Inteligencia emocional

La Profecía Emocional y la Autorresponsabilidad

por Igor Fernandez

Es importante que nos paremos por un instante a intentar descifrar uno de los procesos que genera más confusión a la mayoría de nosotros y que tiene mucho que ver en la respuesta emocional.

¿Qué sucede primero: la emoción, el pensamiento, la acción? Es decir, cuándo actuamos ¿somos dueños de nuestra reacción? ¿Somos meramente reactivos a lo que otros nos hacen o dicen sobre nosotros –como describe el manoseado me sacas de quicio”-? ¿El pensamiento aparece tan sólo al final en forma de reflexión, cuando ya hemos dicho, ya hemos actuado? ¿Qué conclusiones sacamos a posteriori que nos llevan a actuar de una determinada manera en nuevas situaciones?

  

Bien, quizá un ejemplo pueda arrojar un poco de luz: entramos en un restaurante y vemos a una persona conocida que parece no vernos. En ese momento una reflexión posible puede ser “este hombre es un desconsiderado, a ver quién piensa que es para negarme el saludo.”, o bien “no puede ser, si me ha mirado a los ojos directamente, no ha podido dejar de verme” o por último “creo recordar haberle visto alguna vez con gafas, es posible que no vea bien de lejos”. Todas estas reflexiones, influyen directamente en la emoción que sentimos, es decir, en función de lo que pensemos, nos sentiremos enfadados por la ofensa, confundidos por una reacción inesperada o comprensivos y compasivos con las deficiencias visuales de una persona. Como ya sabemos, emociones como el enfado y la compasión, nos llevarán a conclusiones muy diferentes y por tanto a actuaciones muy distintas. En cierto modo, elegimos una parte de la realidad del estímulo, de tal manera que encaje en nuestro modo habitual de ver las cosas. Realmente el que decide sentirse ofendido o compasivo, hace una revisión consciente de los rasgos de la misma situación y se decanta por unos o por otros.

El hecho de que, como en los ejemplos descritos más arriba, nos sintamos de una u otra manera, en gran medida viene mediado por nuestros propios pensamientos, expectativas y creencias que nos muestran el estímulo, la situación también de una u otra manera. Sin embargo el proceso no se detiene aquí, ya que las consecuencias derivadas de unas u otras actuaciones tienden a confirmar las creencias o expectativas que hemos utilizado previamente para evaluar la situación, antes de actuar y antes de llegar de nuevo a dichas conclusiones. Cumplimos nuestras propias profecías en cierto modo, y corremos el peligro de que las conclusiones se hagan tan habituales que lleguemos a automatizar la forma en que percibimos el mundo.

¿Nos damos alguna vez la oportunidad de mirar a las cosas de otra manera?¿revisamos nuestras expectativas ante situaciones que habitualmente nos hacen sentir mal? Dadle una vuelta.

7 pensamientos sobre “La Profecía Emocional y la Autorresponsabilidad

  1. Carlos

    Después de darle varias vueltas al tema, creo que en la raíz de todas las auto profecías se encuentran las creencias, que son generalizaciones o enjuiciamientos que nos vamos formando en base a experiencias pasadas, que utilizamos para formar nuestro entender acerca de como es el mundo,quienes somos y qué podemos hacer a lo largo de nuestras vidas, pero muchas veces las vamos construyendo casi sin darnos cuenta y que también, sin notarlo se nos convierten en profecías sobre nuestro propio destino de ahí la importancia de ser conscientes de ellas y recordar que cada creencia está basada en perspectivas específicas y percepciones acerca de una situación y no en lo que es posible o lo que también podría ser verdad, por ello es imprescindible revisarlas, como bien dice el autor de este artículo para poder ser capaces de modificar las auto profecías negativas por otras positivas.

  2. Maura

    Me ha gustado el artículo porque quien lo lea va a poder ser un poco consciente de cómo funcionamos, de como vamos formando la cadena de funcionamiento en la que cada uno de nosotros estamos, llamaría la atención sobre la consciencia personal y el análisis de nuestros procesos, hasta los más cotidianos. En mis tiempos de universidad nuestro lema era acción reflexión acción y por supuesto que hoy lo sigue siendo. Somos capaces de saltarnos la profecía a nada que pensemos en cómo funcionamos, algo especialmente importante cuando sentimos en nuestro fuero interno que algo no va bien en nuestra forma de sentir y vivir la vida. Saludos Maura

  3. Rosa

    Este interesante artículo nos deja una brecha enorme para varias lecturas, sobre todo esa: la que nos incita a ser conscientes de nuestros procesos diversos, de acercar nuestras apreciaciones a la realidad. Aunque a decir verdad, vivimos en un mundo “imaginario”, el que nuestro ser desde los sentidos, las experiencias, los valores… nos ayuda a percibir y valorar. ¡ Y qué saludable, por tanto, esa invitación final a la reflexión y revisión constantes de esos marcos referenciales que constituyen ejes de nuestro hacer cotidiano!

  4. oier

    Somo esclavos de nosotros mismos. Esto creo que es una realidad y que salir de esta rueda no puede por menos que ser difícil y tiene que venir dado por algo tan valorado y tan poco utilizado como es la voluntad. Voluntad de cambio y voluntad para comenzar a conocernos a nosotros mismos. Todos los autores sobre IE escriben que parte fundamental de este “aprendizaje” parte del autoconocimiento o de la conciencia emocional… y ese principio es al que más escapamos todos. Queremos regular las emociones, queremos regular las emociones de los demás, pero no tenemos la voluntad, o la valentía, de empezar por nosotros mismos. Esto hace que sigamos siendo como somos, sin revisar, como muy bien dice Igor, nuestras creencias y actitudes, nuestos pensamientos y comportamientos, sobre todo aquellos que no contribuyen a nuestro bienestar subjetivo ni al de los demás.
    Comencemos por nosotros mismos esta “revolución emocional”, esta nueva línea que nos indica que somos razón y emoción, cabeza y corazón. Debemos enterder que revisando nuestros comportamientos y pensamientos comenzará un cambio, un camino lleno de esperanza para el futuro.
    Es lunes por la mañana, y después del fin de semana y la vuelta al trabajo mi espírito es más revolucionario que conservador. Empecemos a cambiar ya y empecemos por nosotros mismos. Un saludo a todos.

  5. Ígor

    Hola a todos de nuevo, soy Ígor, quien firma el artículo que algunos de vosotros estáis comentando.
    Sólo quería agradecer a todos los que estáis escribiendo, vuestro interés, pero también quiero dirigirme a aquellos de vosotros que no escribís.
    Estoy sorprendido gratamente por el nivel de reflexión de los comentarios, sin embargo, mi intención al escribir los artículos no es llevar el tema a una discusión teórica o a hablar del sexo de los ángeles, no.
    Mi intención es simplemente llevar vuestra atención -tan demandada, lo sé-a lo que implica en nuestra vida cotidiana dar por hechas ciertas cosas antes de que ocurran.
    A los que leáis esto, simplemente deciros que todos somos expertos en nuestras propias vidas, todos; y por tanto todas las opiniones son igual de validas y valiosas, así que no es necesario hablar como un psicólogo o un profesor, ni serlo, para tener razón en estas cosas del corazón. Al fin y al cabo, todos tenemos uno.

  6. Jon

    Aupa Igor!! He de decirte que me resulta dificil entenderte en algunos conceptos, sobre todo cuando hablas de profecías y todo eso. Lo que sí me ha quedado claro es que cada uno entiende una situación de diferente manera y que por eso las emociones ante una misma situación son diferentes. Es así? Estoy de acuerdo y siempre que caigo en prejucios o estereotipos me digo a mi mismo: “Cuando hay que hablar de dos, es mejor empezar por uno mismo” Esta es una frase de uno de los poetas del siglo XXI. Adolfo Cabrales arias “FITO”. Gracias Igor. Un abrazo

  7. Aitziber

    Sin llegar a la agresividad, yo si soy consciente de situaciones en las que tenía una idea predetrminada de alguna persona y de la que, por circunstancias he llegado a conocer mejor, he llagado a descubrir después lo equivocada que estaba al respecto. Ésta y otras situaciones similares me permiten cuestionarme la cantidad de ideas equivocadas que interpreto a lo largo del día, y las consecuencias que plantean: perdemos muchas oportunidades de conocer a gente y crecer como personas si no terminamos de limpiar los cristales de nuestras gafas. Eso si, no todos tenemos el coraje de asumir, que las cosas, no eran tal y como yo as veía. ¡Gracias Ígor!

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