Archivo por días: 10 febrero, 2013

Optimismo animal o conejo, dragón, serpiente

Conejo, Dragón, Serpiente. Con este ya he tenido la suerte de celebrar tres años nuevos lunares en China. Tres aldabonazos a tres años distintos. El conejo auspicia un año excelente, decían, de lo mejor, decían. Y tú ibas y te lo creías, por respeto, porque eras el nuevo, acabas de llegar y porque quién eras tú para llevar la contraria a una cultura milenaria. Luego vino la añada del dragón: inmejorable, el sumun, lo más, decían. ¿Ah sí, también? ¿Seguro? Bueno, va. Y te lo volvías a creer porque un dragón siempre impone más que una rata o un cerdo.  Pero que sea la última, el año que viene toca regulín, como poco.

aldaba en hutong

aldaba en hutong

Así esta vez que reconozco  que venía algo predispuesto en contra, hastiado de tanto optimismo zodiacal, de eruditos en la matería que confirmaban mis sopechas: el de la serpiente, bueno, bueno, bueno, bueno de verdad. Para los que practicamos el integrismo escéptico  en asuntos horóscopales resulta algo molesto escuchar año sí año también, que este sí, que este va a ser la repera.

Más que nada porque, a qué negarlo, Pekín tiene sus cosillas. No hablo de los grandes temas que llenan titulares. Hablo de cosas cotidianas, las que, por ejemplo, te hacen plantearte si quieres ver crecer a tus hijos en una ciudad que, día sí día también, parece vivir con un filtro de los de instragram. Por cosas como esa va uno perdiendo la mirada transparente del conejo hasta apenas reconocerse en un ser de lengua viperina que se queja y va dando patadas al aire.

Por eso aún no me explico muy bien lo que me ha pasado. Hoy he mudado mi piel. He reptado por el fondo de mis principios. Que ahora me gusta el horóscopo, vamos.

Primero, anoche, vi a mis vecinos quemar sus ahorros, literalmente. Resulta que los anteriores años nuevos los he pasado en zonas de restaurantes o de barrios con mayor poder adquisitivo. Este estaba dentro del segundo anillo, en uno de esos barrios formados por bloques grises con barrotes en las ventanas de triste regusto soviético. En un Pekín más real, con menos dinero, menos lujo, menos “segunda pontencia económica mundial”. Pero con la misma ilusión prendiendo cada mecha. Y allí había muchas mechas y mucha, mucha, pólvora. Me gustó. Buen presagio.

Además tirar petardos a diestro y siniestro en esta ciudad reconcilia un poco con la mesura, el control y el silencio emocional que predomina el resto del año.

puesto incienso

puesto incienso

Después, por la mañana, ha tocado trabajar: templos, parques, incienso, ofrendas, multidudes. Lo normal. Hasta que, en medio del parque de la tierra (地坛), me he encontrado con un anciano sichuanés:

“¿Por qué cree que este va a ser un buen año?” – pregunta, original, el periodista

“Porque la serpiente es el pequeño dragón. Es el dragón antes de que tenga alas y surque los cielos. El del dragón es un buen año así que el del pequeño dragón también lo será” – responde el abuelo, sin despeinarse, antes de disolverse entre la multidud

Optimismo puro. Optimismo zodiacal sin tapujos. Inútil rebuscar contraargumentos cuando enfrente hay una historia así de rotunta, simple, bonita.

Hemos seguido trabajando, luego hemos comido unos chuanr (串儿) rodeados de gente, y creo que entonces hasta el sol a calentado un poco más. Así que he decidido que, a la porra, que me gusta el horóscopo optimista. Que vamos a darle un mordisco al año.