Los estudios Miramax de Nueva York y Los Angeles cerraran este viernes sus puertas.

Creados hace tres décadas por los hermanos Harvey y Bob Weinstein, su nombre fue fruto de la unión de los nombres de Miriam y Max, padres de los fundadores y con ellos en Hollywood se abrió una puerta a las producciones de los cineastas rebeldes de Hollywood, aunque no era ese su objetivo principal.

Los Weistein, que se caracterizaron por sus potentes campañas publicitarias de cara a que sus películas triunfaran de cara a los Oscar, dejaron la compañía en 2005 para crear su propia productora: The Weistein Company.

Miramax, que permanecía en poder de la Disney desde 1993, dejó éxitos como ‘El Piano’, ‘Shakespeare in Love’ o ‘Chicago’, pero no ha podido seguir adelante porque los estudios Disney quieren centrarse en la industria digital. La decisión deja sin empleo a cerca de 80 trabajadores y a seis películas con un futuro incierto, entre ellas ‘The Debt’ y ‘Last night’ protagonizadas por Sam Worthington, el actor de moda gracias a AVATAR. Esas cintas pueden quedarse ahora guardadas en un almacen o tal vez, con un poco de suerte, llegar a las pantallas con una distribución muy limitada.

Los Weinstein intentaron recomprar los estudios en 2005, pero Disney anunció que no se desharía de ellos por menos de 1500 millones de dólares. Una cifra que los hermanos Weinstein no estaban dispuestos a pagar.