Cuando a menudo escucho opiniones sobre la Ley de Protección del menor o incluso cómo se trata el tema en algunos medios parece ser que sólo tiene vigor cuando un menor delinque o cuando es víctima de los malos tratos de un adulto. Sin embargo, la protección de nuestros niños y jóvenes aúna y entrelaza acciones y elementos diversos.
Defendemos, favorecemos, amparamos a los niños y jóvenes precisamente respetando sus derechos, estimulando sus deberes, enseñándoles a ser personas que cuiden de su propia vida y de los demás, sensibles y comprometidos con los retos de su tiempo, estimulando lo mejor de su ser. En fin, permitiéndoles un desarrollo integral, los nutrientes necesarios para que encuentren por sí mismos un sentido ecológico de la vida.Todo lo anterior engarza con la esencia de la educación emocional. Cuando ayudamos a que nuestros niños: se conozcan a sí mismos, con sus fortalezas, limitaciones, áreas de mejora; entiendan, expresen lo que sienten, piensan, necesitan, sean asertivos; desaprendan hábitos de reacción y conducta, y aprendan hábitos más saludables; sean autónomos, responsables; asuman sus éxitos o sus errores como oportunidades de crecimiento; tengan metas claras; pidan ayuda cuando lo necesitan; tomen decisiones… los preparamos para los desafíos de la vida, y a mi modo de ver, es una buena manera de protegerlos. Resulta importante, asimismo, la educación personalizada, respetando la edad, las características personales, el contexto y el propio ritmo de cada uno.
Por otra parte, no hay que olvidar que los niños y jóvenes interactúan no sólo con sus coetáneos, sino también con adultos, y dentro de una comunidad determinada. Por tanto, también los preparamos y protegemos desde nuestra acción como modelos de actuación. Al final, nada se enseña ni se aprende sin el ejemplo.
Cuando empatizamos con nuestros congéneres, somos solidarios, y practicamos como adultos una ciudadanía activa, cívica, responsable, crítica y comprometida; cuando escuchamos activamente, dialogamos, confiamos, reconocemos el error, y nos permitimos un cambio; cuando amamos y nos comunicamos afectivamente; cuando nos caemos y levantamos, somos flexibles, cuando nos abrimos a un proceso de mejora y desarrollo personal,…cuando damos lo mejor de sí, estaremos ofreciendo un referente importante para los más jóvenes.
¿ Qué “ equipaje” te gustaría legar a los más pequeños para su viaje?