Ni Sadam, ni nada

La plaza Firdus (paraíso) se ha quedado sin estatua. El 9 de abril de 2003 todos pudimos ver al Ejército americano derribando la imponente figura del dictador, aquella caída se convirtió en el símbolo del final de la guerra, pero la alegría en los rostros de los soldados americanos apenas duró unas horas. Luego vendría su calvario particular y, sobre todo, el de toda una nación. El pedestal que soportaba aquel Sadam de doce metros de altura está hoy huérfano. En los últimos años se había colocado una escultura abstracta, pero ha sido retirada y nadie parece haberse dado cuenta. Se pregunta a los lugareños por su paradero y especulan con que está siendo rehabilitada por los daños sufridos en el atentado del pasado enero contra los hoteles Palestina y Sheraton.

Así que el pedestal luce exactamente igual que aquel 9 abril de 2003, con un amasijo de hierros saliendo de su parte baja que parecen los mismos que sujetaban al ex presidente. Una especie de señal del nuevo punto de partida que esperan los iraquíes a partir de la formación del nuevo gobierno, que debe anunciarse antes de fin de año. Siete años después del fin de la dictadura la lista de quehaceres sigue creciendo en los despachos de las autoridades. La capital sigue “destruida, caótica, sucia, insegura”, según periodistas locales como Ali Husein, redactor jefe del diario Al Mada. Con una lista tan larga el vacío de esta plaza no parece que vaya a ocupar un minuto de su tiempo, una plaza que parece no haber cambiado desde la invasión.

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