Archivo por días: 11 febrero, 2011

Las madres de los mártires

Mubarak no se va. Las que ya no están son las al menos trescientas personas que han perdido la vida desde el inicio de la revolución. Hoy es su día, la jornada en la que millones de egipcios rezan por los mártires de la protesta. Newell acudió a Tahrir anoche junto a sus cuatro hijas para registrar a su pequeño Ahmed en la lista de fallecidos. “La Policía lo mató de un disparo el pasado día 28. Le pedí que no saliera a la calle, pero no me hizo caso. Voló escaleras abajo con sus amigos. Fue la última vez que le vimos con vida”.

Ahmed tenía 23 años y trabajaba como  profesor ayudante en la universidad. Nunca había tenido especial inquietud política, pero no dudó a la hora de echarse a las calles de su barrio, Maadi, donde las fuerzas del orden emplearon fuego real. “Vengo aquí a pedir justicia, a pedir la cabeza del ministro de Interior que dio la orden de asesinar a civiles. Vengo aquí a pedir justicia porque el hospital más próximo se negó a atender a los heridos esa mañana”, reclama esta madre a gritos entre la multitud que colapsa Tahrir. Lleva la foto de su hijo en la mano, pronto será uno más de la larga lista de imágenes que presiden el epicentro de la protesta desde hace varias jornadas.

Mubarak tuvo unas palabras para ellos. Aseguró que “su sangre no ha corrido en vano”, pero no es consuelo para unas familias que exigen su dimisión porque le ven como el principal causante de la represión. “Lo sabe todo, es quien manda y toma decisiones, por tanto es el responsable último de todo lo que hemos sufrido en las últimas semanas”, opina Naweel antes de perderse entre una masa dolida y enfadada por la cerrazón del octogenario presidente.

La cara de la Justicia

“Salgamos de aquí, acompáñeme detrás del tanque para poder hablar con calma”. Zacharia Abdelaziz ha terminado su discurso diario en la plaza Tahrir y se abre paso hasta el espacio libre que queda entre el cordón policial y el de voluntarios de la oposición que protegen los accesos a la plaza. “El barco presidencial está severamente tocado, hay que aguantar un poco más y lo hundiremos”, afirma con optimismo la persona que hasta 2008 fue la cabeza visible de la asociación de jueces de Egipto. Desavenencias con la cúpula del régimen le apartaron de su puesto y le condenaron al ostracismo del que le ha rescatado la revolución.

“Cuando caiga todo el peso de la Justicia recaerá sobre su persona y sobre los que le rodean. Lo sabe y por eso se aferra a su sillón”, asegura el juez Abdelaziz que piensa que los cargos más claros contra el presidente estarán relacionados con “malversación de fondos y tramas inmobiliarias”, aunque tampoco descarta abrir procesos por “la actuación policial en la represión de las revueltas”. Tras más de cuarenta años vinculado al mundo de la Justicia lamenta “el teatro que el Gobierno llama ‘diálogo con la oposición’, ni siquiera la amnistía de los presos políticos está sobre la mesa. No nos podemos fiar de ellos, es una mentira más para perpetuar este régimen que ya dura tres décadas”.

No conoce personalmente al presidente al que se enfrentó en 2008 como líder de una gran parte de los jueces del país que se revelaron ante las modificaciones a la Constitución llevadas a cabo ese año que, según el informe de Amnistía Internacional de ese año, “reforzaron las amplias atribuciones de la policía en materia de detención, otorgaron a los agentes del Estado amplias facultades para vigilar las comunicaciones privadas, autorizaron al presidente a eludir los tribunales ordinarios y abrieron el camino a una nueva legislación antiterrorista que erosionaría todavía más la protección de los derechos humanos. Otras modificaciones tuvieron al parecer motivaciones políticas. En virtud de una de ellas, se redujo la intervención de los jueces en la supervisión de las elecciones y de los referendos”.

Como el resto de los millones de egipcios que secundan las protestas y huelgas en todo el país, el juez Abdelaziz reclama justicia. En 2005 su nombré figuraba en las quinielas de candidatos a la presidencia, pero finalmente no se lanzó a la carrera política. “Le necesitamos”, cuelgan los activistas egipcios en Twitter y Facebook, donde se recogen sus discursos ante la masa de Tahrir. “Aquí estoy para servir a la revolución”, responde. Impecable, se arregla su corbata, se ajusta la chaqueta y se despide. Mañana volverá.

¿Sucesor de Mubarak?

Se quita las gafas para poder ver el vídeo que un hombre le quiere mostrar en su teléfono móvil. Se trata de un parlamentario egipcio pagando a un sicario para que vaya a Tahrir a causar problemas a los manifestantes. Se seca el sudor de la frente y pide al ciudadano que le envíe el documento. Los días no tienen suficientes horas para Ayman Nour (Mansoura, 1964), trata de recuperar cada segundo que pasó en la cárcel y dedica toda su energía a “pedir al pueblo resistencia. Cada día que permanecemos en Tahrir es una batalla ganada en esta guerra por la democracia”.

Este abogado formaba parte del Parlamento como diputado independiente hasta que en 2004 decidió crear el partido político El Ghad (mañana, en árabe) para ganarse el voto liberal de la población. El partido recibió el visto bueno de las autoridades después de tres intentos y despertó expectación entre los opositores al régimen. Fue la antesala de su salto a la arena presidencial, un salto que le costó la cárcel por la acusación de haber falsificado firmas para obtener la licencia de la formación, algo que él califica de una invención del régimen para quitarle del medio. La presión internacional permitió retrasar el juicio hasta después de las elecciones presidenciales de 2005 en las que obtuvo el siete por ciento de los votos, muy lejos del 89 por ciento de Mubarak, según unos datos oficiales que nadie terminó de creerse por la falta de observadores independientes. Tras los comicios fue juzgado y llevado a prisión. Quedó en libertad en 2009.

“Nosotros rechazamos cualquier tipo de negociación con este régimen, como fuerza de la oposición nos oponemos a esta farsa de conversaciones que no llevan a ninguna parte”, afirma con rotundidad antes de mostrar dejar clara su intención de volver a participar en los comicios del próximo mes de septiembre. Nour repasa las últimas semanas y reflexiona en voz alta sobre “la positiva actitud de los países de la Unión Europea, frente a la nulidad de Estados Unidos”. No quiere ver una transición liderada por Mubarak, tampoco se fía del vicepresidente Suleyman y piensa que “es cuestión de días, como mucho una semana”, por lo que cada vez que puede procura acercarse a la plaza a animar a los cientos de miles de manifestantes que desde el pasado 25 de enero piden la dimisión del presidente.