Inteligencia emocional

Sensibilidad ante las injusticias

Escribo estas líneas porque he sido testigo mudo de una situación que creo encierra una injusticia y no he hecho nada ante la misma. Situación: Un sábado por la tarde, 18.00 horas, en la cola del supermercado con mi hijo de 10 años. Delante de nosotros estaban una pareja de rumanos que llevaban un paquete gigante de pipas. Cuando han ido a pagar, 87 céntimos, lo han querido hacer con monedas de 1, 2 y 5 céntimos, sobre todo las dos primeras. La cajera se ha puesto muy dura y no les ha dejado pagar con esas monedas. Ha estado dos o tres minutos repitiéndoles frases como: “Sabéis que no se puede pagar con monedas tan pequeñas“, “Id al banco a que os las cambien“, “Os lo hemos dicho muchas veces“, “Ahora no hay cola, pero yo no puedo ponerme a contarlas“, etc. Además, lo hacía en un tono muy alto. Ellos muy educados y sin alzar la voz ni perder los nervios le decían: “Es dinero, ¿no?”. Al final la mujer ha sacado una moneda de un euro y ha pagado diciendo: “¿Esto sí es dinero y lo otro no? ¿No sabes contar?”, a lo que la cajera ha respondido: “Y tú no sabes ir al banco“. Cuando se han marchado me ha empezado a pedir disculpas, y a decir algunas cosas en alto como si quisiera que las demás cajeras y el resto de la clientela le oyeran. Yo no he dicho nada ni tampoco le he mirado porque, lejos de sentir simpatía hacia ella, lo que estaba era indignada.

Ya en casa hemos comentado la situación en familia. El hijo que había presenciado la situación decía: “Igual es una norma del supermercado…”. Mi marido comentaba que era perfectamente legal, que deben aceptar el dinero que les den aunque sean monedas pequeñas, y recordaba el caso de Ruiz Mateos cuando pagó una multa de forma similar. Al intentar buscar esa noticia me he encontrado con una parecida y más cercana en el tiempo (julio de 2008). Un ciudadano belga decidió pagar su factura de la luz con 215 kilos de monedas de un céntimo para protestar por la subida de los precios de la energía en los países europeos. Noticias como estas despiertan la solidaridad y la simpatía y aparecen en numerosos medios. Sin embargo, nadie hemos hecho ni dicho nada en el supermercado.

A mí me venían pensamientos y sentimientos contradictorios. Por un lado, me ponía en el lugar de la cajera, trabajando un sábado por la tarde, encontrándose con numerosas situaciones desagradables y teniendo que, supuestamente, cumplir una norma que su superior le había dado. Por otro lado, veía completamente injustificado el tono y la actitud que tenía. Hubiera tardado menos en contar las monedas que lo que ha tardado en cobrarles. Me surgía la duda de si, en parte, la actitud se debería a que eran extranjeros ¿Si mi hijo o yo le hubiéramos dado monedas pequeñas se habría comportado igual? Además, era a todas luces ilegal e injusto lo que estaba haciendo, pero sabía que esas personas nunca llamarían a los municipales porque podría ser perjudicial para ellos ¿No es eso un abuso de poder? He estado dudando si cambiarle yo algunas monedas o decir algo, pero ha podido el argumento de: “¿Para qué meterte en líos? Tienes que volver muchas veces a este supermercado.

Sin embargo, he decidido que la próxima vez, de forma educada diré que legalmente deben aceptar ese dinero. Lo haré porque no me gusta colaborar, aunque sea con mi silencio, ante una injusticia y porque quiero educar a mis hijos en la responsabilidad y la sensibilidad. Y lo haré también por solidaridad con la parte más débil.

¿Y usted qué haría?

7 pensamientos sobre “Sensibilidad ante las injusticias

  1. Jose

    Preguntas al final del post: ¿y usted que haría?. Al leer tu colaboración, en principio he sentido rabia por la actitud de la cajera y la permisividad de las personas que han presenciado la situación y su actuación ha sido el permitirla (siempre hacemos algo, incluso cuando decimos que no hemos hecho nada ante una situación). Después he pensado que poniéndome en tu lugar y tratando de comprender el porque de tu comportamiento y el de otras personas en esa situación, te quería hacer llegar una pregunta que quizá pueda ser de utilidad: ¿que emoción primó en tí, sobre el sentimiento de solidaridad con otras personas, cuando no se respetan sus derechos?.
    Un saludo afectuoso,

  2. Rogelio Fernández Ortea

    ¡Cómo eres de “jabata” Arantza!y lo mejor es que has decidido ser así. Comparto contigo ese sentimiento que he tenido muchas veces cuando te enfrentas con algo injusto… y no haces nada. La asertividad es una buena manera de solucionarlo pero la “militancia social ciudadana” es la base. ¡Ánimo con esa necesidad de justicia que eso nos amina a muchos otros querida profesora! Un muxu.

  3. beryl

    decir que la ley les obliga a aceptar esas monedas y de manera educada me parece todo un acierto. y si a la cajera le sienta mal… pues es su asunto. al fin y al cabo, le están pagando para que esté trabajando a esa hora ese día. además… tener calderilla les viene mejor a la hora de dar cambios. la próxima tendrá que ser ella la que vaya al banco a buscar cambios 😉 ¡¡e igual se encuentra a los rumanos en la cola!! jejejeje

  4. Lvelazquez@itesm.mx

    Aran,

    Solo de imganinarme la escena me dan ganas de ir con la cajera.

    Me paso algo parecido en la playa, cuando una señora ricachona pedía “descuento” a una indita de la playa que se dedicaba a hacer trencitas a las niñas de la señora.
    Estaba medio dormida, y como estaban a mi lado, me enderecé y le dije: Señora no le pida descuento!! son 50 pesos!!! (aprox 2.7 euros) mejor pida descuento en en las tiendas de marca… etc etc…
    beso
    Lumi

    pd. creo que nos tenemos que entrenar (qué decir, qué cara poner, permitir, no permitir, cuida nuestra seguridad etc) para casos de injusticia cotidiana

  5. J. Carlos

    Yo he vivido esa situación varias veces, pero desde la posición de la cajera. Y digo de antemano que no he reaccionado de la misma manera ni que la defienda, pero que sin embargo puedo presuponer lo que debió sentir.

    Esos rumanos seguramente habrían estado pidiendo y como mucho van obteniendo los céntimos que nos sobran, pequeñas monedas que por separado no valen nada pero que abultan mucho.

    Hay un sentimiento xenófobo. Debemos perder nuestro tiempo ante estos parias que nos acarrean un trabajo extra (contar los céntimos y que verdaderamente es un engorro). Además esta tarea provoca colas y hace que los clientes -como si los rumanos, aunque sólo hayan comprado un paquete de pipas, no lo fueran una vez que ya están en nuestro comercio- tengan que perder su valioso tiempo por culpa de esos mendigos, y tengan que aguantar su aspecto sucio y desaliñado, que por otro lado resta distinción a mi comercio.

    Por el comentario que pones en boca de la cajera, no era esa la primera vez que entraban, por lo que esa mujer ya había tenido la oportunidad de asociar una emoción desagradable a la figura de esas personas. También dices que les mandó al banco; allí, habitualmente, dicen que no dan cambios y los mendigos no entran (excepto a dormir las noches de frío en las zonas accesibles de los cajeros automáticos).

    Yo he vivido directamente esta situación atendiendo en un pequeño comercio de barrio. Muchas veces han entrado mendigos no ya sólo a querer pagar con los céntimos que acaban de recaudar, sino que vienen directamente a que se los cambies por monedas “grandes”. Francamente, esto es un trastorno, sobre todo si tienes gente esperando, y ya sabemos que no nos gusta esperar.

    Sin embargo tenemos que pensar en dos cuestiones:
    – Un cliente es un cliente y tenemos que satisfacer sus necesidades.
    – ¿Por qué no prestar un servicio a alguien mucho más desfavorecido que nosotros y ceder algo de nuestro tiempo?

    Nos cuesta tanto ponernos en el lugsar del otro…

  6. el justiciero del garabato

    legalmente un establecimiento o persona particular no esta obligado a aceptar en España mas de cincuenta monedas, es comprensible que la cajera le dijera eso, seguramente a ella tambien la presionan para que no se tenga que parar a contar tanta moneda chica cuando hay gente esperando, pero tambien nos ponemos del lado de los rumanos,cuando los pobres, demasiado que pueden ganarse unas pequeñas monedillas pidiendo…y estan mal mirados en todos lados, no creo que tengan mucha gana de ir de banco en banco a que le cambien el euro que han podido conseguir en monedas de centimo, dos centimos… etc

  7. freeuol

    creo que la gente que trae monedillas como bien dice J. Carlos, las pide por la calle…son gente desgraciada, y lo ultimo que necesitan, es que les traten mal a la hora de ir a gastarse lo poco que han recolectado… claro està que no son gente de aqui y despertar algo de xenofobia, pero gente de esta habrà siempre porque la pobreza no entiende de razas, color de piel o lengua de habla…
    Lo que habria que hacer es poner un poco de nuestra parte y hacer que esta gente tnga almenos unos 5 minutos de compra felices y distraidos… y los que van bien combinados y aliñados que se esperen, que esperen su turno…

    Si por ley no esta marcado que se puede no aceptar mas de 50 monedas….. solo date cuenta de lo que kiere el estado es mas velocidad a la hora de comprar y consumir…todo por su economia, y no por la comodidad de las cajeras… porque de eso les hubiera subio el sueldo…

    Todos somos personas, y todos tenemos derecho a esperar y a que nos esperen..

    Un saludo a todos,

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