En Tailandia, el conflicto viene de tan atrás, sufre tantos giros, que nunca se sabe, pero parece que el ultimátum dado por el gobierno a los manifestantes es ahora el definitivo. Parece. El primer ministro Abhisit ha dado de plazo hasta las tres de la tarde de hoy a los rojos para que desalojen su campamento en el distrito financiero de Bangkok. Mientras tanto, ha preparado el terreno para que los soldados se encuentren el menor número de personas en el interior. El gobierno ofrece desde ayer correr con los gastos de todos aquellos camisas rojas que quieran abandonar la protesta y volver a los campos, ha declarado los dÃas de hoy y mañana dÃas no laborables en la capital y ha retrasado una semana el nuevo semestre escolar, que debÃa empezar hoy.

Barricadas en el centro de Bangkok (AFP: Manan Vatsyayana).
Al perÃmetro original se han sumado ahora varios anillos de controles con alambradas donde cada vez más soldados se organizan para entrar al campamento. El gobierno ha rechazado incluso una mediación de las Naciones Unidas para dar fin a esta situación. Esta mañana el lÃder de los camisas rojas heridos de bala en la cabeza el jueves ha muerto en el hospital. Ese fue el incidente que desembocó en la lucha callejera y el sitio final a los camisas rojas el pasado jueves. Tras cuatro dÃas de asedio y de matar a todo el que se acercara a sus posiciones, el ejército tailandés tiene órdenes de entrar y sacar a los manifestantes pero causando el menor número de bajas posible. Sólo falta el cuándo.
Los rojos aseguran que no pueden obligar a mujeres y niños a quedarse en el campamento, pero les gustarÃa que lo hicieran, porque sin ellos como escudo, nada impedirá, dicen, que los soldados usen fuego real durante el desalojo.