Crisis en Grecia: Lo malo conocido, o la guerra de Syntagma

Han llegado de Tesalónica, Elefsina, Olimpia y de todo Grecia. “Hoy es el día en que hay que estar aquí”. Hoy las protestas en Syntagma han empezado mucho antes, desde primera hora. La mañana, siempre tranquila. Seis manifestaciones se dirigen hacia aquí. Los griegos llevan la máscara antigás en el cuello y el “freddo”, el café espresso helado en la mano. Nunca había visto a los habitantes de una ciudad seguir un ritual de desayuno como este en masa, en ningún otro país. Me atrevo a decir que el 90% de la gente compra al menos un café gigante al día y lo pasea camino al trabajo, o como estos días, camino a las concentraciones. El que me ha vendido el mío en Syntagma, asegura que “los radicales trasnochan, por eso los disturbios empiezan sobre las dos o dos y media de la tarde”. Quienes venden café son los únicos que abren hoy, y claro, hacen su agosto.

EFE/ORESTIS PANAGIOTOU

EFE/ORESTIS PANAGIOTOU

La votación se espera a partir de las cuatro de la tarde, las tres en Euskadi. Ayer, los disturbios se alargaron durante horas y si bien quienes lanzaban cócteles iban enmascarados y estaban organizados para hacer cuanto más daño mejor a la polícia, también había muchas personas, jóvenes y mayores, desesperadas, enfrentándose a los antidisturbios sin ningún tipo de medida de protección o sin darse cuenta de que quedaban atrapados. La no organización de la mayoría de los manifestantes era tal que una señora me preguntó si tenía que beber el líquido blanco que unos jóvenes le ofrecían contra el picor en los ojos. Es un jarabe para el acido estomacal con el que hay que cubrirse los ojos y ponerlo en las fosas nasales, pero ella pensaba que si lo bebía, actuaría más rápido. Tenía unos sesenta años y era bailarina. Me dijo que nunca había imaginado que estaría entre los “gamberros” que ella solía ver en las noticias armando follón, pero que ya no puede más.

Hoy es el día en que el parlamento de Grecia decidirá si estrangula más a los ciudadanos o aplaza el desastre, y los griegos creen que la solidaridad europea terminará en cuanto el miedo al efecto dominó se disipe. Las apuestas están claras en la calle: Papandreu conseguirá según la mayoría aprobar el paquete, con uno, dos, o tres diputados de diferencia. El proyecto de ley para implementar las medidas se votaría mañana y los recortes entrarían en vigor el viernes, 1 de julio. Así, dice el camarero de Syntagma, Papandreu y Venizelos, el nuevo ministro de economía, pararán el golpe en Bruselas el domingo presentando resultados ante el Eurogrupo, pero seguirán teniendo al pueblo en contra y tendrán que adelantar las elecciones.

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