Tras siete semanas de campaña –una última sin parar de remontar en las encuestas–, Sarkozy dice en el Journal de Dimanche que esta vez él ve una mayor movilización en torno a su candidatura que la que vio hace cinco años. Las palabras textuales del presidente han sido: “siento crecer la ola”. Marine Le Pen, que en el twitter no descansa ni a primera hora del domingo, le ha respondido que ella también siente crecer la ola… “la ola marina”. Pero lo cierto es que el huracán Le Pen pierde intensidad, al menos en los sondeos, y quien ahora parece marcar el paso es Jean-Luc Melenchon, líder del Frente Izquierda.

Renegado del socialismo francés, Melenchon echa en cara al PS estar durmiéndose en los laureles pensando que el sentimiento de rechazo generado por el presidente en sus cinco años en el Elíseo, les hará ganar. Pero la victoria no está en el antisarkozysmo, sino en la izquierda, según el azote de Francoise Hollande. Aun así, los socialistas están empeñados en echar el resto en el centro del campo. Tienen sus motivos.

Muchos consideran ya los votos de Melenchon, el as bajo la manga que los socialistas guardan para la segunda vuelta. Y es que las papeletas de centro y las de la ultraderecha todavía no tienen dueño definido, pero las de la izquierda de Melechon, sí. Los sondeos dicen que casi el 80% de los votantes del Frente Izquierda apoyaría a Hollande en su cara a cara con Sarkozy. Son votos de reserva que el PS ya casi cuenta como suyos, y por eso prefieren ir ahora a la conquista del centro. En el intento, los socialistas corren el riesgo de desilusionar a esa izquierda en la que tanto confía Melenchon. Una desilusión que podría traducirse en mayor abstención –dicen las encuestas que esta vez batirá records–, el peor enemigo de todo candidato, pero sobre todo, de Hollande.