Inteligencia emocional

Mercadeo Emocional

Es sabido que vivimos en una sociedad atravesada por los parámetros económicos y financieros en la que todo, o casi todo, es susceptible de ser vendido o comprado, careciendo de valor, prestigio y consideración aquello con lo cual no se pueda mercadear. El consumo y el espectáculo revitalizan las leyes del mercado fagocitándolo todo y convirtiendo al individuo en una máquina de deseo constante solamente saciado, aunque siempre momentáneamente, mediante acciones de compra-venta que son al parecer las que más placer le procuran.

Y la inteligencia emocional, con sus múltiples desarrollos y aplicaciones, que duda cabe que ha entrado también dentro de este escenario, del que por cierto nunca creo que ha estado realmente fuera. El denominado “marketing emocional” es un buen ejemplo de esto que comento. Frente a los argumentos racionales de provocación de conductas de compra, se ha potenciado en los últimos años los argumentos emocionales, es decir, aquellos en los que se promete al cliente que con la adquisición de tal o cual producto va a sentir o sentirse de tal o cual manera: más alegre y feliz, más joven y atractivo,  más importante, más saludable, más admirado, más autorrealizado, más original, más exclusivo, etc.

Los sentimientos y emociones no sólo son utilizados, como en la publicidad tradicional, para provocar la atención de audiencias y posibles clientes, para atraer la atención y que las sensaciones agradables hacia ese anuncio o discurso publicitario devengan por asociación en actitudes positivas hacia un producto o servicio, sino que de lo que se trata ahora es de que esos sentimientos y emociones pasen a ser características o atributos  intrínsecos a aquello que se pretende comercializar para así satisfacer necesidades de índole fundamentalmente psicológica, quizás éstas las necesidades más exigentes en nuestro entorno de “postabundancia”. A esto también se le llama, muy graciosamente, “valor añadido”. Se ha pasado, como así lo señalan los expertos en el tema, del marketing transaccional (“tengo un producto, ¿a quién se lo vendo?) al marketing relacional (“tengo un cliente, ¿cómo y qué le vendo?”) para desembocar en el marketing emocional (“tengo un cliente, ¿cómo puedo ayudarle?”).

También observamos el mercadeo emocional en otros múltiples sectores: en la alta gastronomía, a través de la cual se buscan experiencias transpersonales y unitivas de carácter espiritual; en las Consultoras de Recursos Humanos, que ofrecen distintos packs de formación a distinto precio en función de las cotas de autorregulación emocional, misión y visión o  heroicidad – liderazgo que se pretendan alcanzar; en la moda; en las agencias turísticas… Es curioso en la actualidad el fenómeno “Smartbox”, que te permite, como señala el novelista Isaac Rosa, de la manera más sencilla “regalar experiencias, emociones, vivencias inolvidables, sueños cumplidos. (…) vas a la tienda y en un expositor eliges una cajita etiquetada como “aventura”, “relax” o “gastronomía”. Sin más esfuerzo, por una cantidad de dinero asequible, regalas un fin de semana en una bodega, un baño de chocolate, unas horas al volante de un Ferrari o un salto en paracaídas”.

El mundo emocional también resulta muy atractivo, en fin, para los medios de comunicación, sobre todo para las televisiones que, a través de los reality show, se han convertido en vendedoras incansables de pasiones y sentimientos. Y lo mismo incluso podemos decir en lo que concierne a prensa,  radio, blogs y demás. La exhibición, la expresión pública, impúdica y espectacular de desengaños amorosos, accesos de celos, venganzas, triunfos, agresiones, infortunios, fracasos matrimoniales, etc. atraen al público deparándoles el placer morboso de experimentar emociones, aunque sea indirectamente, a las que en sus vidas carcomidas por la rutina, no tienen acceso.

Es claro, lo intangible se ha convertido en tangible. Los vendedores han descubierto la materialidad de las emociones: “las vendo luego existen”.

¿Usted qué opina al respecto?

3 pensamientos sobre “Mercadeo Emocional

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