Por Rosalia Peña Sarmiento
En esta oportunidad me gustaría someter a la consideración de los lectores otra de las muchas aristas de los roles de género, tema que ya he tratado en artículo anterior. Y es que su repercusión va mucho más allá de lo que se espera de la, actuación humana, en cuanto feminidad- masculinidad.
Si se analiza, por ejemplo, la oposición tradicional – bien comentada en la literatura- mundo privado/ mundo público para mujeres y hombres, respectivamente, gran reto tienen unos y otros. Por un lado, las féminas luchan cada vez porque sea reconocido su importante papel también en la vida pública. Los últimos años dan cuenta de ello, aunque- sobre todo en otras latitudes- aún los recursos están lejos de las manos femeninas. Mientras, por otro lado los varones- tal vez menos conscientes, pero no en menos largo camino- avanzan hacia el encuentro en un espacio que parecía de su control.
Desde el punto de vista emocional, por ejemplo, no es extraño encontrar a madres trabajadoras fuera de casa que viven con cierta culpabilidad el no estar junto a hijos, pareja, el tiempo que aporta a su crecimiento- en tal sentido- – y su aporte social, logro, que se revierte positivamente en la vida familiar; y padres que se avergüenzan ante los ojos incisivos de sus congéneres cuando asumen tareas de la educación de los hijos, del hogar, que históricamente eran asunto femenino, sin percatarse que cada vez logran más autonomía personal, un desarrollo emocional, que puede evitar a corto o largo plazo la dependencia (emocional), la soledad… Por otro lado, la falta de recursos emocionales para asumir los cambios, para compartir responsabilidades y poderes, lleva tanto a mujeres como hombres a vivir emociones perjudiciales para la salud: estrés, ansiedad, ira…
Pese a que nos parece lejana la meta, las últimas décadas han dado un cambio positivo que hace tan sólo 50 años atrás ni soñábamos tener. Pero no es suficiente tener nuevas realidades, es necesario percibirlas e interpretarlas, bajo el prisma de valores que permitan ver el significado de las conquistas para tener el aliento necesario para defenderlas. La revisión de los modelos interiorizados y la voluntad de ponerse a la altura de las demandas de los tiempos que corren, acaso podría ser un buen punto de partida. La familia, la sociedad necesita de un acercamiento emocional, afectivo, equitativo entre sus miembros, pues verdaderamente en la unión está la fuerza.
¿Qué te gustaría que cambiase en la comunidad donde vives? ¿ Consideras que tú puedes ayudar a esos cambios?
A mi lo que me gustarÃa que cambias es esa dicotomÃa permanente entre mujer y hombre y que avanzáramos en la igualdad real entre ambos, tanto la legal como la laboral, la racional y la emocional. Y eso respentando las diferencias existentes entre ambos sexos pero no las difernecias debidas a la educación. Somos seres sociales y creo que la educación sexista que todos hemos recibido ha hecho mucho daño a ambos sexos, aunque es oblidado recocnocer que la peor parte se la ha llevado la mujer. Mejoresmo pues la educación, y dentro de ella la educación emcional, para que todos nos beneficiemos de sus bondades y no limitemos a ninguno de los sexos en cuanto a sus posibilidades. Un ejemplo es el que las mujeres pueden expresar sus sentimientos y los hombres han de reprimirlos. La ley del péndulo creo que nos está haciendo un flaco favor últimamente a los hombres en cuanto a su consideración social… parece que ahora somos los “tontos” de la pelÃcula. Luchemos por la igualdad entre hombres y mujeres respentando aquellas diferencias que nos enriquezcan a ambos… y el mejor camino para ellos es y será la educación. Animo compañeros y compañeras en este empeño!!.
Sólo quiero comentar: ¿Hasta cuándo las personas vamos a tener género?
Por lo que me enseñaron en la escuela, son las palabras las que tienen género ya que es un concepto gramatical.
Personas y animales se diferencian por sexo: macho – hembra; Hombre – mujer.