PekÃn es una ciudad que, más que invitar, te empuja a hacer extravagancias. Por eso hoy me he cambiado el nombre de Hodei por el de Rick, me he vestido una gabardina de cuello alto, he torcido el morro y, audaz, me he echado a la calle. Luego, cuando me he cansado de mascar arena, con ojos vidriosos y frente a un vaso bien cargado de té, he soltado un antológico: “de todas las ciudades del mundo, ¿por qué esta?â€

Bogart? Yo no me achanto por un poquito de arena | Foto: Hodei Arrausi
Ha sido mi primera tormenta de arena – arena del Gobi, no de Casablanca – desde que estoy en China. Fenómeno curioso el de las tormentas de arena. El horizonte queda tamizado de un naranja irreal, las calles amanecen sembradas de bicicletas derribadas como cuerpos en campo de batalla y las eternas melenas lacias de las chinas se encabritan y dibujan enigmáticos arabescos en el aire. Todo mientras vas saboreando arena, cruch, crunch, como el que pide paella de chiringuito. Un asco, vaya.
Bei (北) jing (京), la capital del norte, lo tiene todo la pobre. Tormentas de arena, contaminación, pilla a desmano del 90% del resto del paÃs y es propensa a las sequÃas. De ahà la pregunta que nos ocupa “¿de todas las ciudades del mundo, porqué esta?†¿porqué está donde está la capital de China? ¿Por qué PekÃn? No siempre la capital del paÃs tuvo su ubicación actual. En 1912 el Kuomigtan proclamó la República en Nan (å—) Jing (京) , la capital del sur, que antes ya habÃa sido la ciudad de referencia durante varias dinastÃas. 16 años más tarde Sun Yat-sen y su acólitos llevaron la capital hasta allÃ. En plena guerra civil entre nacionalistas y comunistas la capital se trasladó durante un breve lapso a Chongqing; Wuhan también ha contado con el privilegio de ser la ciudad número uno del paÃs durante algún tiempo… Xi’an, Luoyang… todas han tenido el honor que ahora tiene PekÃn.
Hace poco, al hilo de los inconvenientes que presenta PekÃn, en internet ha habido rumores sobre un posible plan para mover la capitalÃa en 2016 a Xinyang (provincia de Hunan). Algo arto improbable, pero quién sabe. PaÃses como Brasil, Australia o Argentina ya lo hicieron. Aunque que queréis que os diga, con sus tormentas de arena y todo, si la acaban moviendo me volveré a vestir la gabardina y saldré a caminar entre el smog y soltaré un nostálgico “siempre nos quedará PekÃn”.
(P.d: hablando de Nanjing, estos dÃas está en los cines la última pelÃcula del director chino Zhang Yimou, ambientada en esta ciudad y basada en un hecho real)