Inteligencia emocional

Emociones enmascaradas, necesidades enmascaradas.

Por Igor Fernández

Es fácil para cualquiera de nosotros identificar situaciones con ciertas personas, en las que nosotros mismos o nuestro interlocutor, parece estar más enfadado, triste, o inquieto de lo que sería esperable dadas las circunstancias. Incluso a veces parece que la reacción emocional no tiene sentido. He aquí un ejemplo de la cotidiana aparición de lo que llamamos emociones enmascaradas. Nos referimos a aquellas emociones que:

• Duran mucho y se repiten una y otra vez.
• Su grado de intensidad no guarda relación con la causa que la produce.
• No es contagiosa y provoca en los demás una emoción distinta a la que esperamos.
• La emoción exteriorizada es distinta a la que sentimos.

Si pensamos en una de esas discusiones que todos hemos tenido alguna vez, en la que por ejemplo, hemos terminado a gritos con nuestra pareja, por discutir si le echamos más sal o no a lo que estamos cocinando, nos podemos hacer una idea de lo que describimos más arriba. Pero ¿por qué sucede esto? ¿Por qué rápidamente nos resbalamos hacia ciertas reacciones emocionales incoherentes?…

O por lo menos aparentemente incoherentes…

  

Supongamos que esta situación no es nueva, sino que hace mucho tiempo, cuando nos enamoramos por primera vez de esa persona, obnubilados decidimos “ceder”, no sólo en cuanto a la cantidad de sal, sino en cuanto a adónde nos vamos de vacaciones, o quién tiene que hacer según qué cosas en casa, qué tipo de cosas se pueden decir y cuáles no son bien recibidas. Supongamos también que el resultado de mostrarle a nuestra pareja nuestra disconformidad lleva consigo una agria discusión o un entristecimiento, o una manipulación por parte del otro. Entonces, una decisión habitual, y normal, dadas las necesidades de cada uno, es simplemente, dejar de hacerlo. ¿Significa esto que hemos dejado de necesitar decidir, que nos escuchen, o simplemente expresarnos? No.

 

Se trata de una decisión estratégica para evitar lo que creemos que son males mayores. Pero hay más, en nuestras mentes damos a veces un paso más allá: llega un momento, en el que nos decimos a nosotros mismos: “¡Bah! No merece la pena, no es tan importante.”. Con esta simple frase rompemos el contacto con esa necesidad tan lícita que tenemos y nos convencemos de que realmente no necesitamos decir lo que estamos pensando o pedir aquello que lícitamente nos pertenece. Esta decisión, a pesar de no hacer que desaparezca la necesidad, nos hace sentir mejor, ya que no nos sentimos tan agobiados. Por esta razón, lo más probable es que la próxima vez que emerja esa necesidad tan incómoda, volvamos a decirnos “¡Bah! No es tan importante”

Sin embargo, como podéis imaginar, retener la energía que genera una necesidad no cubierta, cuesta mucho. Es difícil, a medida que pasa el tiempo, aguantarnos la inquietud o la urgencia y muchas veces pagamos por ello el precio de las contracturas, o el insomnio. Por esta razón, de vez en cuando, en situaciones aparentemente neutras, nuestro malestar emerge e incluso a veces con quien no tiene nada que ver.

¿Soy demasiado insistente si reincido en que mantenernos en contacto con nuestras necesidades es un paso indispensable para regular nuestras emociones? ¿os suena de lo que estamos hablando?

3 pensamientos sobre “Emociones enmascaradas, necesidades enmascaradas.

  1. Jon

    Creo que en las relaciones de parejas, existe una gran presión del grupo de amigos, la familia, la sociedad…: “Eres un calzonazos, esa novia no te conviene, sois de distinta religión, raza…” Y en la propia pareja se ven salpicadas esas presiones, que muchas vecen estallan por la cantidad de sal que hay que echar a la ensalada. El miedo a perder a la pareja a quedarse sólo o a ser mal visto por tu madre porque a tu madre le cae tu novia te hace caer en la espiral de que TODO LO QUE TE DICE TU PAREJA VA CONTIGO. Y por eso obvias lo que a ti te conviene, llenándote de mierda hasta arriba, hasta que al final te deja tu novia y te has dado cuenta que has sido un primo.
    Las necesidades individuales deben saciarse y ser comunicadas y por supuesto que hay que ceder con la pareja al igual que ella debe ceder contigo. Eso es el amor, respeto y cariño, NO EL ABUSO del ejemplo anterior.

  2. Nekane

    Creo, que el mantenernos en contacto con nuestras necesidades, es un paso indispensable para regular nuestras emociones, ya que el proceso autoregulativo, forma parte de la habilidad inherente para valorar nuestras prioridades, siendo necesario distinguir las prioridades de los demás con las propias.

  3. oier

    No se si es necesario estar en contacto con nuestras necesidades para regular nuestras emociones o justo lo contrario: estar atento a nuestras emociones para así detectar cuáles son nuestras necesidades y, una vez sabido esto, regular nuestras emociones. Las emociones nos dan una información imprescindible para poder analizar una situación, definir lo que nos gusta o lo que no o incluso saber si el rumbo que le estamos dando a nuestra vida es el correcto o no… nos lo hacen sentir en nuestras entrañas y a veces hacemos caso omiso a esa información y seguimos adelante… el problema… saber interpretar correctamente la información que nos brindan, saber comprenderlas para después poder regularlas… pero esa regulación ha de ser racional, con lo que debemos saber leer primeramente el mensaje concreto que nos ofrecen. Como siempre, unir razón y emoción para conseguir ser más felices… fácil de decir pero no tan fácil de hacer… el camimo… el desarrollo de la inteligencia emocional.

Responder a Nekane Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Confianza online