Dicen los estudios que una quinta parte de la población padece o ha padecido sonambulismo en alguna etapa de su vida. No todos los sonámbulos se levantan de la cama y se ponen a andar. Algunos se limitan a sentarse o incorporarse en la cama o actúan como si estuvieran despiertos, aunque aturdidos; otros, los menos, llegan a cometer delitos. El primer informe de episodios de violencia durante el sueño data de 1878. Además, existe jurisprudencia que avala que la persona sonámbula no es culpable de sus actos.