Disco de la semana: THE RAVEONETTES : IN AND OUT OF CONTROL

In and Out of Control es el nuevo disco largo de Sune Rose Wagner y Sharin
Foo como Raveonettes. Es poco probable que no conozcas a Raveonettes; su
sonido afilado es uno de los iconos sonoros más distintivos del indie a lo
largo de cinco discos repletos de agridulce pop con un baño de feedback. Y
eso es exactamente lo que nos gusta de Raveonettes, que siempre han sido
la perfecta mezcla entre el sonido retro-teenager de los Everly Brothers y
las rugosidades noise, jugando con el kitsch y la distorsión a partes
iguales. En realidad, todos sabemos que Raveonettes nunca han hecho otra
cosa que exprimir el sonido que Jesus and Mary Chain acuñaron en
Psychocandy descuartizando a Phil Spector en un aserradero, pero no nos
importa…a Phil tampoco: ahora tiene problemas más graves.

In and Out of Control, sin embargo, no es otro disco más: Foo y Wagner han
preferido inclinar la balanza esta vez por el lado melódico, sujetando el
ruido como acompañante. Raveonettes parecen decididos a convertirse en una
banda de pop con azúcar glace y guinda, y para ello se han dejado querer
por discretos arreglos electrónicos y un sospechoso perfume ochentero…El
resultado da canciones impecables (Bang!, Last Dance) en las que, no
obstante, se echa de menos la gota de veneno que les daba sabor. Sólo
excepcionalmente (Break up Girls!) los amplificadores vuelven a echar
humo, aunque casi parezca que se sienten culpables y obligados a
compensarlo con piezas lánguidas (Wine, Oh, I buried You Today) y mansas.
En ocasiones, rozan algo parecido al pop electrónico (D.R.U.G.S, Suicide)
de manera que incluso las melodías se alejan de las claves y los acordes
tradicionales del grupo. Los Raveonettes más reconocibles se quedan en
canciones aisladas (Gone Forever, Boys Who rape) y la unión de todo ofrece
un balance extraño que supera el aprobado pero necesita una segunda
escucha para aspirar a nota. En cualquier caso, la provisión de material
para el desnutrido universo indie está asegurada, y un par de remezclas
bien elegidas (eso te deja fuera, Trentemöller) harán el resto.

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