Inteligencia emocional

Ambiente familiar

Por Olatz Elizondo

“(…) las competencias producen desarrollos que favorecen la creatividad y los valores unidos al objetivo de vivir juntos, incorporando tanto la promoción de las capacidades para hacer frente a la vida cotidiana como las habilidades intelectuales superiores”. (UNESCO, 46º C.I.E., 2001).

Ya llevamos un tiempo en que la tarea de educar, la responsabilidad de educar, bota de tejado en tejado, los profesores lanzan el balón a los padres y estos últimos realizan el mismo ejercicio. Mientras tanto podemos ver signos de desorientación en los alumnos, en los hijos…

El ambiente familiar influye tanto como el escolar, de forma significativa, en el rendimiento escolar y en el desarrollo personal de cada niño.

Desde la educación emocional, vemos que todos tenemos nuestro quehacer y nuestra responsabilidad. Cada uno de nosotros tenemos que ver e identificar las debilidades y fortalezas que posee cada uno y las de los demás.

  

Desde la inteligencia emocional (I.E.) y a través de la educación emocional (E.E.) se comprende que padres y madres trabajen con sus propias emociones y las de sus hijos de una forma inteligente, constructiva, positiva y creativa.

Resulta muy importante apoyar hábitos que refuercen el desarrollo personal de todos los componentes de la familia. Mediante estos hábitos reforzadores iremos construyendo un entorno positivo, educativo y rico en oportunidades.

Es muy importante para el niño la figura del adulto que inculque unas normas adecuadas de conducta con las que enriquecer sus estudios, su ocio, su vida; tales como diálogo en familia, comentarios sobre lecturas, programas televisivos, juegos de consola, vivencias compartidas en entornos de naturaleza…

J. Bowlby indica: “la seguridad que el niño experimenta en los lazos de apego que establece con las figuras paternas es un factor decisivo para muchos procesos posteriores de su personalidad que están directamente relacionados con el optimismo y la capacidad de disfrutar de la vida”.

Debemos preguntarnos como estamos compartiendo el tiempo con nuestro hijo, que hacemos, que decimos, como escuchamos… durante ese tiempo.

Tenemos que tener presente que todos tenemos cualidades positivas. Todos tenemos buenas aptitudes y aptitudes que desarrollar que necesitarán más esfuerzo y paciencia.

Debemos educar desde las cualidades positivas, motivándolas y reforzándolas e ir desarrollando aquellas otras que necesitan mejorar.

La educación emocionalmente inteligente es un proceso. Es un modo de relacionarse y de convivencia familiar.

Desde la educación emocional queremos que se consiga como uno de los objetivos prioritarios que los niños respondan a situaciones sociales de una manera reflexiva y responsable.

¿Educamos desde las aptitudes o enfatizamos más las deficiencias?

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