El vestido rojo, el vestido de la discordia

Hace ya unos cuantos años, Mónica, Yolan, Berta, Marta y yo, vimos la necesidad de trabajar en equipo para sacar el mayor rendimiento a la imagen de los presentadores. El estilismo que vemos en televisión, por lo general un plano medio de un presentador, nada tiene que ver con lo que usamos en la calle, en pasarela o en moda.

En televisión vemos sobre todo a los presentadores sentados, hablando a la cámara,  en un plano frontal. Eso es todo lo que conocemos de ellos. No hay tres dimensiones. La iluminación puede embellecerles o acabar con su imagen. Un fondo de color muy fuerte o brillante puede cambiar el tono de su piel. La imagen que el presentador da en pantalla es la suma de muchos factores. Maquillaje, peluquería, vestuario, iluminación, ajuste de cámaras y decorado… y por supuesto, la fisionomía del protagonista. El estilismo por lo tanto , sólo se puede entender a través del trabajo en equipo.

Durante todos estos años, nos hemos acostumbrado a trabajar sabiendo que cada día estamos en el disparadero. No hay día en el que no recibamos una crítica o un halago. El estilismo capta la atención de todos. Todos nos vestimos a diario y tenemos una formada opinión de qué nos gusta y qué no. En política ocurre igual. Llega un debate en campaña electoral y una corbata puede tener la misma atención que la defensa de sus propuestas.

Recuerdo que tras la última entrevista al Lehendakari, el comentario más escuchado era si el vestido de África Baeta era demasiado corto. En aquella ocasión África se probo mas de 12 vestidos de Pedro del Hierro. Optamos por un vestido rojo que le sentaba como un guante.

Era la primera vez que optábamos por un vestido corto sin mangas en una entrevista al Lehendakari. No es lo habitual en los programas informativos, pero ¿quién dice que los hábitos no se pueden cambiar? Dejamos encerrados en la taquilla la chaqueta estructurada y los pantalones pitillo, sabiendo que al día siguiente nos lloverían las críticas. Una vez más acertamos en nuestro pronóstico. El vestido rojo se había convertido en el eje central de los comentarios sobre la entrevista.

No dimos nuestro el brazo a torcer y esquivamos la lluvia de críticas como pudimos.  Estaba guapa, ¿no? El vestido era elegante, ¿no? Entonces, ¿por qué debemos disfrazar a los presentadores en ciertas ocasiones, como si la etiqueta pidiera que les pusiéramos un “burka”?

Antes de la entrevista, de camino al plató, los compañeros en los pasillos le decían que estaba espectacular. Una vez terminada la entrevista, los sms inundaron nuestros moviles: “demasiado corto”, “guapa pero exagerada”, “no era la imagen para una entrevista a Patxi Lopez”… Como si ir guapa fuera un handicap para demostrar la profesionalidad.

En la próxima ocasión, subiremos las pruebas de vestuario para que nos echeis una cable para elegir el vestuario.

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