depósitos e inversiones, y tomar las decisiones con frialdad y mucho sentido común. Sí, lo sé, en materia de créditos, actuar así hoy resulta complicado, porque –salvo a quienes tienen sus cuentan hipersaneadas- las entidades financieras se niegan en banda a dar créditos al consumo o hipotecarios, pero hasta hace pocos años era justo al revés, se peleaban por conseguir nuestros favores, y tampoco entonces la mayoría sacábamos provecho de tan favorable cinrcunstancia. Lo que hicimos fue sobreeendeudarnos, y ahora lo estamos pagando, y a base de bien. Y los bancos y cajas serios, entendiendo por tales los bien gestionados, siguen ganado dinero a espuertas, porque, querámoslo aceptar o no, siguen teniendo la sartén por el mango e imponiendo las condiciones. O lo tomas o lo dejas. El asunto es intentar, entre todos, que se nos tenga en cuenta, que los usuarios pintemos más en esta película, en la que no es que no seamos actores principales; a veces me da la impresión de que no llegamos ni a extras.

Os dejo con John Cale (al que veremos en concierto en Bilbao el miércoles, 21 marzo) y una de su canciones más conocidas, del mítico álbum Paris 1919, grabado hace ya más de 30 años.