Inteligencia emocional

Efecto Pigmalión

La semana pasada tuve la oportunidad de releer el artículo de J. Sterling Livingston titulado “Pigmalión en la dirección empresarial” y mientras lo estaba leyendo tenía unas ganas terribles de escribir un post sobre este tema, que es sin duda  realmente apasionante.

En el artículo, se explica de forma concisa el efecto Pigmalión en el mundo organizacional, incidiendo en cómo, por norma general, las expectativas y creencias que tienen los directivos  respecto al comportamiento de sus colaboradores se acaban cumpliendo.

Esto puede deberse a que somos mucho más trasparentes de lo que nos imaginamos y, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, si pensamos que una persona no es lo suficientemente buena para desempeñar cualquier tarea, acabaremos transmitiéndole a dicha persona un cúmulo de dudas e inseguridades que repercutirán negativamente en su rendimiento al realizar dicha actividad, y muy posiblemente, podamos llegar a dañar su autoestima. En este caso, estaríamos hablando de un efecto Pigmalíon negativo, aunque lo mismo sucede a la inversa.

Si pensamos, como directivos/líderes, que una persona que tenemos en nuestro equipo  va a destacar en el desempeño de su trabajo, le transmitiremos  una confianza esencial que fortalecerá enormemente la autoestima de dicha persona,  teniendo esto  consecuencias muy positivas en su rendimiento y  produciéndose, de esta manera, el efecto Pigmalión positivo.

Al efecto Pigmalión, ya tenga consecuencias positivas o negativas,  se le denomina también  profecía de autocumplimiento, ya que las expectativas que nosotros tenemos sobre los demás, tarde o temprano, acabarán teniendo lugar. Es así cómo se relata en  la leyenda de Pigmalión, afamado escultor y rey de Chipre que se enamoró de una de sus esculturas, Galatea. Dado que dedicaba todo su tiempo y amor a su creación, creyendo enormemente en su escultura,  la diosa Venus otorgo vida a la estatua para hacer feliz a Pigmalión.

No me cabe ninguna duda que es completamente esencial creer tanto en nuestros colaboradores como en sus posibilidades, porque es muy probable que lo que pensemos sobre nuestros compañeros  se acabe materializando tanto en su bienestar subjetivo como en sus resultados.

Debemos ser conscientes de que un trato indiferente del directivo hacia sus colaboradores no genera ningún contexto enriquecedor que pueda nutrir al equipo para ayudarle a conseguir los objetivos marcados.  Más bien sucede todo lo contrario.

Ante la indiferencia, las personas que tenemos a nuestro cargo pueden llegar a sentir que no nos preocupamos lo suficiente por ellos, e incluso pueden llegar a sentirse utilizados o prescindibles,  disminuyendo considerablemente su aportación en el equipo.  No es de extrañar que estas personas que no se sienten valoradas aumenten su  absentismo laboral o  busquen otra organización donde sí  se tengan en cuenta  sus actuaciones y su entrega.

Por tanto, debemos poner especial atención tanto a nuestro comportamiento como  a las expectativas que generamos acerca de nuestros colaboradores, puesto que mediante ellas estaremos condicionando a todo nuestro equipo y no debemos olvidar nunca esas sabias palabras de J.W.Goethe que dicen lo siguiente:

“Trata a una persona tal y como es y seguirá siendo lo que es; trátala como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser”.

¿Han vivido alguna vez el poder del efecto Pigmalión en su propia vida? ¿Qué sucedió? ¿Cómo se sintieron?

2 pensamientos sobre “Efecto Pigmalión

  1. Axun Azurza

    Es muy interesante todo lo que se dice, y diria aun mas: esa expectativa positiva deberiamos tenerla con todas las personas de nuestro entorno (familia, amigos…), no solo en el sentido empresarial. Nuestra relaciones y vidas mejorarian sumamente.

  2. Ibon Goikoetxea

    Gracias por tu reflexion Edu. Este “efecto pigmalion” es ciertamente algo que siempre me ha llamado poderosamente la atencion. Adquirir consciencia de su cumplimento (tanto en el sentido positiva como en la negativa) es una experiencia impactante y reveladora de la responsabilidad que tenemos para con las personas a nuestro alrededor.
    Quisiera proponerte una vuelta de tuerca de esta teoria: cuando el efecto pigmalion no es individual, sino colectivo, y son las expectativas de un grupo las que condicionan el comportamiento de un individuo concreto. En ese caso, adquirir consciencia de esta situacion y gestionar (o intentarlo) las expectativas propias y del grupo para reforzar la autoestima del individuo se antoja una tarea dura y complicada.

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