He aquí una película bienintencionada. No solo intenta hacernos reír, sino que, como las mejores comedias, pretende ser crítica y denunciar ciertas prácticas vergonzosas de la política y del ejército de ESTADOS UNIDOS. Lamentablemente lo consigue solo en parte. Aquí tenemos dos películas por el precio de una.

Por una parte se cuenta la investigación de un periodista que, desesperado por conseguir una exclusiva, contacta con un individuo alucinado, lo que le llevará a vivir aventuras estrafalarias en un escenario de conflicto.

También se narra la historia de una unidad del ejército empeñada en hacer guerra parapsicológica a través de los años y de las diferentes circunstancias. Durante un tiempo ambas acciones avanzan en paralelo. Después se juntan.

Mientras la primera trama muestra cierta efectividad y crece satisfactoriamente, aunque desaprovecha algunos episodios y personajes, la segunda cae en la parodia un poco tonta que se repite hasta la extenuación. La mezcla resulta ser insuficiente, aunque simpática.

Y seguramente el reparto de famosos convencerá a muchos espectadores de que la película es mejor de lo que realmente es, aunque casi todos estos actores estén por debajo de una capacidad demostrada en otras ocasiones. Pero, tal como están las cosas, encontrar media docena de bromas bien trabadas, alguna ráfaga de ingenio, una realización correcta y conseguir una media aceptable, resulta suficiente como para decir que LOS HOMBRES QUE MIRABAN FIJAMENTE A LAS CABRAS es una película que merece la pena ser vista. Y ya puestos hasta disfrutada.