Inteligencia emocional

CEIG: El binomio de la innovación-emoción

CEIG: Grupo de Innovadores en Gestión.

Empresas que cambian, se transforman, desaparecen, nuevos marcos legislativos nuevos entornos económicos, nuevos mercados,…No sabemos si el concepto innovación corresponde a una nueva tendencia empresarial o si va más allá de una mera moda. Lo que no cabe duda es que, el cambio, la adaptación a los nuevos entornos empresariales, la permanente innovación es el medio para la supervivencia de las empresas en un mercado evolutivo con una inercia difícil de parar. En la trayectoria de una empresa, se llevan a cabo a veces de manera inconsciente cambios, transformaciones, adaptaciones, que podríamos denominar también como innovaciones pero no son tratadas como tal, y pasan desapercibidas. Sin embargo en el momento que sepamos identificar ese proceso de innovación seremos capaces de gestionarlo, y esto nos dará una ventaja competitiva sostenible frente a aquellos que pasan por alto los procesos de innovación.

Las emociones son inherentes al ser humano, podernos reprimirlas, mirar a otro lado, pero en cualquier caso las viviremos y experimentaremos de un modo u otro. Si somos capaces de aprovecharlas para nuestro beneficio mejor será. Siguiendo la afirmación anterior y teniendo en cuenta que las emociones son inseparables al ser humano, también estarán presentes en un proceso de innovación.

El binomio innovación-emoción, está totalmente integrado, diría que la innovación es como la emoción, algo que ondea constantemente, que va y viene, siempre está presente y las tratamos de manera inconsciente e intuitiva, pero cuando uno identifica las emociones, y es capaz de etiquetarlas, es capaz de tratarlas y gestionarlas. Lo mismo ocurre con la innovación, cuando identifiquemos bien un ámbito de innovación y podamos acotarlo, seremos capaces de gestionarlo y sacarle mayor rendimiento.  La innovación, es evolutiva, es un proceso continuo de aprendizaje en el que nunca daremos con una posición competitiva definitiva.

En las diferentes fases de un proceso de innovación, destacaría principalmente dos, en las que las emociones interfieren de forma diferente. Por un lado la fase creativa, donde damos rienda suelta a la imaginación, somos más impulsivos y no atendemos a la razón, nos dejamos llevar por la imaginación, llevando a cabo todo tipo de asociaciones posibles entre los elementos, cuestionándonos lo aparentemente irracional e imposible, para vislumbrar una oportunidad que se pueda traducir en una ventaja competitiva que el mercado sepa apreciar. En este proceso creativo, es preciso estimular emociones agradables de alta intensidad, tales como el entusiasmo, la euforia, la alegría,… tenemos que lograr un entorno de optimismo generalizado que nos lleve a hacer propuestas, dar ideas, soluciones,….hacer relaciones ‘disparatadas’ que puedan dar lugar a ‘algo’ que cree valor.

Una vez lograda esa oportunidad, ese atisbo de creación de valor, entramos en una fase analítica, donde la razón va adquiriendo mayor peso, y donde hemos de ser reflexivos y analíticos para cerciorarnos efectivamente que esa semilla es una ventaja competitiva que aporta valor que el mercado está dispuesto a pagar. Estaríamos hablando de un estudio de viabilidad, a toda regla. En esta fase, es conveniente bajar la intensidad de las emociones, para que la razón prevalezca sobre la emoción. Es más, a veces emociones aparentemente negativas (como el escepticismo) nos pueden llevar a ser más reflexivos.

Toda innovación, para que se contemple como tal, tiene que estar asociada a una ventaja competitiva, y ésta a beneficio. Por tanto se materializarán aquellas que sean susceptibles de dar fruto en el mercado, esto es, de obtener beneficio en términos de rentabilidad. A priori, podemos adelantar que, el resultado de la fase analítica, fruto de un ejercicio de reflexión serio, nos generará una serie de emociones positivas de euforia y alegría, si el resultado es positivo, (esto significará que llevamos a cabo la innovación) y de frustración y  desengaño, si el resultado es negativo.

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Un pensamiento sobre “CEIG: El binomio de la innovación-emoción

  1. josetxo

    Feliz año Ion.
    Podría revestirme de ingenuidad y preguntarme cómo es posible que nadie haya realizado comentario alguno a este magnífico post, pero no lo haré. Soy lo suficientemente viejo para saber distinguir el temor a equivocarse de los creacionistas.Temor que a lo único que conduce es a un pretendido perfeccionismo con resultado de aburrimiento… que desgraciadamente terminará por conducir a este blog a no ser habitado por más gentes de las que podamos caber en una mesa camilla. Al tiempo. Saludos.

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