Egipto lleva cuatro dÃas sin internet. Se dice rápido. Tras 24 horas sin comunicaciones telefónicas, la lÃnea volvió el sábado, pero internet sigue bloqueado. Eso sÃ, cuando Hosni Mubarak caiga, o al menos cuando decida entrar en razón y devolver el acceso a internet a los ciudadanos, Youtube, Twitter y Facebook se colapsarán.
Decenas de miles de egipcios salen a las calles cada dÃa, y lo hacen con sus móviles, con sus cámaras de fotos y videocámaras. Lo graban todo, y como no pueden enviarlo, lo guardan. Las quemas de coches y vehÃculos del primer dÃa, los niños que acompañan a sus familias a las manifestaciones para demostrar que son pacÃficas, las mujeres con y sin velo que gritan por su derecho a elegir a sus gobernantes. Las cámaras nos graban también a nosotros, cómo entrevistamos a la gente, cómo hablamos por teléfono. Graban que estamos aquÃ. Se filman unos a otros, se sacan fotos subidos a los tanques junto a los soldados, que los ven como amigos. Hay vÃdeos y fotos de los aviones de combate que Mubarak sacó ayer para asustarles. Y hay vÃdeos también que demuestran que el pillaje y los saqueos de hace un par de noches no fueron cometidos por los mismos que están en las calles.
Al principio nos ofrecÃan todo este material audiovisual. CreÃan que nosotros sà tenÃamos internet y que nosotros sà podÃamos enseñarlo. Ahora, sin embargo, se lo guardan. Mubarak está consiguiendo con el apagón regalar tiempo a los internautas para que seleccionen y editen lo mejor de lo que ha pasado en la última semana en Egipto. Les ha regalado, sin saberlo, la oportunidad de preparar para el mundo entero el making off de esta revolución.