IGELAK por Andoni Iturbe

Hasta pronto. ¡Nos vemos en los cines!

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El equipo de Igelak al completo – foto David Herranz

No era un día para especular, sino para disfrutar. Tras semanas intensas de jornadas maratonianas, Igelak dio por finalizada el rodaje de la película en Artekeleku, el escenario elegido para transformar un antiguo centro de creación artística en el universo Igelak. Resulta curioso no especular tras la energía desembocada a lo largo de estas semanas que han dejado tantas huellas y testimonios de un trabajo detallista y concienzudo.
Es más que probable que Igelak sea el último filme realizado en Arteleku. “Un cartel casi despedazado alerta que “durante 15 años fue habitado por los trabajadores de la empresa Easo, un almacen de distribución, montaje de materiales, o por una fábrica de piensos compuestos” para convertirse después en un referente creativo… deshabitado con el tiempo. ¿Se atrevería alguien a hacer un documental, acaso un making of sobre Arteleku y la película?
Durante estas emanas de rodaje las preocupaciones han sido otras…
Por un lado, la barba de Gorka Otxoa, poblada (e hiperpoblada) que tenía fecha de caducidad por motivos de agenda y por otro lado la metereología, que ha respetado perfectamente la estética de la propia película, que exigía días más nublados o grises. “Debido al aguacero que cayó en Baiona tuvimos que cambiar los planes en Lasa eta Zabala”, recuerda uno de los productores.
Por otro lado, Gorka Otxoa no ha perdido la sonrisa durante la película. “Otras veces he terminado más cansado, pero esta vez está siendo muy especial”, recordaba el actor en el último día. Lo mismo ha ocurrido con los extras, equipo técnico, artístico… Un proyecto que ha desprendido energía y buen rollo.
Igelak cobrará vida en el 2016. ¡Nos vemos en los cines!

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Foto David Herranz

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foto David Herranz

@igelakfilm

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Gatibu, jugando con el cine

*Fotos de David Herranz

El grupo vizcaíno Gatibu rodó el videoclip principal de Igelak en pleno día de Santo Tomas, una de las jornadas más populares en las plazas vascas. ¿Rodar o grabar? Lo correcto sería hablar de un videoclip que tiene una estética y producción cinematográficas que ha contado con el equipo técnico de Igelak. El videoclip se podrá ver en septiembre.

Gatibu

Gatibu

Tras el primer ensayo y grabación, los componentes de la banda han quedado impresionados con la calidad de la imagen. “Muy industrial”, comentaban tras verse en un plano secuencia donde se reflejaba la intensidad de un concierto. “Las imágenes son muy chulas”, insistían. Les sonaba a un loft neoyorquino bajo la tutela de la luz y de los focos. “¿Debo cerrar la chupa en el siguiente plano?”, preguntó Caballero. “No te preocupes, no hay problemas de raccord como en el cine”, le responde el realizador. La estética de un videoclip, originariamente rompedora y fragmentaria, tiene sus propios códigos.

Los gustos de los miembros de Gatibu también han ido variando. Álex Sardui sonríe al recordar una de las últimas películas que ha visto: Atrapa la bandera. “Llega un momento en el que son los hijos los que deciden las películas”, matiza el líder de la banda, que no se considera un cinéfilo empedernido. El guitarrista Haimar Arejita es un gran seguidor de la saga Star Wars. Llegó a contabilizar 30 objetos y muñecos de la portentosa saga que haría las delicias de un buen coleccionista. “Al final, terminé regalando la mayoría”, reconoce. Gaizka Salazar, Mikel Caballero y el propio Arejita convocan títulos emblemáticos como El resplandor, Alguien voló sobre el nido del cuco y “cualquiera de los hermanos Marx”.

Es la primera vez ponen voz a una película. “Hoy no mandamos, estamos al servicio de la película”, concluyen. Un día para jugar con el cine.

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Ainhoa Arteta, entre bodas, bautizos y comuniones

*Fotos David Herranz

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Ainhoa Arteta

Jorge, Pablo, Unai y Álex, cuatro jóvenes músicos de entre 18 y 20 años de Musikene, aguardan con paciencia su gran momento de gloria. “Es Ainhoa Arteta, ¿no? Si es muy conocida…”, comentan sorprendidos ante la gran oportunidad de actuar ante la eterna Bohéme. “La vi en la Expo junto a mi madre”, comenta uno de ellas. Precisamente, en aquella actuación tuvo que solicitar una invitación especial para saltarse una de sus actuaciones en La Scala de Milán.

La agenda de Arteta, cerrada hasta el 2017, no permitía mucha improvisación, pero la soprano tolosarra se reserva unos días para volver a casa durante el mes de diciembre y además tanto el título de la película como el proyecto le producían mucha simpatía. No dudó en dar el sí aIgelak por lo acertado de la propuesta, que combina drama y humor.

Por algo, Ainhoa es una auténtica recolectora de ranas. Los visitantes de su casa ya conocen la debilidad de Ainhoa por las ranas en forma de recuerdos, esculturas, atrezzo…  A nadie le extrañó, por tanto, que pidiera un recuerdo de su gran día en el rodaje. “Oye, no tendrás una pegatina de Igelak por ahí, ¿no?”, pregunta la cantante, que promociona Mayi, su tercer disco de corte pop.

Su disco anterior Dont´give up(2010) la acompaña en su actuación. Ya no es la diva que canta en los grandes centros operísticos del mundo sino una cantante que cede su talento a bodas, bautizos y comuniones. Hace poco, en una entrevista en El País, advertía de que tendría que ser más astuta en las negociaciones. “Pero ni valgo para eso ni quiero. Prefiero morirme de hambre”, sostenía. En dicha escena imaginaria del filme, rodeada de artistas que malviven en la calle, vestida de rojo y negro, seduce a la cámara en una actuación dramática excepcional: una voz directa y muy emocional bajo la batuta de Iñaki Salvador. Se trata de una diva que pasa por momentos bajos y que canta en la calle.

La soprano espera que el escenario que retrata la película (músicos empobrecidos que malviven como pueden) “no se convierta en realidad”. Crítica con el tristemente famoso impuesto del 21%, lamenta que los cachés hayan bajado muchísimo a raíz de la política fiscal.

Activista animalista en Twitter, la defensa y cuidado de los perros abandonados o maltratados es una de sus grandes luchas. Colaboró en una perrera en Italia y se le quedó grabada en la conciencia las duras imágenes provocadas por el ser humano. Menos mal que las ranas aportan muchas más alegrías…

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Gorka Otxoa, un actor visto desde la azotea

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foto David Herranz

Desde la azotea del juzgado de Donostia, el mundo se ve con otros códigos: vemos pasar un D-Bus que, casualidades del destino, porta una rana que nos suena especialmente. El logo del autobús se asemeja al visto en la película. Un signo para parte del equipo. “Esto es una señal”, relata un miembro de Igelak.

En la azotea,  lugar no apto para las personas que sufren vértigo, reluce la figura del coordinador de especialistas del filme, el reconocido Ángel Plana. Muestra satisfecho en su Smartphone el  salto de 10 metros del especialista que se hace pasar por Gorka Otxoa:  un actor algo más bajo y más fornido que lleva un tupé que surfea por el viento donostiarra. “En cámara ha salido muy bien”, sostiene orgulloso Ángel Plana. No es la primera vez que su personaje necesita un especialista: su personaje es tan vertical como horizontal. Llega a conocer las mieles del éxito y las limitaciones de una sociedad comprimida, alejándose del mundanal ruido.

Algunos lugareños reconocen a Gorka. “La gente es discreta y nos respeta”, asevera. Recuerda que en su última película rodada de noche en Madrid, un vecino les gritaba cada dos por tres. Supuestamente, quería recibir dinero a costa de su silencio.

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Foto David Herranz

Gorka, un actor que pasa por un momento dulce, aguarda con tranquilidad su próxima secuencia. Peio (Gorka Otxoa) saluda con un traje formal, lejos del aspecto maleable del inicio del rodaje, obra y gracia del gran trabajo de las chicas del vestuario. No es difícil reconocerle ahora: trajeado, más natural, sin la barba hiperpoblada y la ropa de vagabundo que llevaba hace unas semanas. “El personaje tenía que alejarse de todo el mundo”, asiente Gorka Otxoa, que repite con el mismo equipo técnico de Bypass. “Cuando trabajas con un director que tiene las cosas claras y el guión es muy bueno,  todo fluye”, comenta distendidamente.

Peio, su alter ego, es un personaje con sus derivas y socavones.  “He realizado un viaje tanto personal como profesional”, comenta el actor, afincado en Madrid, que quiere aclarar que no canta ni baila al estilo de El otro lado de la cama (2002). Es decir, la música tiene un protagonismo especial como hilo conductor, pero los personajes no cantan, ni bailan…. “Pero saltan”, recuerda el especialista.

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Fábula para una película sin fronteras

Gorka Otxoa

Foto David herranz

Iñaki Salvador

Foto David Herranz

Las historias para ser universales tienen que partir de lo local. Tan solo un gesto puede servir para comunicar y romper barreras idiomáticas y crear una película universal. El músico Iñaki Salvador es de la opinión, como el resto del equipo de Igelak, que están creando un relato con una clara vocación universal. “Se va a entender muy bien en cualquier parte del mundo”, subraya el compositor que
recuerda a otro referente universal, el genial Tortell Polltrona, por su atuendo colorista que se parece a algunas creaciones que realizó para TV3 en los 80. Todo un creador de la ONG Payasos sin Fronteras. ¿Se podría hablar de una PSF (Película Sin Fronteras)?
La fábula del escorpión y la rana, de origen desconocido, viene a colación para entender la vocación universal de Igelak. Es decir, una clásica historia de traición. Según la leyenda, el escorpión le pide ayuda a la rana para cruzar el río y le promete que no le hará daño. Cuando están en la mitad del trayecto, le pica y descubre su verdadera naturaleza. Por ahí van los tiros. Una de las claves para comprender Igelak.
La música de Iñaki Salvador es otro estimulante tejido que abarca todos los meandros y sedimentos del filme. Ha compuesto ya la melodía que arropará a la soprano Ainhoa Arteta y será el encargado de alumbrar de luminosidad y consistencia a las demás piezas y canciones de grupos conocidos.
Salvador, músico y gran comunicador, afronta su primera experiencia como actor en el cine tras varias incursiones en el teatro. “La mayoría de los músicos son tímidos. Incluso para decir buenas noches, hay gente que lo pasa muy mal. A veces hay que callarme para que vuelva al piano”, comenta .

Al director, Patxo Telleria, le conoce desde que ambos compartieron proyectos: el primero, como actor y él, como músico. Lo dice, con un acordeón en la mano y con ese recuerdo a Tortell Poltrona, un genio enraizado en su sociedad y con una clara vocación de poesía escénica. De búsqueda de lo universal.

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Francis, todo un animal escénico

El líder de Doctor Deseo aguarda con tranquilidad su actuación en el rodaje de la película Igelak. “Es mi primera experiencia cinematográfica”, relata Francis, que no desentona, ni muchos, en un escenario perfectamente ideado por el director de arte Peio Villalba (Lucía y el Sexo, La Comunidad).”Para mí es una experiencia nueva. He tenido alguna oferta de Hollywood para hacer de guapo y de playboy, pero las he rechazado todas. Poco a poco, me estoy metiendo en el papel”, sonríe el cantante bilbaíno, acostumbrado a los entresijos de los videoclips y expectante ante la minuciosidad de un rodaje profesional.

Francis

David Herranz

Muchos se preguntarán si actuará o si se limitará a mostrar su “directo” con la guitarra y su característica voz. Francis se come a la cámara y gana a su entregado público. A los que tiene delante y al equipo que está detrás.

Cinéfilo y admirador de Ridley Scott, aunque con Marte da por jubilado al gran autor de Blade Runner, Francis, cuya película favorita es Léolo, es uno de los muchos músicos que han confiado en Igelak, junto con Gatibu, Gose… De hecho, el cine, como máxima expresión de lirismo y estética, le ha hecho pensar en más de una ocasión. Con frases como “Porque sueño, yo no lo estoy” (Leolo), “Las máquinas no nos enseñan a ser humanos” (Blade Runner).

Francis, vestido de negro y con su ya famosa liga roja, parece encantado y expectante. El rojo, precisamente, no abunda en la fábrica-casa recreada por el director de arte que ha querido marcar las actividades de los Igelak, identificados, cómo no, con el color verde. “Aquí están todas las tonalidades del verde”, subraya. Un color con fuerte personalidad (difícil olvidarse del verde malaquita de El matrimonio Arnolfini, de van Eyck), el verde cardenillo, o el verde eterno. O verde veronés, en honor a Paul Veronese, que también está presente en Igelak.

Toda la labor de arte proviene de un concepto: en este caso del reciclaje, ya que los protagonistas de esta comedia social pueden salir corriendo en cualquier momento de su “casa”, por lo que todo tiene un carácter de transitoriedad. De ida y vuelta. “El mundo del palet y el reciclaje está muy de moda. Hay mucho diseño como cajas, por ejemplo”, asevera Villalba. Además, parte del equipo ha aportado sus conocimientos de escultura y carpintería.

Otro concepto: intentar redondear el espacio en forma de rana. Han incluido algunos guiños reconocibles a Bansky. Un Bansky con forma y trazo de rana. O detalles como la charca para que las ranas-personajes vivan a sus anchas. Sutilmente, pero sin perder el concepto. Igelak.

 

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Rodamos. Acción… Igelak

Donostia. 10 de la mañana. Un ciudadano viene acelerado y preocupado debido a un desahucio que se avecina. “Venía a defender a la anciana que van a sacar de casa”, afirma. El buen hombre, Jesús L., ya ha asistido a más personas en este tipo de casos. Pero no hace falta que, por esta vez, tenga que actuar (en sentido literal) y mucho menos en pleno rodaje de Igelak, escrita y dirigida por Patxo Telleria (Bypass, La máquina de pintar nubes) y producida por ABRAPROD.cropped-logo.jpg

La pancarta de la discordia (“Kaleratzeak Stop”). Muchos vecinos se despistaron y llegaron a pensar que se trataba de un desahucio real. Un síntoma de que el trabajo estaba dando sus frutos. La casa legalmente alquilada para el rodaje creó expectación entre los vecinos y permite reflejar el caos, perfectamente orquestado, de un desahucio ficticio.

Efectivamente, difícil pensar lo contrario.

Los agentes de policía despistaban e imponían.

Los policías, con aspecto serio, concentrados en su misión. Un salto cualitativo desde Bypass ya que la acción va a tener más protagonismo.

Gorka Otxoa (Pagafantas, Bypass, Los miércoles no existen, Velvet) interpreta al director de una sucursal. Poco que ver con el economista majo y bonachón de Bypass. El Peio, al menos al inicio de la película, es un cabroncete, tal y como añade Tellería. El contexto de crisis económica (y moral) provocará todo tipo de catarsis.

Gorka se sube al tejado de la casa desahuciada. Él o su doble. “Soy escalador desde los 12 años”, sostiene Zuhaitz, con la misma ropa llena de harapos y aspecto sucio que lleva Gorka. Como las botas de los policías. “Con brillo, pero sin que parezcan impecables”, relata la jefa de vestuario. La ropa harapienta es un buen muestrario del tono de esta comedia social. El director y guionista Patxo Tellería ha recreado una ciudad vasca irreconocible. Podría ser Bilbao, o Vitoria-Gasteiz, o el mismo Donostia. “No hemos querido personalizar”, afirma.

Además de Gorka Otxoa, Miren Gaztañaga, Josean Bengoetxea, Gurutze Beitia y Mikel Losada, actuarán en esta película (Igelak) que se estrenará el próximo año.

Si hay alguna persona en la memoria de todos, ése es, sin duda, Aitor Mazo, un compañero infatigable en estos días intensos de rodaje. “Iba a protagonizar uno de los seis personajes. Su hija realizará un cameo”, recuerda Patxo Telleria, que esta vez no nos sorprenderá con un cameo como en Bypass. “No he pasado el casting”, sonríe.

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