Volviendo a la historia del caso malasio, Noraini Ismail, que así se llama el afectado, cuenta en un periódico nacional que esta “asustado por sus nuevas habilidades con el lenguaje aunque espero poder mejorar con los idiomas”.
Su madre cuenta que el idioma cambia cada día y que solo puede hablarlo desde el amanecer hasta las seis de la tarde.
A ver si ahora nos vamos a echar a la A-8 buscando ese inglés tan deseado por todos o ese chino que nuestras madres nos presionan para que aprendamos porque se supone que será el idioma por excelencia del futuro.