Inteligencia emocional

Las Emociones del Desarrollo: hacia la autonomía.

Por Igor Fernández.

Para los que creemos que otro mundo es posible o por lo menos puede serlo si los que leemos este tipo de cosas damos pasos para tratar de mudar las cosas, no se nos pasa por alto la necesidad imperiosa de un mundo más justo.

Son palabras que parecen a estas alturas vacuas, tan manoseadas que han perdido parte de su significado, como cuando en la infancia repetíamos muchas veces la palabra "jamón" hasta que aparecía otra mas divertida. Sin embargo, un mundo en el que nuestros hijos puedan mirar a sus semejantes a la cara sin sentir que les deben algo tan importante como tener oportunidades, es algo que a mí me gustaría poder ofrecerles. Por lo menos intentarlo.

  

Son muchos los países de los llamados "en vías de desarrollo" que miran a un futuro lleno de inestabilidad, igual que nosotros, caracterizado por la incertidumbre climática, la superpoblación (6.700 millones) o el agotamiento de los recursos naturales. Siempre se ha dicho que es mucho mejor (y más sostenible) mostrar como se pesca que dar un pez para comer ese día. Siempre también hemos entendido que dar de comer al hambriento y beber al sediento era la mejor forma de caridad. Y por supuesto que así lo vive quien precisa de alimento, sin embargo, ¿hasta qué punto no se crea una relación de dependencia que impide, o dificulta el desarrollo? Y me da lo mismo pensar en mi casa con mis hijos, en mi entorno de trabajo o en un entorno de esos que llaman "globales". Quien tiene el conocimiento y la responsabilidad (como nosotros en Occidente la tenemos)-recordándola no solo como algo debido a quienes nos rodean, sino como un signo de autonomía, también emocional-, es quien puede elegir si hacer a su hijo independiente o todo lo contrario, si dotar de recursos reales o seguir jugando a ser buenos padres o buenos vecinos.

Hace no muchos días tuve la oportunidad de compartir mi tiempo y algunas de las cosas que conozco sobre Inteligencia Emocional con un grupo de adolescentes de uno de esos países en desarrollo, a las que sus circunstancias niegan una oportunidad. Fue una sesión sencilla, fluida, llena de interés, iniciativa, curiosidad y espontaneidad. Trabajamos con la visión de si mismas ¿como se veían?, ¿se gustaban?, la de los otros ¿como veían a los demás?, y su autonomía ¿como les definen las percepciones de los demás, y por tanto lo que hacen a partir de entonces? Eran adolescentes, exactamente iguales a las de cualquier otra parte del mundo, si acaso mas ingeniosas por la carencia, pero con las mismas necesidades de relación. La reflexión que siguió a continuación era inevitable ¿cual es el futuro para estas chicas?, ¿cómo podrían cambiar su realidad?, ¿de que manera yo, que he tenido y tengo oportunidades puedo ser honesto conmigo y lo que escribo en estas líneas?.

Las conclusiones personales quedan para mí, pero las que se pueden compartir un las he intentado plasmar un poco mas arriba. Sin duda ayudar en el desarrollo pasa también por ayudar a ser autónomos y eso empieza por considerarse valiosos y con posibilidades de tener control sobre la propia vida.

¿Cómo podemos hacerlo posible? ¿Sentimos siquiera algo de responsabilidad por ello?

Un pensamiento sobre “Las Emociones del Desarrollo: hacia la autonomía.

  1. momo

    Sí siento que tenemos responsabilidad. Esa responsabilidad me tira del pelo cuando alguien insinúa que la inmigración es una plaga (¿Como la langosta?), cuando sugieren que traen pobreza (la traen, no la creamos), cuando hacen bromas sobre lo horrible que será si sus hijos se emparejan con uno de los que vienen…
    Mi intento es sencillo: recibir y acoger en la medida de mis posibilidades.
    ¿Cómo generar que tengan el mismo futuro en su casa que aquí? Ni idea, amigo mío.

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