He aquí una película que aspira a ser como las escritas por RAFAEL AZCONA. Es decir, quiere ser una comedia agridulce, razonablemente inmoral, divertidamente amarga, lúcidamente crítica.

Y lo intenta con tal intensidad que nos lo creemos y sentimos la tragedia de ese feo que no encuentra con quien compartir la vida y la de su madre, y su tío enfermo, y el tonto del pueblo, y esos amigos brutos que gastan bromas primarias a pesar de que nos son presentados como modernos.

Y no digamos nada de esa mujer abandonada por su marido que busca refugio entre amas de casa asfixiadas, lesbianas maternales, vecinas murmuradoras y esposas engañadas.

Efectivamente todos los tópicos están perfectamente representados en esta película, incluido el cura progre, para que el espectador sepa donde está.

Hay otra característica curiosa en este film. Como si no supieran a que carta quedarse los guionistas  han ido alternando, a veces en la misma conversación, los chistes groseros y las frases trascendentes, provocando un efecto desconcertante.

Apreciamos  que el director haya querido hacer cine y se haya separado de la realización televisiva que ha acompañado gran parte de su trayectoria. Y que ya me emociono ante quien vence a la pereza y supera el plano/contraplano.

Si tenemos en cuenta que hay una mejora con respecto a su anterior película, FUERA DE CARTA, podemos pensar que en el futuro nos encontraremos con un cineasta cualificado. A nada que consiga hacer mas interesantes a los personajes y controle un poco mas los diálogos.