Inteligencia emocional

Para qué sirve la ética

Por Arantza Echaniz Barrondo

Cuando doy clases de ética, o una charla sobre el tema, me suele gustar terminar mostrando dos imágenes (un candado y una llave) y preguntando a la audiencia por qué piensan que he elegido dichas imágenes. Las respuestas suelen ser de lo más variopintas… La razón que suelo dar es que estamos acostumbrados a ver la ética como una serie de principios que suponen una carga, una mochila que no nos deja correr tan rápido como desearíamos… Pero se nos olvida una parte fundamental, la ética, los principios, son la llave para la felicidad, para construir la vida que queremos, para convertirnos en las personas que aspiramos a ser.

Acabo de terminar un libro de una gran experta en ética, a quien es una verdadera delicia escuchar en persona, Adela Cortina.  Se titula “¿Para qué sirve realmente la ética?” (Barcelona: Paidós, 2013). A continuación compartiré las ideas principales que he extraído de la lectura. LA ÉTICA SIRVE PARA:

  • “Abaratar costes en dinero y sufrimiento en todo aquello que depende de nosotros, e invertirlo en lo que vale la pena, sabiendo priorizar” (p.26). La crisis que todavía nos azota ha tenido mucho que ver con la falta de ética en muchos sectores, estamentos y niveles. Cuando la confianza y la integridad están en la base de las relaciones, de todo tipo, éstas son más sólidas y duraderas, además de ser el germen de un mundo diferente.
  • “Intentar forjarse un buen carácter, que aumenta la probabilidad de ser felices y justos, al ayudar a estimar los mejores valores y optar por ellos” (p.46). Forjarse un buen carácter es la opción más inteligente en la búsqueda de la felicidad, y esto es válido también para las organizaciones y los pueblos. Cada uno vamos formando nuestro carácter (que tenderá hacia el bien o hacia el mal) acto a acto, decisión a decisión. Cada vez que en clase debatimos sobre un caso o situación suele haber un comentario bastante habitual: “Total… eso no hace daño a nadie”. A mí me suele gustar decir: “Cuidado con esa afirmación porque muchas veces nos olvidamos de la persona más importante… nosotros mismos. Eso que hago, he hecho o voy a hacer ¿me acerca o me aleja de la persona que quiero ser?”.
  • “Para recordar que los seres humanos necesitamos ser cuidados para sobrevivir y que estamos hechos para cuidar a los cercanos, pero también para recordar que tenemos la capacidad de llegar hasta los lejanos, creando vecindarios nuevos. Para eso hace falta no sólo poder, sino también querer hacerlo” (p.72). La propensión a cuidar está inserta en nuestra naturaleza, es básica para mantener y reproducir la vida, y no es sólo cosa de mujeres. Exige, además, respeto por lo valioso y vulnerable, la Tierra y todos los seres vivos. Somos corresponsables del bienestar y bienser de otros, no sólo de nuestros cercanos.
  • “Para recordar que es más prudente cooperar que buscar el máximo beneficio individual, caiga quien caiga, buscar aliados más que enemigos. Y que esto vale para las personas, para las organizaciones, para los pueblos y los países” (p.93). Los seres humanos estamos preparados no sólo para cuidar, sino también para cooperar. En la vida real la mayoría de los juegos son cooperativos. La figura del homo oeconomicus, que buscar maximizar las ganancias, debe sustituirse por la del homo reciprocans, que se mueve no sólo por el cálculo de ganancias, sino por las emociones y que es capaz de dar y recibir, así como de cooperar. Sentimientos como el de justicia son fundamentales en el quehacer económico, no sólo en el quehacer ético (véase el juego del ultimátum). No debemos olvidar que para conseguir la cooperación no basta la coacción legal, y que mecanismos como la vergüenza social puede ser un arma de doble filo. La vía más adecuada es la educación que es una tarea multiagente (escuela, familias, medios de comunicación, etc.).
  • “Para ser protagonista de la propia vida, autora del guion de la propia biografía, para construir con otros la vida compartida, sin permitir que nos la hagan. Para realizar un sueño, el de una sociedad sin dominación, en que todos podamos mirarnos a los ojos in tener que bajarlos para conseguir lo que es nuestro derecho” (p. 114). Los seres humanos, todos sin excepción, somos acreedores de unas ‘libertades básicas’ o ‘derechos civiles’. Son una conquista irrenunciable. Reclamar estos derechos implica, a su vez, comprometerse con la tarea de lograr dichos derechos para todos. La libertad no garantiza una buena vida; pero está claro que es difícil llamar ‘vida buena’ a la de personas que no tienen la opción de elegir. La lucha por la justicia ha ido de la mano de la lucha por la libertad tanto propia como ajena. Hay una cooperación que construye humanidad y otra que la destruye.
  • “Para aprender a degustar lo que es valioso por sí mismo, para estrechar el vínculo con todos aquellos que son dignos de respeto y compasión” (p.127). La soledad radical es el mayor sufrimiento de un ser humano, ya que somos seres vinculados de raíz, no individuos que eligen unirse. Dos sentimientos son fundamentales en las relaciones humanas: 1) respeto a la dignidad (que es la base de los derechos humanos); y 2) compasión (sentimiento por el que padecemos con el que sufre y nos vemos urgidos a aliviar su dolor).
  • “Para ayudar a construir una democracia más auténtica, que sea gobierno del pueblo” (p.159). Una democracia comunicativa en la que hay verdadero pueblo, más que masa, que intenta crear una voluntad común en cuestiones de justicia por medio del diálogo sereno y la amistad cívica.

No se me ocurre mejor modo de terminar esta entrada que las palabras con las que acaba su libro Adela Cortina: “¿Para qué sirve la ética? Para aprender a apostar por un vida feliz, por una vida buena que integra como un sobrentendido las exigencias de la justicia y abre el camino a la esperanza” (p.178).

¿Estás dispuesto, estás dispuesta a apostar por un vida feliz, una vida buena que incluye las exigencias de la justicia?

 

Os dejo un interesante vídeo que lleva por título “El cerebro ético: un atajo emocional ante dilemas”. Para verlo pinchar en el logo.

www.plaxislgconsultores.es.com

 

 

 

 

2 pensamientos sobre “Para qué sirve la ética

  1. Rogelio

    Muchas veces comentamos Arantza que más importante que el manejo de las emociones, que el desarrollo de la Inteligencia Emocional, está el manejo de la Inteligencia Ética, como inteligencia marco para el resto de actividades del intelecto, con lo que me parece más que relevante y oportuno este post. Además, me ha resultado muy interesante el vídeo. Gracias por todo ello pero me gustaría dejarte una pregunta… ¿cómo desarrollamos los valores éticos, y más en estos tiempos? Un abrazo Arantza.

  2. Maribel Navascues

    Arantza, la verdad, yo lo que quiero es ir a tus clases!!
    “El cerebro ético como atajo emocional ante dilemas”, me lleva a recordar que dar importancia de niño a cuestiones morales y espirituales parece una adecuada inversión de futuro, ¿No?
    Al leer tu resumen he recordado la emoción suscitada por un alumno que tras un viaje “iniciativo” regresó para continuar sus estudios y me regaló “Etica para Amador”.
    Vamos a crear vecindarios nuevos! ;-))

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