Archivo por días: 4 febrero, 2011

Primer documental de la revuelta egipcia

Desde el inicio de la revuelta Ahmed Abdala no se ha movido de la plaza de Tahrir de El Cairo. Acompañado de un grupo de amigos colocó dos tiendas de campaña y aprovechando una señal de tráfico colgó un cartel que reza ‘Centro de Comunicación’. “El objetivo es reunir todo el material posible sobre esta revolución. No importa el formato, cuantas más imágenes, mejor para elaborar un buen documental sobre estos hechos históricos”, asegura este director de cine nacido en Cairo en 1978 y con más de diez años de carrera a sus espaldas pese a su juventud.

Su primer largometraje, Microphone, se estrenó en treinta teatros de todo el país el pasado día 25. “Coincidió su puesta de largo con el viernes de la ira en el que prendió definitivamente la mecha de este movimiento anti Mubarak. No me importa que nadie la fuera a ver porque lo que está ocurriendo, lo que estamos viviendo es muchísimo más importante“, piensa Ahmed. Microphone recoge la escena cultural underground de Alejandría, la segunda ciudad más importante de Egipto y la crítica especializada la define como “poco convencional” y destaca su valentía a la hora de afrontar “temas políticos y religiosos”.

Del 25 al 28 fue brutal la respuesta de la Policía contra los manifestantes que permanecemos en la plaza Tahrir. Vi morir al menos a 17 personas con mis propios ojos. La gente está colaborando con todo tipo de archivos de imágenes captadas con cámaras y teléfonos móviles y en cuanto pueda hacer una selección intentaré pasársela a los medios y colgarla en la red. Lo primero es la difusión, mostrar la verdad de lo que está ocurriendo. Después será el momento de mi documental”.

La violenta irrupción de los seguidores de Mubarak tampoco le movió de la plaza. Sigue allí, como pudimos constatar por teléfono, junto al resto de profesionales egipcios comprometidos con el éxito de este Centro de Comunicación.

Egipto: ONGs (también) en el punto de mira

Alia Mossallam sigue en primera persona los sucesos en la plaza de Tahrir de El Cairo. Junto a un grupo de amigos forma parte del núcleo duro que resiste el asedio de los seguidores de Mubarak que desde la tarde del miércoles imponen su ley en las calles de la capital con total impunidad y tratan de hacerse con el control de la plaza. Ahora está en la capital, pero su trabajo como observadora de la organización Human Rights Watch le llevó a cubrir el estallido de la revuelta en Alejandría, segunda ciudad más importante del país situada 225 kilómetros al norte de El Cairo. Allí realizó un informe sobre “la respuesta de las fuerzas de la seguridad ante las protestas”, un trabajo que no puede realizar en las últimas horas en Tahrir porque “aquí me dedico a atender a la gente herida, están llegando muchos sobre todo por culpa de piedras y navajas”.

A sus 29 años ha hecho un paréntesis en su doctorado sobre la canción protesta en Egipto en los años 50 y 60 en la London School of Economics para vivir “unos sucesos históricos” para el país. La misma decisión que han tomado miles de jóvenes egipcios en el extranjero que han volado de vuelta a sus hogares para unirse a la revuelta. “Las protestas en El Cairo y Alejandría son diferentes debido al tamaño de las ciudades, allí todo ocurre más rápido. Aquí todo el mundo tiene que llegar hasta la plaza de Tahrir, pero en Alejandría la revolución empieza en cada calle“, asegura Alia en cuyo informe recogió “los disparos de armas de fuego contra la multitud por parte de la Policía” y la “capacidad de los hospitales para convertirse inmediatamente en salas de emergencia para tratar al gran número de víctimas”.

Tras la salida de los seguidores de Mubarak a las calles la protesta pacífica de la oposición se ha convertido en una batalla campal que se ha cobrado al menos cinco muertos y miles de heridos. “Es su forma de jugar, un intento de reventar lo que estaba siendo una protesta masiva y tranquila para pedir la dimisión del presidente, pero no lo conseguirán”, augura esta joven activista que lamenta los ataques contra extranjeros -periodistas o no- y los enmarca dentro de “una política de silencio informativo” por parte de unas autoridades que “no quieren que el mundo vea lo que está pasando”.

Al igual que el trabajo de la prensa, medios nacionales de la oposición y corresponsales internacionales están en el punto de mira de los grupos pro-Mubarak, la labor de las ONG está resultando muy complicada y ayer por la mañana varios activistas de Amnistia Internacional (AI) y de la organización Hisham Mubarak Law Center (HMLC) fueron retenidos por miembros de las fuerzas de seguridad.