Disco de la semana:MY ROBOT FRIEND : SOFT-CORE

robotfriend

Howard Robot es un productor  y performer neoyorquino al que no costaría
definir como un cruce entre Mark Mothersbaugh (Devo) y Laurie Anderson. De
Devo toma su afición por el pop vestido de electrónica y los sombreros
absurdos, de la Anderson la dimensión teatral y vanguardista de su
trabajo. Como My Robot Friend, ha editado dos discos largos (Hot Action! y
Dial Zero) nutridos de synth pop con claras reminiscencias nuevaoleras
(los propios Devo, Yazoo) y gancho electroclash…Soft-Core es su tercer
disco de estudio.

Soft-Core es, sobre todo, un disco de colegas: los que Robot ha ido
haciendo en sus aventuras nocturnas por la Gran Manzana (Dean Wareham, de
Dean & Britta y Galaxie 500, Outputmessage), los que se ha ganado como
remezclador (Zombie Nation) y los que ha conseguido que le cojan el
teléfono tras mucho insistir (Alison Moyet de Yazoo). Invitados a su
estudio, unos y otros han aportado voces y arreglos para que este tercer
disco de MRF sea algo más y, sobre todo, algo diferente de los anteriores.

Fundamentalmente, por el tono deliberadamente pop y en ocasiones
introspectivo que desprende; eso es en gran parte culpa de Wareham, que se
siente como pez en el agua en dos piezas (By your Side y Astronaut) hechas
a su medida, y en las que la base electrónica acomoda guitarras tenues
sobre las que derramar melodías nostálgicas y logradas. Alison Moyet se
encarga de la parte retro en Waiting, una canción construida desde el
homenaje más evidente a sus hits con Vince Clarke en Yazoo. Outputmessage
conduce el momento más pop del disco (Misfits Fight Song), y equilibra la
balanza con otro guiño ochentero en Sleepwalkers. Zombie Nation tienen en
la mano el hit más claro del repertorio (The Short Game), otra perla de
tinte nuevaolero que Fischerspooner quisiera tener en su disco duro. Por
fin, Howard Robot se queda solo para rematar las cuatro piezas restantes:
sobrio en el single Robot High School, desenfadado en Failure, irónico en
Boyfriend y meditativo en Mean… Para el final queda el guiño blues-folk
de Waiting, con la cálida guitarra de Jay Kauffman despidiendo el disco y
dejándonos a todos con la sensación de que a Beck alguien, tal vez,
debería levantarle una estatua. Aunque fuera una pequeña.

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