En aquella época ellas eran las únicas artistas estadounidenses, en términos de popularidad, capaces de hacer sombra a los Beatles. Sus temas, mezcla atractiva de soul y de pop, engancharon irremediablemente a un amplio sector del público. Ese es el caso de You can’t hurry love. Ya desde el comienzo de la canción, la línea rítmica marcada por el hipnótico bajo y la pandereta nos atrapa hasta el final. Además, la interpretación de Diana Ross, honesta y vulnerable, es de lo más lucida. Esta es una de las canciones más características de las Supremes, así como del sello Motown. El Salón de la Fama del Rock la incluyó en su día en la lista permanente de las 500 canciones que dieron forma al rock.
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