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Exalcaldesa acusada de robar dinero a una organización humanitaria culpa a su tumor cerebral

    Categories: Personas
La exalcaldesa de San Diego, Maureen O'Connor

Maureen O’Connor, exalcaldesa de San Diego (California) alega que fue un tumor cerebral lo que le llevó a robar 2,1 millones de dólares de la organización humanitaria de su marido, apostar al póker más de un millón y acabar perdiendo más de tres.

Según informa la revista Time, O’Connor fue alcaldesa de Sandiego entre 1986 y 1992. Creció en una familia modesta, de 13 hermanos, pero al casarse con el fundador de la cadena de restaurantes Jack in the Box y enviudar en 1994, heredó cerca de 50 millones de dólares (unos 37 millones de euros).

Según sus abogados, la mujer comenzó a tener problemas con el juego en 2001, después de perder a varios seres queridos. Pasaba horas  y horas jugando al póker en los casinos de San Diego, Las Vegas y Atlantic City. Su volumen de apuestas llegó a ser tan grande, que los propios casinos ponían jets privados a su disposición para que volara gratis a cualquiera de ellos. En su mejor año, declaró ganancias de 200 millones de euros (150 millones de euros).

Años más tarde se le diagnosticó un tumor cerebral del que se curó en 2011. Para entonces,  sus pérdidas en el juego eran cuantiosas, e intentó hacerles frente robando fondos de la organización humanitaria de su marido y vendiendo propiedades. Perdió toda su fortuna y ahora vive con su hermana.

La Fiscalía no cree la versión de que el tumor cerebral que padeció O’Connor sea el causante de su adicción al juego ni de los delitos que cometió, ya que, tal y como aseguran, la exalcaldesa ya era una jugadora compulsiva mucho antes de serle diagnosticada la enfermedad. Además, no está claro que la extirpación del tumor haya acabado con su adicción al juego, ya que sigue bajo tratamiento.

La Fiscalía ha consultado a varios expertos médicos para tratar de echar por tierra el argumento de la defensa: que fue el tumor el que le llevó a cometer varios delitos. Según el doctor Mark Willenbring, aceptar la ‘culpabilidad’ del tumor sentaría un peligroso precedente: “Fijémonos en el caso de los psicópatas. Su falta de empatía es fruto de procesos que tienen que ver con los genes, pero eso no sirve de excusa para que los asesinos en serie no sean juzgados por sus actos”.

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