Inteligencia emocional

Sobre corrupción y sobornos

Hola Arantza! El cuatrimestre pasado estuve en tu clase de ética. Muy probablemente este e-mail no sea de tu competencia, pero he pensado que es posible que me puedas ayudar. Te explico: me estoy sacando el carné de conducir de autobús. Mañana será la tercera vez que me presento al examen de carretera (el último para conseguirlo); y en las tres ocasiones el profesor me ha otorgado la oportunidad de sobornar a los examinadores. Creo que no me están enseñando de la forma más adecuada, y el hecho de la insistencia me hace pensar que la propia persona que me lo propone saca algo de esto. Pero lo que más preocupación me produce es el hecho de que haya gente llevando a 55 personas o más en un vehículo y no sea una persona competente para ello. Por tanto, me gustaría hacer algo al respecto sin tener que entrar yo en un proceso judicial, ya que pienso que tengo un deber ciudadano. No sé si me podrás orientar en algo. Muchas gracias de antemano. Un saludo

El texto que reproduzco es el correo que me ha enviado una persona a quien le di clase el cuatrimestre pasado. He obviado el nombre para asegurar el anonimato. Soy profesora de la Universidad de Deusto (www.deusto.es) y casi toda mi docencia es en el área de ética profesional. Es criterio de nuestra universidad que en todos nuestros estudios de grado se curse, al menos, una asignatura de ética ya que aspiramos a que nuestros egresados sean “buenos profesionales buenos”; es decir, que tomen decisiones buenas desde el punto de vista ético, no basta con dominar los conocimientos y las competencias técnicas.

Varias son las reacciones que me ha provocado el correo. En primer lugar me alegra de que esta persona sienta que tiene un deber ciudadano de denunciar de alguna manera la situación. Una reacción común y fácil en una situación como la mencionada es “pago y me dejo de líos, ¿para qué complicarme?”. Muchas situaciones injustas se mantienen porque no las denunciamos, porque miramos para otro lado o por que sentimos que no van con nosotros, que no nos afectan. He de reconocer que por un momento yo también he tenido la tentación de decir… “mejor no me busco problemas”, pero ¿y si todos hiciéramos lo mismo? Todos tenemos la obligación moral de contribuir a que nuestra sociedad y el mundo sean un lugar mejor y más justo.

En segundo lugar me produce indignación porque aparentemente es un caso de soborno (y digo aparentemente porque no lo puedo afirmar con rotundidad, ni lo puedo probar). Soborno es un pago realizado (en dinero, especies o favores) para conseguir algo que por derecho moral no nos corresponde. Es censurable tanto pagar como recibir sobornos. Es ilegal y, además, rompe las reglas del juego; hace que los logros se basen en criterios arbitrarios e injustos. Es curioso cómo solemos sentir indignación por las grandes corrupciones, por quienes salen impunes después de robar o estafar a miles de personas y, sin embargo, convivimos sin ningún problema con nuestras pequeñas corrupciones. Creo que esto en el fondo igual encierra cierta admiración y envidia hacia los primeros. Hay quienes dicen que todos tenemos un precio… yo no estoy de acuerdo en eso. Quiero creer que no todos ceden a sus principios por lucro personal, por muy alto que sea el precio.

En tercer lugar siento impotencia porque es muy difícil erradicar la corrupción, porque es casi imposible demostrar hechos de este tipo. Además muchas veces en los temas de soborno suele haber muchas personas implicadas lo que hace más complicado ‘desmontar el chiringuito’.

Para terminar quiero señalar que he sentido cierto orgullo de que esta persona me consultara, a la vez que una obligación de reaccionar y hacer algo, por coherencia, por predicar con el ejemplo. Y debo decir también que no creo que este tipo de hechos estén generalizados; de ser cierto, quiero creer que se reducirá a un pequeño grupo de personas que han encontrado una vía fácil para obtener un sobresueldo.

¿Qué haría usted en esta situación?

7 pensamientos sobre “Sobre corrupción y sobornos

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  4. Gotzon

    Muy buena pregunta. Creo que tenemos más costumbre de sufrir, tolerar y/ o compartir esas situaciones que de plantarles cara y denunciarlas. Por eso, y por su inveterada tradición, pasa lo que pasa.

  5. Francisco Javier Bárez Cambronero

    Querida Arantza
    Mal nos andan las cosas cuando en primer lugar debemos preocuparnos por resolver nuestras cuestiones éticas, ya sólo el hecho de que alguien pueda plantearnos la alternativa, la tentación de romper las reglas éticas, y peor el que alguien las rompa por sistema. Desgraciadamente creo que éste es sólo un ejemplo.
    Para mí la pregunta sólo tiene una respuesta posible, no aceptar y denunciar. Pero en fín son nuestras contradicciones humanas.
    Hace unos días encontré un libro titulado “La corrupción municipal, ¿Cómo evitarla?”. Y creo que también la solución es muy sencilla, no siendo corruptos. Aplicando los principios éticos a todo lo que hacemos. Y más las personas que ocupan cargos públicos en representación de sus conciudadanos. Quizás haya que priorizar ante otras asignaturas la enseñanza de la Ética en las escuelas.
    Un abrazo

  6. Lumi

    Me alegra que sean sensibles todavía a estas situaciones y que no lo tomen como algo “normal” en otras partes del mundo esto daría risa o sería parte de los trámites… todavía sin reflexión y sin compromiso ciudadano.

  7. David

    Creo que en esto de evitar la corrupción tienen más peso las situaciones, las estructuras y las reglas, que la moral de las personas. Lo más efectivo es eliminar el anonimato y vigilarnos unos a otros. Contra la corrupción, transparencia. Cosas como Wikileaks suponen un avance en este sentido. Cuando crees que no te van a pillar, es fácil caer en la tentación.

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