Inteligencia emocional

La importancia del optimismo

A pesar de que muchas personas consideren que el optimismo es un cuento chino que les han intentado vender para hacerles sentir mejor en los momentos difíciles, creo sinceramente en la fuerza del optimismo para afrontar los problemas que la vida nos pueda deparar.

Tal y como afirma el director del departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania Martin Seligman (cuyo trabajo en el campo de la Psicología positiva es verdaderamente excepcional), todo depende de la actitud que adoptemos ante la vida. Este psicólogo estadounidense, nacido en Nueva York, introduce en su obra Optimismo aprendido (Learned Optimism) el concepto de la indefensión o el desamparo aprendido. Pero, ¿a qué se refiere el término de indefensión aprendida utilizado por Seligman?

Este concepto hace referencia a una condición psicológica en la cual la persona que sufre dicha situación aprende a verse de forma indefensa, creyendo que haga lo que haga por cambiar el rumbo de los acontecimientos, estos permanecerán inalterables. Dicho con otras palabras, la indefensión aprendida tiene lugar cuando la persona tira la toalla, creyendo que no tiene ningún control sobre la situación.

Sin embargo, ¿se han preguntado por qué hay personas que se resisten más a tirar la toalla que otras? ¿Qué es lo que diferencia a unas personas de otras a la hora de darse por vencidos?

Las personas pesimistas tienden a pensar que los problemas que les abaten son permanentes e invariables, sintiéndose plenamente culpables de dichas desgracias. Para tratar de evitar esta clase de pensamientos, Seligman propone dar importancia al estilo explicativo, puesto que la explicación que cada uno se brinda a sí mismo respecto a sus problemas tiene una gran relevancia. De esta forma, es totalmente recomendable “explicarnos” nuestros problemas de una forma positiva, concibiendo dichas adversidades como algo temporal y específico, que puede ser gestionado. Observemos el estilo explicativo poniendo un ejemplo:

Dos alumnos han suspendido un examen de matemáticas, pero cada alumno manifiesta una actitud diferente ante el suspenso. El primero piensa que es totalmente nulo para las ciencias exactas, que no sirve para eso. Sin embargo, el segundo piensa que ha suspendido porque no estudió lo suficiente, considerando que si hubiera puesto más empeño hubiera logrado sacar una mejor calificación. Aunque parezca mentira, nosotros mismos nos podemos hacer la vida más o menos complicada, dependiendo del estilo explicativo que adoptemos o de la forma en que decidamos abordar nuestros problemas.

Esto fue corroborado por Seligman mediante varios experimentos en muy diversos ámbitos.

En empresas que ofertaban seguros de vida, se pudo observar que los trabajadores más optimistas se recuperaban más rápidamente tras obtener una mala cifra de ventas poniéndose manos a la obra para conseguir vender más seguros. Sin embargo, los pesimistas desistían con mayor facilidad.

En los deportes sucedía algo similar. En cierta ocasión, Seligman realizó un experimento en un equipo de natación. Tras observar detenidamente sus tiempos, Seligman ofreció un falso feedback negativo en un entrenamiento, diciéndoles a todos que habían nadado 3 segundos más lentos de lo que en realidad lo habían hecho. En la siguiente ronda, los nadadores más optimistas consiguieron batir sus marcas personales, mientras que los pesimistas obtuvieron peores tiempos a los anteriormente conseguidos.

Lo mismo sucede en el ámbito de la salud. Se pudo comprobar en personas que sufrían cáncer cierta correlación entre el pesimismo, una segregación menor de endorfinas, y por lo tanto, un debilitamiento de su sistema inmunitario, que generaba que fuesen más propensos a contraer enfermedades.

Es realmente curioso, pero hasta en la política el optimismo marca la diferencia. En un estudio realizado por la unidad de Psicología de la universidad de Pensilvania en el 2008 se analizaron todos los discursos de los candidatos presidenciales de los EEUU desde 1900 hasta 1988. ¿Qué fue lo que encontraron? En más de un 80% de las ocasiones los candidatos que resultaron victoriosos eran más optimistas que sus oponentes.

Por todas estas razones, a pesar de que nuestro bagaje emocional dependa en un 50 % de nuestros genes, debemos saber que podemos aprender a mirar el mundo con las gafas del optimismo si realmente nos lo proponemos, puesto que nosotros tenemos la última palabra a la hora de decidir cómo queremos vivir nuestras vidas. ¡La elección está en nuestra mano.

¿Usted qué opina?

3 pensamientos sobre “La importancia del optimismo

  1. Antonio

    Es muy cierto eso del optimismo aprendido.
    Conozco a una persona que a los 12 años (ahora tiene 26) se dió cuenta que siendo optimista vivía más felíz (a pesar de llevarse eventuales decepciones).

    Os aseguro que la vida le devuelve la sonrisa desde aquel momento. Es verdaderamente sorprendente la suerte o la buena estrella que parece tener.

    En cualquier caso no creo que esta aparente “suerte” sea sólo debido al cambio en su estímulo interior. El entorno también mejora.

    No sé bien cómo explicarlo ya que no soy psicólogo ni nada parecido, pero ese optimismo se irradia y estimula también a todo el que está a su alrededor, porque se crea una atmósfera que hace sentir bien.

    El resultado que he podido observar es que la gente de alrededor tiende ayudar a esa gente que le trasmite esas “buenas vibraciones” y se produce un efecto positivo que además regresa desde el exterior a la propia persona.

    La conclusión a la que he llegado y que no me parecía tan inmediata antes de haberlo visto con mis propios ojos es que realmente
    ES INTELIGENTE SER OPTIMISTA.

  2. Gotzon

    Sí, yo también lo veo así:

    Que trae cuenta por si mismo… al margen de que las cosas no salgan como a uno más le gustaría.

    No es cierto que sea dar la espalda a las cosas. Se trata de afrontarlas del mejor modo posible.

    Pasa que hay una rancia tradición de pesimismo -historia vivida, tradición cultural, religión-
    que ha dejado su impronta y luego se vive como ese profesor que ya se malicia en febrero con que no vas a aprobar en junio.

    O como aquel a quien le pregunta el paisano

    -¿Cómo te encuentras?
    -Peor, como siempre

  3. emociones

    Siendo positivos aumenta nuestro intelecto, ya que el riego sanguíneo no nos bloquea. De todo , siempre se puede sacar una parte positiva, sólo hay que tratar de ser optimista.

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