Inteligencia emocional

Indignación

Por Juan Carlos López Ubis

Para cuando se publique este post, seguramente ya se habrá cumplido o estará a punto de cumplirse, el rito democrático por el que la ciudadanía es convocada a participar de manera directa, en la vida política de su municipio y provincia (o comunidad autónoma en otros lugares). Nuestro sistema democrático articula la participación en las instituciones básicamente a través de los partidos políticos –la partitocracia que denominan algunos-, y estos son los que ahora nos piden apoyo para su proyecto, confianza en su programa, alineamiento ideológico, voto útil, etc.

La vida política, y sobre todo en temporada de elecciones, suscita pasiones, agita sentimientos, moviliza energías y desata emociones.

De esto es precisamente de lo que quiero hablar. No pretendo ser oportunista pero, por el título del post, se puede deducir que la indignación hacia la que me refiero tiene que ver con el lema del fenómeno social que, iniciado en Madrid, alcanza ya a innumerables ciudades y pueblos: democracia real ya. Voy a tratar de enredar en la parte emocional, o socio-emocional mejor dicho, del asunto.

La indignación es un sentimiento (también podríamos decir una emoción social o secundaria) procedente o relacionado con la ira. La ira, como emoción básica, es una respuesta fisiológica que se produce cuando percibimos una amenaza, un ataque, un impedimento o un acto ofensivo hacia nuestros intereses o propósitos, que se percibe como una sensación de agitación interna, y que lleva aparejado una acción contra el objeto que identificamos como causante, con la intención de acabar con él y restituir la posibilidad de logro.

Según los diccionarios podemos definir indignación como: “Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos” (RAE), o “Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial” (VOX, Ed. Larousse).

La indignación, como sentimiento, implica un pensamiento elaborado y complejo, que surge de un proceso valorativo de la realidad que vive el individuo. Esa realidad es percibida como amenazante, pero además, se identifica al objeto de quien proviene la amenaza y, sobre todo,  prevalece la idea de injusticia y agravio. Esta idea es la que determina, distingue e identifica a este sentimiento.

La persona que se siente indignada se ve a sí misma como despojada por alguien (o amenazada de serlo), y de manera injusta, de algo que tiene o que cree que merece tener. También, y gracias a la empatía, podemos sentir indignación cuando es otra persona quien sufre esa situación.

Quienes han creado, se han sumado al lema Indignaos, o se sienten identificados o solidarios con él, perciben sus circunstancias como amenazantes, tienen perfectamente identificado el objeto origen o desencadenante y han descrito aquello que se les quita o creen merecer.

Las circunstancias amenazantes son: falta de empleo o empleo precario, salarios insuficientes, recorte de las pensiones, primacía de los poderes económicos, dificultad de acceso a vivienda, efectos de la crisis financiera, recortes en prestaciones sociales, corrupción política, falta de transparencia de las instituciones públicas, efectos nocivos de la partitocracia imperante, escasas posibilidades de tener participación activa en la toma de decisiones, sistema económico y de desarrollo que no garantiza la sostenibilidad, crecientes desigualdades sociales…

El elemento “agresor” se personifica en “el sistema vigente”, representado por el estado y sus instituciones, así como por los poderes económicos y financieros.

Y respecto a lo que se les arrebata o creen merecer, hay que considerar que la indignación está relacionada léxicamente con la dignidad. Este término implica una doble cualidad:

Por un lado hace referencia a una serie de componentes (honores, beneficios, derechos, réditos) que otorga una situación, y por otro, a la cualidad que tiene cualquier individuo para merecerlos. La fuente de esa dignidad, en este caso, proviene, deriva o es consustancial a una circunstancia: ser ciudadano de un estado social y de derecho (como proclama la Constitución española). Derecho al trabajo, a la vivienda, a un salario justo, a exigir participación, a ser escuchado y tenido en cuenta, a proteger y preservar los recursos de hoy y de mañana, a no ser robado o explotado por los bancos y otros expoliadores,… derecho en definitiva al presente y al futuro.

Todos los movimientos y convulsiones socio-políticos de la Historia, grandes o pequeños, trascendentales o anecdóticos, globales o locales, han estado precedidos o han sido provocados por este sentimiento tan potente. Sin embargo, gran parte de los políticos y de los analistas están minusvalorando lo que está sucediendo, llegando incluso a la ridiculización o vanalización: nos dicen que la democracia ya tiene sus cauces, que es un movimiento manipulado o antisistema, que una cosa son las protestas y otra las propuestas, que no vale juntar la falta de trabajo con la protección del medio ambiente, etc. No se confundan señores y señoras, no es demagogia ni pensamiento reaccionario, es hartazgo.

La negación de la realidad es un mecanismo psicológico que ayuda a enmascarar o a protegerse del miedo (en este caso el miedo a perder el poder y el control), pero no cambia la realidad. Quienes miran para otro lado o desprecian a los miles de personas que se están manifestando o a quienes les apoyan, están mostrando su debilidad, sus carencias para gestionar la situación y su incapacidad para insuflar ilusión y esperanza.

Sabemos que la emoción contiene una energía que nos activa o nos paraliza. Y que las emociones, los sentimientos y los estados de ánimo se contagian, de tal forma que determinan situaciones colectivas de un alto potencial. Ahora nos queda ver si el potencial de ¡democracia real ya! además de ser una protesta monumental (que dicho de paso, aunque sólo hubiera pretendido eso, ya debería ser un revulsivo para tanta conciencia adormecida y un severo toque de atención a tanto pensamiento aburguesado y tanto estómago agradecido) llega a algo más.

Desde el punto de vista de la gestión competencial de las emociones, la indignación puede tomar varios caminos:

Si esa energía emocional no se regula o canaliza hacia un objetivo determinado, si se queda enquistada dentro de las personas o del grupo, con un pensamiento anclado en el agravio u ofensa recibida, puede estar abocada al resentimiento. Este estado emocional puede llevar consigo además, rabia o rencor, dos energías negativas que se descargan hacia uno mismo en el primer caso, y hacia los demás en el segundo a través de la venganza (lleve esta implícita o no alguna expresión violenta).

Si esa energía lleva a los individuos a la paralización estaríamos hablando de resignación. Este estado se caracteriza por la renuncia, la sumisión y la tristeza permanente por aquello que pudo ser y no fue. Estas consecuencias lastran posteriores actuaciones, tiñendo el futuro autopercibido de derrota, desesperanza e indefensión.

Por último, si esa energía se regula y se orienta hacia un objetivo de crecimiento interior y de logro, si se emplea en un proceso de análisis y de aprendizaje, generará superación. La superación lleva implícitas confianza, ilusión, esperanza, motivación. Estas son algunas de las emociones necesarias para enfrentarse a los nuevos retos, para asumir riesgos y para producir y gestionar cambios.

¡Ojalá que la indignación del movimiento 15-M nos lleve a la superación! Porque creo que a muchas personas se les está arrebatando de forma injusta el presente y, sobre todo, su futuro y el de sus hijos.

 ¡Yo también estoy indignado!

 ¿Usted que opina al respecto?

5 pensamientos sobre “Indignación

  1. Alejandro

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    Saludos cordiales.

  2. librepensador

    Yo también me considero indignado, porque me parece totalmente inconcebible que un país se halla cargado una toda una generación, por la codicia desmesurada e incontrolada de unos, por la enorme corrupción de los políticos, por los sindicatos vendidos al amo de turno, por la inseguridad que recorre todas las calles de España (pese a ser el país de Europa con mayor policía…)

    ¡En fin! Sr. Juan Carlos López Ubis; me gusta su post y aunque no arregle el mundo, por lo menos sus escritos, despiertan conciencias adormecidas…

    Agur

  3. Arantza Echaniz Barrondo

    En una ocasión le escuché en una conferencia a David Noel Ramírez Padilla, Rector del Tec de Monterrey, una frase que se me quedó grabada y que trato de tener siempre presente: “El bien es bien, aunque nadie lo haga; el mal es mal, aunque todos lo practiquen”… Yo también estoy indignada…

  4. LA TITA IRU

    Por desgracia, me temo muy mucho, que después de las elecciones los que hemos apoyado el movimiento 15M hemos aparcado sin querer el seguimiento de sus continuadas acciones en detrimento de los resultados electorales y de los chanchullos políticos que se avecinan en este pequeño, pero siempre convulso, país vasco.

    Es una gran lección ciudadana para los políticos y demás en general los acontecimientos del 15M, aunque por desgracia los resultados en el gran país de los españoles haya sido bastante insatisfactorio con respecto al comunicado que quieren transmitir los muchos indignados. Muy lejos están los resultados de lo que proclaman los indignados, y encima a verlas venir en las próximas elecciones.

    Espero que el movimiento continúe, yo al menos me sumo a él, y aunque propuestas concretas no ha habido todavía, hay un grano de arena importante de un grupo de gente, joven sobre todo, que quiere vivir en otro orden de cosas, en un nuevo sistema más justo y más equitativo. Eso es esperanzante y por tanto espero que la energía que ha comenzado a brotar con este 15M sea absolutamente creciente, cambiante e inteligente.

    Y por último, a saber que los movimientos lentos son por lo general mucho más eficaces y eficientes a la larga. Ojalá cale poco a poco el moviemiento 15M, que cuando menos, es más humano.

    Un saludo a todos

  5. Víctor

    Anteponer los sentimentalismos a la razón pude provocar que cometamos errores, Hemos entregado la confianza en los gobiernos y como son hombres sujetos a bajas pasiones, nos han traicionado. Ahora para quitarles lo que detentan, necesitamos ser más inteligentes que ellos. El 15M propone hacer un retiro masivo de 155 € el sía 30 de mayo. De este modo les haremos sentir que nosotros somos más.

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