Que las decisiones tomadas por los responsables de cualquier grupo choquen con los intereses de los miembros del grupo no es nada nuevo ; pero… creo que cada vez se oculta más la no aceptación, y ¿qué consecuencias tiene esto? Desgaste, desmotivación, desgana, pasividad, no mejora,… que se contagia en el grupo y en el entorno.
Esta reflexión, en principio general, realmente está basada en casos concretos que he vivido recientemente. Soy formadora desde hace unos 5 años y, como puede ser normal, he tenido vivencias de todo tipo. No sé porqué, de hace un tiempo a esta parte, estoy viendo grupos en los hay personas sin un claro interés inicial a acudir al curso, son personas externas a ellos las que han decidido que sería bueno para ellos acudir a esa formación. Hasta aquí lamentablemente habitual.
Pero, yo me pregunto, ¿ porque la gente se resiste a aceptar que , de algo que inicialmente no tiene especial interés personal se puede sacar algo de provecho? ” Pero si no tengo más narices que acudir (que habría que ver si realmente no tengo más opción) ¿puedo hacer algo?” SÍ, decidir qué actitud voy a tomar, expresar claramente el no interés, esforzarme en sacar algo positivo (aunque solo sea para mi vida personal), respetar a los que sí tienen un interés,… Eso sí, todo ello supone una actitud activa, no pasiva, un cambio de visión. Romper la tendencia de la negatividad a no ver algo bueno, estar dispuesto a sorprenderse o a aprender algo. ¿Pero estamos preparados, o preferimos coger el camino fácil de la crítica por crítica pasiva? No lo sé, que cada uno vea.
Quiero aclarar también que, con lo dicho hasta ahora, no quiero decir que esté de acuerdo con una parte clave que no he mencionado hasta ahora, que es la de obligar a alguien a acudir a algo.
Partiendo de esta reflexión me ha surgido otra. He podido ir intuyendo que en la base de muchas relaciones existe un miedo a no mostrarse de una manera diferente a la que creemos que se espera de nosotros (de mi grupo de trabajo, mi familia, …y/o la sociedad); tendemos a ser políticamente correctos en apariencia, en lo que hacemos hacia fuera, pero ocultando la verdadera opinión.
No digo que todo el mundo lo haga, pero creo que si es una actitud que está aumentando año a año. Pienso que se ha incrementado la importancia a dar una imagen socialmente aceptada, pero,…¿donde está escrito que SOLO se nos acepta si hacemos lo que los demás dicen que hagamos? ,¿Cómo afecta en mi felicidad? Lamentablemente, de manera negativa .
Creo que hay unas normas no escritas, a las que tendemos a aferrarnos (sin saber que lo hacemos), que dañan nuestra autonomía emocional, a competencias específicas como la autoestima, la responsabilidad, a la crítica a las normas sociales,…
¿Pensamos por nosotros mismos o por los demás?
Siempre he creído que es muy importante ser fiel a uno mismo y decir aquello que realmente se piensa. En ocasiones ese modo de pensar me ha traído problemas pero, seguramente, se han debido a que no había depurado las formas. Se puede discrepar, pero no se puede decir cualquier cosa a cualquiera de cualquier manera. Es mucho más fácil relacionarnos si decimos lo que pensamos, así no hace falta ni interpretar ni adivinar.
Debemos ser conscientes de que nuestra manera de estar en el mundo nos condiciona enormemente. Sólo nosotros podemos ser responsables de todos y cada uno de nuestros actos y tener la suficiente iniciativa para elegir lo que deseamos, evitando los rumbos preestablecidos por terceras personas, aunque no sea fácil. ¡Gracias por tu reflexión y por compartir tus vivencias como formadora Xurdana!
Pingback: Inteligencia Emocional » Motivación: Nuestro “Equipo A”