Inteligencia emocional

Autocontrol en la infancia

Por Olatz Elizondo

Los menores, como los adultos, necesitan una cierta motivación más allá de la comprensión racional. Nadie hace algo por nada. Nadie se esfuerza si no le reporta un cambio beneficioso cuando aún no se ha adquirido el hábito. Luego, una vez conseguido, cumplir con el mismo suele ser suficientemente gratificante.

El Autocontrol de la conducta está relacionado con la autoestima directa e indirectamente, y depende, al menos en parte, de tipo de lenguaje que empleamos con nosotros mismos. El autocontrol de la conducta es de suma importancia en el proceso evolutivo de las personas.

Los problemas a los que no encontramos solución a menudo desembocan en un malestar crónico. Cuando las estrategias que utilizamos para afrontarlos fracasan, aparece un sentimiento creciente de indefensión que dificulta la búsqueda de nuevas soluciones. Esto provoca que disminuya la posibilidad de alivio, que el problema empiece a aparecer irresoluble y que la ansiedad o la desesperación puedan llegar hasta niveles paralizantes.

  

Tenemos que ver las emociones como una oportunidad de entrar en contacto afectivo con los niños, de entenderlos y luego poder enseñarles, en vez de ver la emoción como un conflicto o un problema.

Un objetivo importante es dar respuestas a las emociones antes de que se salgan fuera de control. Hablar de las emociones antes de que estallen puede enseñar al niño a enfrentar momentos de crisis, como podría ser el caso de las rabietas.

A todos nos resulta agradable y gratificante que las personas de nuestro alrededor nos alaben o señalen aquellas cosas que hacemos bien o simplemente que cumplimos correctamente con nuestras actividades diarias. Esto forma parte del reconocimiento externo y afecta muy positivamente a nuestra autoestima.

Al actuar como modelos, estamos enseñando, por simple imitación, a hacer lo mismo.

Cuando escuchamos atentamente la expresión emocional de un niño le estamos enviando el mensaje de que sus emociones nos importan. De que es importante reconocerlas y que se pueden regular. Este conocimiento llevará al aprendizaje de autocontrol de acciones y comportamientos.

¿Crees que el aprendizaje emocional puede ayudar en la resolución de los problemas de conducta infantil?

8 pensamientos sobre “Autocontrol en la infancia

  1. Angel Parra Morneo

    ***¿Crees que el aprendizaje emocional puede ayudar en la resolución de los problemas de conducta infantil?

    Tus reflexiones sobre autocontrol en la infancia me parecen muy interesantes. Todos necesitamos una motivación más allá de lo racional. Lo importante, y a su vez lo difícil, es saber encontrar el paso de esa motivación en nuestra relación y en nuestras relaciones interpersonales. Una adecuada comunicación con nuestro interior y un desarrollo de nuestra inteligencia emocional son dos premisas indispensables para resolver los problemas no sólo de nuestra conducta infantil –muchos de los cuales todavía están esperando una solución si no definitiva, sí, una solución que cicatrice para siempre las heridas de nuestra infancia- sino también nuestra conducta como adulto.

    El aprendizaje emocional no sólo puede ayudar en la resolución de los problemas de nuestra conducta infantil, sino que es la clave para el tratamiento y/o transformación de los problemas de nuestro día a día. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento personal, cuanto mayor sea nuestro autocontrol mental más fácil será afrontar los problemas que, en ocasiones, nos angustian y tanto nos preocupa.
    La realidad psicológica es que mientras todos tratamos conscientemente de hacerlo lo mejor posible, las presiones de la vida nos producen reacciones internas en la inconsciencia de las cuales no tenemos conciencia. Seguimos sin tener conciencia de ellas incluso cuando llegan a ser lo suficientemente perturbadoras para producir síntomas físicos. La dimensión emocional incluye dos tipos de mente: la conocida como mente consciente y la mente inconsciente, una tierra remota que de hecho tiene una influencia más profunda en nuestras vidas, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, que su contrapartida consciente. Aunque mucha gente piensa que el poder de la decisión radica en la mente consciente, el hecho es que se trata de un proceso que se basa en todo lo que se ha aprendido y sentido en el pasado, incluyendo la formación que reside en el inconsciente.
    No debemos olvidar que como personas todos estamos sometidos a un tipo de presión a lo largo de nuestro desarrollo personal, y de una manera especial en nuestra INFANCIA. Todos reaccionamos interiormente ante estas presiones, y todos desarrollamos síntomas físicos en respuesta a nuestros sentimientos interiores. No importa cómo reaccionamos conscientemente ante las presiones de la vida, otro mundo de reacciones existe en el inconsciente. Como no somos conscientes de estos sentimientos y no los podemos controlar, y dado –que a menudo- son tan amenazadores, y aterradores, nuestro cerebro va a producir automáticamente síntomas físicos para evitar que los peligrosos sentimientos se manifiesten y accedan a la consciencia. Así es como aparecen los síntomas psicosomáticos, unos síntomas que son universales en nuestra sociedad occidental. No son una señal de enfermedad mental o emocional. Verlos como algo anormal o aberrante conduce a grandes errores no sólo en el mundo de la educación sino también en el mundo de la “Sanidad” (“mens sana in corpore sano”).

    Hablando con una amiga ayer por la tarde, me decía que cada vez está más convencida de que el dolor, el sufrimiento, el sentido de culpabilidad, …tienen una base de conexión psicosomática. Pienso –me decía- que todo el mundo tiene síntomas psicosomáticos (es decir derivados de una conexión psicosomática). Muy pocas personas, si es que hay alguna, viven sin experimentar una o más de estas manifestaciones, ya que éstas reflejan la organización evolutiva de la psique humana. Y lo más importante, estas manifestaciones demuestran que no hay separación entre la mente y el cuerpo, que los dos están interconectados. Uno no puede estudiar la patología de las enfermedades humanas sin tomar en cuenta el papel de la psique. Hoy, es una insensatez descuidar los componentes emocionales de la enfermedad humana. En algunos casos las emociones desempeñarán un papel secundario; en otras, el principal. Descuidar esta dimensión es una omisión tan grande como ignorar el papel de los microorganismos en una enfermedad. No es posible un autocontrol si no somos capaces de conseguir un verdadero equilibrio mente cuerpo. No es posible la solución o transformación de nuestros conflictos, de nuestros trastornos psicosomáticos sin una adecuada base emocional. Los conflictos siempre están presentes en el inconsciente, nacidos de varios elementos que constituyen el mosaico de la psique humana. Estos conflictos generan el desarrollo de las emociones que no pueden ser toleradas, y que por tanto, deben ser reprimidas. Como estos sentimientos indeseables parecen querer manifestarse, la mente tiene que hacer algo para evitar que lleguen a la conciencia. De ahí vienen los síntomas derivados de la conexión entre mente-cuerpo. Cada día estoy más convencido de que cuanto mayor sea este equilibrio más rica será nuestra vida personal e interpersonal.
    Olatz, en otro momento seguiré contestando a algunas reflexiones que quedan pendientes. Que pases un feliz fin de semana. Agur.

  2. Ángel Parra Moreno

    ¿Crees que el aprendizaje emocional puede ayudar en la resolución de los problemas de conducta infantil?

    Tus reflexiones sobre autocontrol en la infancia me parecen muy interesantes. Todos necesitamos una motivación más allá de lo racional. Lo importante, y a su vez lo difícil, es saber encontrar el paso de esa motivación en nuestra relación y en nuestras relaciones interpersonales. Una adecuada comunicación con nuestro interior y un desarrollo de nuestra inteligencia emocional son dos premisas indispensables para resolver los problemas no sólo de nuestra conducta infantil –muchos de los cuales todavía están esperando una solución si no definitiva, sí, una solución que cicatrice para siempre las heridas de nuestra infancia- sino también nuestra conducta como adulto.

    El aprendizaje emocional no sólo puede ayudar en la resolución de los problemas de nuestra conducta infantil, sino que es la clave para el tratamiento y/o transformación de los problemas de nuestro día a día. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento personal, cuanto mayor sea nuestro autocontrol mental más fácil será afrontar los problemas que, en ocasiones, nos angustian y tanto nos preocupa.
    La realidad psicológica es que mientras todos tratamos conscientemente de hacerlo lo mejor posible, las presiones de la vida nos producen reacciones internas en la inconsciencia de las cuales no tenemos conciencia. Seguimos sin tener conciencia de ellas incluso cuando llegan a ser lo suficientemente perturbadoras para producir síntomas físicos. La dimensión emocional incluye dos tipos de mente: la conocida como mente consciente y la mente inconsciente, una tierra remota que de hecho tiene una influencia más profunda en nuestras vidas, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, que su contrapartida consciente. Aunque mucha gente piensa que el poder de la decisión radica en la mente consciente, el hecho es que se trata de un proceso que se basa en todo lo que se ha aprendido y sentido en el pasado, incluyendo la formación que reside en el inconsciente.
    No debemos olvidar que como personas todos estamos sometidos a un tipo de presión a lo largo de nuestro desarrollo personal, y de una manera especial en nuestra INFANCIA. Todos reaccionamos interiormente ante estas presiones, y todos desarrollamos síntomas físicos en respuesta a nuestros sentimientos interiores. No importa cómo reaccionamos conscientemente ante las presiones de la vida, otro mundo de reacciones existe en el inconsciente. Como no somos conscientes de estos sentimientos y no los podemos controlar, y dado –que a menudo- son tan amenazadores, y aterradores, nuestro cerebro va a producir automáticamente síntomas físicos para evitar que los peligrosos sentimientos se manifiesten y accedan a la consciencia. Así es como aparecen los síntomas psicosomáticos, unos síntomas que son universales en nuestra sociedad occidental. No son una señal de enfermedad mental o emocional. Verlos como algo anormal o aberrante conduce a grandes errores no sólo en el mundo de la educación sino también en el mundo de la “Sanidad” (“mens sana in corpore sano”).

    Hablando con una amiga ayer por la tarde, me decía que cada vez está más convencida de que el dolor, el sufrimiento, el sentido de culpabilidad, …tienen una base de conexión psicosomática. Pienso –me decía- que todo el mundo tiene síntomas psicosomáticos (es decir derivados de una conexión psicosomática). Muy pocas personas, si es que hay alguna, viven sin experimentar una o más de estas manifestaciones, ya que éstas reflejan la organización evolutiva de la psique humana. Y lo más importante, estas manifestaciones demuestran que no hay separación entre la mente y el cuerpo, que los dos están interconectados. Uno no puede estudiar la patología de las enfermedades humanas sin tomar en cuenta el papel de la psique. Hoy, es una insensatez descuidar los componentes emocionales de la enfermedad humana. En algunos casos las emociones desempeñarán un papel secundario; en otras, el principal. Descuidar esta dimensión es una omisión tan grande como ignorar el papel de los microorganismos en una enfermedad. No es posible un autocontrol si no somos capaces de conseguir un verdadero equilibrio mente cuerpo. No es posible la solución o transformación de nuestros conflictos, de nuestros trastornos psicosomáticos sin una adecuada base emocional. Los conflictos siempre están presentes en el inconsciente, nacidos de varios elementos que constituyen el mosaico de la psique humana. Estos conflictos generan el desarrollo de las emociones que no pueden ser toleradas, y que por tanto, deben ser reprimidas. Como estos sentimientos indeseables parecen querer manifestarse, la mente tiene que hacer algo para evitar que lleguen a la conciencia. De ahí vienen los síntomas derivados de la conexión entre mente-cuerpo. Cada día estoy más convencido de que cuanto mayor sea este equilibrio más rica será nuestra vida personal e interpersonal.
    Olatz, en otro momento seguiré contestando a algunas reflexiones que quedan pendientes. Que pases un feliz fin de semana. Agur.

  3. Ángel Parra Moreno

    ¿Crees que el aprendizaje emocional puede ayudar en la resolución de los problemas de conducta infantil?

    Tus reflexiones sobre autocontrol en la infancia me parecen muy interesantes. Todos necesitamos una motivación más allá de lo racional. Lo importante, y a su vez lo difícil, es saber encontrar el paso de esa motivación en nuestra relación y en nuestras relaciones interpersonales. Una adecuada comunicación con nuestro interior y un desarrollo de nuestra inteligencia emocional son dos premisas indispensables para resolver los problemas no sólo de nuestra conducta infantil –muchos de los cuales todavía están esperando una solución si no definitiva, sí, una solución que cicatrice para siempre las heridas de nuestra infancia- sino también nuestra conducta como adulto.

    El aprendizaje emocional no sólo puede ayudar en la resolución de los problemas de nuestra conducta infantil, sino que es la clave para el tratamiento y/o transformación de los problemas de nuestro día a día. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento personal, cuanto mayor sea nuestro autocontrol mental más fácil será afrontar los problemas que, en ocasiones, nos angustian y tanto nos preocupa.
    La realidad psicológica es que mientras todos tratamos conscientemente de hacerlo lo mejor posible, las presiones de la vida nos producen reacciones internas en la inconsciencia de las cuales no tenemos conciencia. Seguimos sin tener conciencia de ellas incluso cuando llegan a ser lo suficientemente perturbadoras para producir síntomas físicos. La dimensión emocional incluye dos tipos de mente: la conocida como mente consciente y la mente inconsciente, una tierra remota que de hecho tiene una influencia más profunda en nuestras vidas, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, que su contrapartida consciente. Aunque mucha gente piensa que el poder de la decisión radica en la mente consciente, el hecho es que se trata de un proceso que se basa en todo lo que se ha aprendido y sentido en el pasado, incluyendo la formación que reside en el inconsciente.
    No debemos olvidar que como personas todos estamos sometidos a un tipo de presión a lo largo de nuestro desarrollo personal, y de una manera especial en nuestra INFANCIA. Todos reaccionamos interiormente ante estas presiones, y todos desarrollamos síntomas físicos en respuesta a nuestros sentimientos interiores. No importa cómo reaccionamos conscientemente ante las presiones de la vida, otro mundo de reacciones existe en el inconsciente. Como no somos conscientes de estos sentimientos y no los podemos controlar, y dado –que a menudo- son tan amenazadores, y aterradores, nuestro cerebro va a producir automáticamente síntomas físicos para evitar que los peligrosos sentimientos se manifiesten y accedan a la consciencia. Así es como aparecen los síntomas psicosomáticos, unos síntomas que son universales en nuestra sociedad occidental. No son una señal de enfermedad mental o emocional. Verlos como algo anormal o aberrante conduce a grandes errores no sólo en el mundo de la educación sino también en el mundo de la “Sanidad” (“mens sana in corpore sano”).

    Hablando con una amiga ayer por la tarde, me decía que cada vez está más convencida de que el dolor, el sufrimiento, el sentido de culpabilidad, …tienen una base de conexión psicosomática. Pienso –me decía- que todo el mundo tiene síntomas psicosomáticos (es decir derivados de una conexión psicosomática). Muy pocas personas, si es que hay alguna, viven sin experimentar una o más de estas manifestaciones, ya que éstas reflejan la organización evolutiva de la psique humana. Y lo más importante, estas manifestaciones demuestran que no hay separación entre la mente y el cuerpo, que los dos están interconectados. Uno no puede estudiar la patología de las enfermedades humanas sin tomar en cuenta el papel de la psique. Hoy, es una insensatez descuidar los componentes emocionales de la enfermedad humana. En algunos casos las emociones desempeñarán un papel secundario; en otras, el principal. Descuidar esta dimensión es una omisión tan grande como ignorar el papel de los microorganismos en una enfermedad. No es posible un autocontrol si no somos capaces de conseguir un verdadero equilibrio mente cuerpo. No es posible la solución o transformación de nuestros conflictos, de nuestros trastornos psicosomáticos sin una adecuada base emocional. Los conflictos siempre están presentes en el inconsciente, nacidos de varios elementos que constituyen el mosaico de la psique humana. Estos conflictos generan el desarrollo de las emociones que no pueden ser toleradas, y que por tanto, deben ser reprimidas. Como estos sentimientos indeseables parecen querer manifestarse, la mente tiene que hacer algo para evitar que lleguen a la conciencia. De ahí vienen los síntomas derivados de la conexión entre mente-cuerpo. Cada día estoy más convencido de que cuanto mayor sea este equilibrio más rica será nuestra vida personal e interpersonal.
    Olatz, en otro momento seguiré contestando a algunas reflexiones que quedan pendientes. Que pases un feliz fin de semana. Agur.

  4. Ángel Parra Moreno

    ¿Crees que el aprendizaje emocional puede ayudar en la resolución de los problemas de conducta infantil?

    Tus reflexiones sobre autocontrol en la infancia me parecen muy interesantes. Todos necesitamos una motivación más allá de lo racional. Lo importante, y a su vez lo difícil, es saber encontrar el paso de esa motivación en nuestra relación y en nuestras relaciones interpersonales. Una adecuada comunicación con nuestro interior y un desarrollo de nuestra inteligencia emocional son dos premisas indispensables para resolver los problemas no sólo de nuestra conducta infantil –muchos de los cuales todavía están esperando una solución si no definitiva, sí, una solución que cicatrice para siempre las heridas de nuestra infancia- sino también nuestra conducta como adulto.

    El aprendizaje emocional no sólo puede ayudar en la resolución de los problemas de nuestra conducta infantil, sino que es la clave para el tratamiento y/o transformación de los problemas de nuestro día a día. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento personal, cuanto mayor sea nuestro autocontrol mental más fácil será afrontar los problemas que, en ocasiones, nos angustian y tanto nos preocupa.
    La realidad psicológica es que mientras todos tratamos conscientemente de hacerlo lo mejor posible, las presiones de la vida nos producen reacciones internas en la inconsciencia de las cuales no tenemos conciencia. Seguimos sin tener conciencia de ellas incluso cuando llegan a ser lo suficientemente perturbadoras para producir síntomas físicos. La dimensión emocional incluye dos tipos de mente: la conocida como mente consciente y la mente inconsciente, una tierra remota que de hecho tiene una influencia más profunda en nuestras vidas, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, que su contrapartida consciente. Aunque mucha gente piensa que el poder de la decisión radica en la mente consciente, el hecho es que se trata de un proceso que se basa en todo lo que se ha aprendido y sentido en el pasado, incluyendo la formación que reside en el inconsciente.
    No debemos olvidar que como personas todos estamos sometidos a un tipo de presión a lo largo de nuestro desarrollo personal, y de una manera especial en nuestra INFANCIA. Todos reaccionamos interiormente ante estas presiones, y todos desarrollamos síntomas físicos en respuesta a nuestros sentimientos interiores. No importa cómo reaccionamos conscientemente ante las presiones de la vida, otro mundo de reacciones existe en el inconsciente. Como no somos conscientes de estos sentimientos y no los podemos controlar, y dado –que a menudo- son tan amenazadores, y aterradores, nuestro cerebro va a producir automáticamente síntomas físicos para evitar que los peligrosos sentimientos se manifiesten y accedan a la consciencia. Así es como aparecen los síntomas psicosomáticos, unos síntomas que son universales en nuestra sociedad occidental. No son una señal de enfermedad mental o emocional. Verlos como algo anormal o aberrante conduce a grandes errores no sólo en el mundo de la educación sino también en el mundo de la “Sanidad” (“mens sana in corpore sano”).

    Hablando con una amiga ayer por la tarde, me decía que cada vez está más convencida de que el dolor, el sufrimiento, el sentido de culpabilidad, …tienen una base de conexión psicosomática. Pienso –me decía- que todo el mundo tiene síntomas psicosomáticos (es decir derivados de una conexión psicosomática). Muy pocas personas, si es que hay alguna, viven sin experimentar una o más de estas manifestaciones, ya que éstas reflejan la organización evolutiva de la psique humana. Y lo más importante, estas manifestaciones demuestran que no hay separación entre la mente y el cuerpo, que los dos están interconectados. Uno no puede estudiar la patología de las enfermedades humanas sin tomar en cuenta el papel de la psique. Hoy, es una insensatez descuidar los componentes emocionales de la enfermedad humana. En algunos casos las emociones desempeñarán un papel secundario; en otras, el principal. Descuidar esta dimensión es una omisión tan grande como ignorar el papel de los microorganismos en una enfermedad. No es posible un autocontrol si no somos capaces de conseguir un verdadero equilibrio mente cuerpo. No es posible la solución o transformación de nuestros conflictos, de nuestros trastornos psicosomáticos sin una adecuada base emocional. Los conflictos siempre están presentes en el inconsciente, nacidos de varios elementos que constituyen el mosaico de la psique humana. Estos conflictos generan el desarrollo de las emociones que no pueden ser toleradas, y que por tanto, deben ser reprimidas. Como estos sentimientos indeseables parecen querer manifestarse, la mente tiene que hacer algo para evitar que lleguen a la conciencia. De ahí vienen los síntomas derivados de la conexión entre mente-cuerpo. Cada día estoy más convencido de que cuanto mayor sea este equilibrio más rica será nuestra vida personal e interpersonal.
    Olatz, en otro momento seguiré contestando a algunas reflexiones que quedan pendientes. Que pases un feliz fin de semana. Agur.

  5. Ángel Parra Moreno

    ¿Crees que el aprendizaje emocional puede ayudar en la resolución de los problemas de conducta infantil?

    Tus reflexiones sobre autocontrol en la infancia me parecen muy interesantes. Todos necesitamos una motivación más allá de lo racional. Lo importante, y a su vez lo difícil, es saber encontrar el paso de esa motivación en nuestra relación y en nuestras relaciones interpersonales. Una adecuada comunicación con nuestro interior y un desarrollo de nuestra inteligencia emocional son dos premisas indispensables para resolver los problemas no sólo de nuestra conducta infantil –muchos de los cuales todavía están esperando una solución si no definitiva, sí, una solución que cicatrice para siempre las heridas de nuestra infancia- sino también nuestra conducta como adulto.

    El aprendizaje emocional no sólo puede ayudar en la resolución de los problemas de nuestra conducta infantil, sino que es la clave para el tratamiento y/o transformación de los problemas de nuestro día a día. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento personal, cuanto mayor sea nuestro autocontrol mental más fácil será afrontar los problemas que, en ocasiones, nos angustian y tanto nos preocupa.
    La realidad psicológica es que mientras todos tratamos conscientemente de hacerlo lo mejor posible, las presiones de la vida nos producen reacciones internas en la inconsciencia de las cuales no tenemos conciencia. Seguimos sin tener conciencia de ellas incluso cuando llegan a ser lo suficientemente perturbadoras para producir síntomas físicos. La dimensión emocional incluye dos tipos de mente: la conocida como mente consciente y la mente inconsciente, una tierra remota que de hecho tiene una influencia más profunda en nuestras vidas, en lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, que su contrapartida consciente. Aunque mucha gente piensa que el poder de la decisión radica en la mente consciente, el hecho es que se trata de un proceso que se basa en todo lo que se ha aprendido y sentido en el pasado, incluyendo la formación que reside en el inconsciente.
    No debemos olvidar que como personas todos estamos sometidos a un tipo de presión a lo largo de nuestro desarrollo personal, y de una manera especial en nuestra INFANCIA. Todos reaccionamos interiormente ante estas presiones, y todos desarrollamos síntomas físicos en respuesta a nuestros sentimientos interiores. No importa cómo reaccionamos conscientemente ante las presiones de la vida, otro mundo de reacciones existe en el inconsciente. Como no somos conscientes de estos sentimientos y no los podemos controlar, y dado –que a menudo- son tan amenazadores, y aterradores, nuestro cerebro va a producir automáticamente síntomas físicos para evitar que los peligrosos sentimientos se manifiesten y accedan a la consciencia. Así es como aparecen los síntomas psicosomáticos, unos síntomas que son universales en nuestra sociedad occidental. No son una señal de enfermedad mental o emocional. Verlos como algo anormal o aberrante conduce a grandes errores no sólo en el mundo de la educación sino también en el mundo de la “Sanidad” (“mens sana in corpore sano”).

    Hablando con una amiga ayer por la tarde, me decía que cada vez está más convencida de que el dolor, el sufrimiento, el sentido de culpabilidad, …tienen una base de conexión psicosomática. Pienso –me decía- que todo el mundo tiene síntomas psicosomáticos (es decir derivados de una conexión psicosomática). Muy pocas personas, si es que hay alguna, viven sin experimentar una o más de estas manifestaciones, ya que éstas reflejan la organización evolutiva de la psique humana. Y lo más importante, estas manifestaciones demuestran que no hay separación entre la mente y el cuerpo, que los dos están interconectados. Uno no puede estudiar la patología de las enfermedades humanas sin tomar en cuenta el papel de la psique. Hoy, es una insensatez descuidar los componentes emocionales de la enfermedad humana. En algunos casos las emociones desempeñarán un papel secundario; en otras, el principal. Descuidar esta dimensión es una omisión tan grande como ignorar el papel de los microorganismos en una enfermedad. No es posible un autocontrol si no somos capaces de conseguir un verdadero equilibrio mente cuerpo. No es posible la solución o transformación de nuestros conflictos, de nuestros trastornos psicosomáticos sin una adecuada base emocional. Los conflictos siempre están presentes en el inconsciente, nacidos de varios elementos que constituyen el mosaico de la psique humana. Estos conflictos generan el desarrollo de las emociones que no pueden ser toleradas, y que por tanto, deben ser reprimidas. Como estos sentimientos indeseables parecen querer manifestarse, la mente tiene que hacer algo para evitar que lleguen a la conciencia. De ahí vienen los síntomas derivados de la conexión entre mente-cuerpo. Cada día estoy más convencido de que cuanto mayor sea este equilibrio más rica será nuestra vida personal e interpersonal.
    Olatz, en otro momento seguiré contestando a algunas reflexiones que quedan pendientes. Que pases un feliz fin de semana. Agur.

  6. Ángel Parra Moreno

    Lo siento. Más que consolado, me he queddo sorprendido. Reconozco que la informática no es lo mío aunque llevo haciendo esfuerzos desde hace muchos años.

    Gaspar, no tenía miedo de que no me entrase el tema. Como el ordenador me ha hecho más de una faena, lo tenía en Word, y no sé qué he hecho para que aparezca seis veces el mismo comentario. ¡Igual soy un genio de la informática y no lo sobía! Espero que la lectura de las ideas expuestas te hayan gustado. Gracias. ¡Perdón por las molestias! Espero que alguno de los responsables del blog subsanen mi torpeza. ¡Hasta pronto! Espero hacerlo bien en esta ocasión. AGUR

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