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Disco de la semana: MASSIVE ATTACK: HELIGOLAND

MassiveAttack

Massive Attack podrían permitirse el lujo de no volver. O de hacerlo dentro de cinco años con un disco de trabajos instrumentales para piezas de videoarte, o con casi cualquier cosa que pudiera apetecerles llegado el momento. Porque Massive Attack ya son un estilo en sí mismos, una escuela ambulante que ha dado las suficientes lecciones magistrales (Blue Lines, Mezzanine) como para no tener que afrontar la necesidad de demostrar nada de nada.

Sin embargo, lo mejor que en realidad puede pasarles a Robert 3D Del Naja y Grant Daddy G Marshall es sacarse de la cabeza la idea de grabar otro Mezzanine. Ese disco molaba, pero ya tiene 10 años y la música ha cambiado lo suficiente como para que una simple secuela no vaya a saciarnos el hambre canino. Heligoland se duele en parte de eso, y la sensación de estar asistiendo a un esfuerzo por emular la sombra de su precedente puede enrarecer la escucha. Porque Heligoland parece pensado como un Mezzanine de recambio para el nuevo siglo, un juego de malabares que echa al aire los mismos bolos de colores (dub electrónico, soul congelado, bases de ritmo talladas en piedra) jugando con la ventaja de que, esta vez, la mayoría de ellos ya parecen inventos de la casa, como si nunca hubieran existido antes. Heligoland es a los de Bristol lo que Third a Portishead: un disco lleno de fantasmas a los que alguien estuviera intentando levantarles la sábana para dejar al aire lo que se supone que llevan por debajo.

Salvado ese escollo, la pregunta es si lo anterior es un demérito de los Massive o un prejuicio del oyente, y la respuesta no está del todo clara…Heligoland tiene canciones muy trabajadas, en su mayoría lanzadas hacia el lado oscuro de la cosa (aquí sólo falta Burial colando algo de dubstep a bajo cero), y entre las que se va levantando ese viejo rastro de lo que, en otra época, llamábamos trip hop. Como es costumbre, buena parte del atractivo del disco pasa por los invitados vocales: muy delicada Hope Sandoval intentando llenar el hueco de Liz Fraser en “Paradise Circus”, susurrante y oscurecido Damon Albarn en la gorillesca y tristona “Saturday come Slow”, correcto como siempre Horace Andy en la intensa “Girl I love You”, melodramático Guy Garvey en la minimalista “Flat of the Blade” y sensual Martina Topley-Bird en “Babel”. Al final, los siete minutos de “Atlas Air” valen el aprobado general para Heligoland, que necesita más de una escucha para irse abriendo…