Inteligencia emocional

Sobre los apegos

Hoy quiero hablar de los apegos, en el sentido budista, debido a una situación personal que vista desde fuera puede parecer banal. En el trabajo me han comunicado hace un par de días, y no de la mejor forma, que tengo que guardar mis cosas en cajas porque me van a cambiar de despacho no se sabe cuándo ni a dónde. No soy la única a la que se lo han dicho y, desde luego, tampoco soy la única a la que no le ha hecho gracia el tema. Aunque esto no consuela demasiado. [Hay que tener en cuenta que un profesor universitario no puede meter sus cosas en una cajita como sucede en las películas y que hay modos y modos de comunicar las cosas].

Desde que recibí la noticia se han sucedido en mí múltiples pensamientos y sentimientos. Creía que en los traslados anteriores había prescindido de lo innecesario o accesorio. Al hacer las cajas me he dado cuenta de que en poco tiempo había acumulado mucho (espero haber vaciado más las alforjas esta vez). Pensaba que había aprendido que “estoy de paso” pero me había encariñado con el espacio y lo cotidiano. Me había acostumbrado a la persona con la que compartía el despacho y ahora tengo que “volver a empezar”. Se nos dice que el cambio es fundamental para la evolución y el crecimiento pero eso no nos evita cierto dolor en el camino (y oportunidades de aprendizaje dirían otros).

Para el budismo, estar dominado por los apegos (que pueden ser cosas materiales e incluso a personas) es fuente de sufrimiento y, por tanto, hay que eliminar los apegos (para profundizar en las Cuatro Nobles Verdades del Budismo y la superación del sufrimiento véase el artículo breve de Sergio Martínez Sierra y Jesús Sordo Medina ). En occidente el término apego tiene connotaciones positivas, sobre todo si se refiere a personas, ya que se entiende como un sinónimo de cariño o preocupación. Lo que el budismo intenta decir es que hay que evitar apegarse a las cosas que provocan sufrimiento o hacerlo de forma que produzcan sufrimiento.

Acabo con un cuento que recibí por internet y que supongo que es la lección que me toca aprender a mí hoy.

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio, el turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

  • ¿Dónde están sus muebles? – preguntó el turista.

Y el sabio, rápidamente, también preguntó:

  • ¿Y dónde están los suyos…? –

  • ¿Los míos? – se sorprendió el turista -¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso! –

Yo también… – concluyó el sabio.

¿Cuáles son tus apegos?

4 pensamientos sobre “Sobre los apegos

  1. Lumi Velázquez

    Hola Aran,

    Comparto contigo los sentimientos que nos presentan los cambios. He aprendido a ver los cambios planeados o no planeados como puntos de partida para alcanzar un punto de llegada y de ahí volver a partir. Lo padre es cuando tú lo quieres y planeas, lo nefasto es cuando no te lo esperabas, y ahí es cuando ejercitamos toda la proactividad del mundo en nuestro pequeño mundo interno como personas.

    tu amiga
    Lumi

  2. Gotzon

    Curioso! Yo también estoy de mudanza. Al trabajo me refiero…y bien, y a mejor. También he tenido que soltar lastre, he regalado libros, me he despedido de algunas herramientas, y cada vez me cuesta menos hacerlo. Se siente uno más ligero, sí.

    Por lo demás, habrá que buscar una tercera vía entre el pegamento y medio, y el desapego más inhumano ¿no’

  3. Javier Bárez

    Querida Arantza
    Gracias por tu bonito post. Y por plantear una cuestión sencilla, cotidiana, pero nada pueril.
    “Los apegos”. Condición humana. Sin embargo no sabemos separar ni distinguir los apegos a las personas, de los apegos a lo material. De forma continua valoramos objetos (algunos con grandes motivos, como los sentimentales) y nos paegamos a ellos, nos acompañan, como si fueran realmente indispensables en nuestras vidas.
    Hemos de aprender a vivir, gerstionar, las separaciones y tu planteamiento de filosofía budista me parece muy bueno. Los cambios, a largo plazo, creo que son buenos.
    Y sí, estamos de paso, para qué darle más valor a
    Querida Arantza, aprovecha la ocasión como una oportunidad de deshacerte de todo lo “innecesario”. Es una cuestión pragmática. Puedes echar mano de la metodología 5S (japonesa) – si quieres yo te puedo ayudar, la conozco muy bien – de forma que en tu nuevo lugar puedas tener todo tu material ordenado, bien señalizado,….. vivir la puesta en práctica de esta metodología es vivir emociones. Tienes que decidir (hay unos criterios definidos) qué es necesario para tí, qué es lo que no necesitas, y en esto no vale el pensamiento “por si acaso”. Hay que practicar el “desapego”, es poner en práctica otra forma de ver las cosas, otra forma de actuar.
    Lo de las personas, es otra cosa, aunque también, a veces, creo que es conveniente “desapegarse” de algunas personas, relaciones, tóxicas.
    Y de todas formas, sí, estamos de paso, lo verdaderamente importante, lo de verdadero valor que tenemos en la vida.
    Un abrazo de ánimo
    Javi

  4. Blanca

    Pues sí,Aran,los cambios siempre nos ponen en el punto de partida y son pequeños (o grandes) maestros que nos enseñan lecciones importantes.Creo que el budismo es una estupenda escuela al respecto,porque enfoca a los apegos como realidades ineludibles,pero valorándolos desde el “estar de paso”,que ésa si que es una realidad que nos acompaña toda nuestra existencia ,y que parece olvidamos muy fácilmente.De todas formas,entiendo perfectamente,que cuesta mucho desapegarse de los lugares y las cosas cotidianas,pero recuerda que una puerta nueva se abre y algo nuevo habrá al otro lado.Un besazo y ánimo.Blanca

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