Inteligencia emocional

“Si no tengo amor…”

"Si hablo las lenguas de los hombres, y aun las de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que retiñe. Y si tengo el don de profecía, y entiendo los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas; y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Y si reparto entre los pobres cuanto poseo, y aun si entrego mi cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve.”
(1Co 13, 1-3)

Por Iñaki Abaunz Garate.

¿Cómo solucionar desde los sectores públicos y privados, desde organizaciones nacionales e internacionales, un “problema” como la pobreza, si no somos capaces de cambiar nuestras actitudes internas, nuestros valores, nuestro modo de entender, el funcionamiento y, sobre todo, la finalidad de la economía?

¿Acaso no será problemático el propio sistema económico sobre el que se sustenta toda la “riqueza” y el “crecimiento” del mundo desarrollado? ¿No será problema que no conozcamos, o conociéndolo no apliquemos otros sistemas económicos más justos, que a su vez permitan el desarrollo de los llamados países desarrollados, y de los sub-desarrollados?

La creencia de que el crecimiento económico va a acabar con la pobreza, por ser esta fuente de riqueza también para los pobres, se ha esfumado. Existe a su vez la convicción de que es necesario seguir creando riqueza, y que ello conlleva a su vez el surgimiento de bolsas de pobreza. Parece así, que la pobreza sea un mal necesario, inherente al propio sistema económico, cuyo costo habrá que minimizar (limosnas sí, las justas).

  

Existen ciertamente otros modos de crecer económicamente cuyo descubrimiento debemos, paradójicamente, a los pobres y necesitados del mundo (habrá que pagarles los derechos de autor). El secreto de su “riqueza” consiste en compartir todo lo que tienen, (que no es mucho) haciendo de la comunidad en la que viven (también del individuo), una comunidad próspera. Así no sólo sobreviven, sino que sobreviven con dignidad. Comparten su “riqueza”, porque comparten lo que son y lo que tienen, y la comparten desde unas actitudes internas, desde unos valores, en las que se constata una y otra vez el derecho del “pobre” a vivir con dignidad. Para ellos el pobre tiene nombre, apellidos, dignidad, corazón.

Qué distinto nuestro modo de compartir… ni lo que somos, ni lo que tenemos, ni lo que nos sobra… “Es mío”, “me lo he ganado”… Esto sí que es verdadera “pobreza” de corazón.

El sistema económico no entiende de “corazones”, no entiende de “amor”. Expresiones como “me lo he ganado con mi esfuerzo”, “me lo merezco”, son expresiones que hablan de triunfos para los ricos. En boca de los pobres, son expresiones que hablan de injusticias, de culpabilidades, de resignación… Son expresiones que claman el cielo.

Ni unos merecen tanto, ni otros tan poco. En un mundo en el que la existencia de pobreza, hace inmoral y éticamente reprobable la existencia del “lujo”, los pobres piden lo que en justicia a ellos también pertenece.

Pero nos tropezamos con un sistema económico que prima las ganancias individuales, esperando a su vez, aunque sea indirectamente, que estas ganancias ayuden al desarrollo y redunden en el bien común. Esto no hace sino aumentar la bolsa de pobreza, siendo a su vez cada vez más grande la distancia entre los más ricos y los más pobres.

Ante esto, cabe preguntarse si en verdad queremos acabar con la pobreza, o si bien sencillamente asumimos que es necesaria esta situación para seguir alimentando a los que se mueven en la parte superior (económicamente hablando) de la pirámide…

…Parece que sólo cabe esperar a la supuesta generosidad de la próxima conferencia de donantes…

¿Por cierto? ¿Es o no injusto un sistema que permite en épocas de bonanza el enriquecimiento de unos pocos, y en cambio solicita la socialización de las pérdidas cuando las cosas se tuercen?

¿No sería más justo un sistema, que en este mundo global, socialice las pérdidas y las ganancias, desde una verdadera conversión interior que sea capaz de crear un sistema económico que entienda de “corazones”, que entienda verdaderamente de “comunidades prosperas”?

2 pensamientos sobre ““Si no tengo amor…”

  1. Gotzon

    …que entienda de personas, de seres y organismos vivos, de ecosistemas en los que todos dependemos unos de otros, en las duras y en las maduras…

    De solidaridad, trabajo en equipo, que estamos en el mismo barco perdidos en el espacio…

    Y de sostenibilidad…Como dice el refrán, es de necios confundir valor y precio.

    En esta crisis ha tocado techo esta conjura de los necios.Hasta nueva orden.

  2. BELEN

    No sé cómo , pero clikeando me he metido en esta página vuestra y me ha llamado la atención el título del artículo. Me parece que aunque ya han pasado unos cuantos días desde que lo hiciste sigue estando de rigurosa actualidad, y desgraciadamente cada vez más. De todas formas me parece muy interesante esta página sobre inteligencia emocional y la verdad es que me ha traido a la memoria muchos recuerdos pasados pero que muy pasados. Te animo a seguir desde este pequeño rincón del pasado, aunque la solidaridad y toda esa palabreria cada vez esté menos de moda.

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