A los italianos les gusta el café. El buen café. Así que nada de tomarlo en la oficina… hacen la pausa caffè. Todos, incluidos los abogados, los fiscales y los jueces. Así que una o dos veces cada mañana la justicia sale a tomar un café, con su consiguiente pérdida de tiempo. Esa es la argumentación de una de las seis o siete mujeres que hoy, como cada día, hacen guardia frente al tribunal de justicia de Milán. Están a la caza de la pausa caffè del tribunal. Sin descanso. Sin tregua. Y es que ese es le verdadero motivo por el que los casos se atrasan y prescriben, y por el que la justicia no da pie con bola, según ellas. Eso, y que la izquierda y los jueces izquierdosos, y los fiscales izquierdosos, y todos los envidiosos del planeta, persiguen a Berlusconi para acabar con él.

Es decir, que la ley que el parlamento italiano aprobará casi con total seguridad, la ley del “proceso breve”, no tiene nada que ver con que los casos prescriban. Y eso que es una ley hecha por y para Berlusconi, que casualmente invalidaría una o varias posibles sentencias en su contra en los próximos meses.

“¿A quién no le gusta darse el lujo de pasearse con una jovencita?”. Se conoce que hacer digamos, pausa caffè, con menores también es algo que todos le envidian a Berlusconi y que todos harían si pudieran. En dieciséis o diecisiete años, desde que Il Cavaliere llegara al poder no han podido condenarle y esa es la prueba definitiva de su inocencia, dicen las Berlusco-mammas. “Si estuvo con ella cuando era menor, eso es su vida privada, y si le pagó, también es su vida privada, pero con tanto juicio no le dejan llevar a cabo sus deberes públicos”.