Inteligencia emocional

Por el momento, véndame humo

vender-humo… Que yo se lo compro. No sé si en otros países de habla hispana se utiliza esta expresión, pero creo que habla por sí misma. Venderle humo a alguien viene a ser algo así como convencerle de que compre algo que se escurre entre los dedos, que es intangible, y que en definitiva no sirve para lo que supuestamente sirve. Y dentro de un par de párrafos entenderá el lector por qué empiezo con esta expresión.

Muchos de nosotros estamos involucrados en promover y acompañar en procesos de cambio personal, grupal y/o profesional y no son pocas las veces que nos encontramos con la ya manida declaración de intenciones que después encuentra en la práctica dificultades importantes en su ejecución. Cambiar es algo complicado de hacer porque, como también sabemos, implica implantar una conducta diferente, pero también un sentir diferente, una actitud diferente, unos valores distintos, y a menudo decisiones difíciles de afrontar. En la teoría parece buena idea, pero el abismo parece insalvable para algunas personas y grupos, y nuestra tarea pasa por ayudar a acortar ese salto.

Una de mis preocupaciones como psicoterapeuta y también como conductor de grupos, es mantener el equilibrio entre respetar y validar la natural resistencia al cambio que tiene la persona que viene a terapia o inicia un proceso de desarrollo grupal, e ir empujando respetuosa y suavemente a él en el momento oportuno. Sin embargo, ya hace tiempo que no pienso en esa resistencia como tal, sino más bien en un intento de mantener la continuidad y la consiguiente seguridad que ésta acarrea. Los cimientos empiezan a moverse, se notan las vibraciones que genera pensar en el cambio y se ponen en marcha todas las estrategias para limitar su impacto, algunas de ellas inconscientes y no necesariamente con el objetivo de boicotearse.

En mi experiencia, validar la resistencia y el porqué de su existencia, indagar sobre ella, y ponerle un nombre que no culpabilice o avergüence, sino que defina algo tan natural como no querer ir a un sitio que no se ha visitado antes y que es en cierto modo amenazante, termina liberando el deseo intrínseco de la persona a llevar adelante el cambio. Al fin y al cabo, no olvidemos que la demanda de nuestros servicios parte de una motivación genuina a pesar de todo para cambiar y ese deseo ha de ser sagrado para nosotros.

En el otro extremo está el cambio motivado por otros, sin un sentido interno para los individuos aunque de nuevo, teóricamente deseable y también con grandes dificultades en la práctica. El equilibrio en este caso pasa por no aliarse con quien pide el cambio para otros sin querer que éste le afecte. No vender humo al conjunto del grupo que necesita un cambio, haciendo como si, pero sin realmente atajar las dificultades que se interponen en el cambio real. Desde lo que yo sé tanto de los grupos en la clínica, las familias y los entornos empresariales, hablamos del caso del terapeuta, el formador o el facilitador que se conforma con hacer una sesión de fortalezas y debilidades pero no puede mirar a los ojos y plantear lo que realmente cree que está frenando un proceso de cambio, incluyendo, por supuesto lo anterior en relación a la resistencia. Si lo vemos pero no lo señalamos, es importante saber que estamos colaborando con lo que frenará el cambio, y esta colaboración será entendida por todo el sistema como estar haciendo como si, pero sin realmente ayudar a sortear ese abismo, y en ese caso, el abismo se ensancha, con un poco más de desconfianza.

La solución pasa por la implicación del o la profesional, su confianza en su propio criterio y su honestidad a la hora de poner su potencia y su delicadeza al servicio de su cometido.

2 pensamientos sobre “Por el momento, véndame humo

  1. Jose Morgado

    Un planteamiento muy interesante el que haces en tu entrada Igor.
    En ocasiones los profesionales somos solicitados para trabajar con personas o equipos, como si tuviéramos una “varita mágica”. Es como realizar magia: hay truco, pero no se ve…a veces. Sin embargo, las expectativas y los deseos de quien nos contrata, en ocasiones raya la petición de un mago. El problema es que nosotros actuemos como tales utilizando “cierta forma de engaño”, más políticamente correcto llamado: “vender humo”.

  2. Ruth Cuèllar Palomar

    Solicito actualizarme siempre sobre inteligencia emocional, competencia comunicativa y liderazgo porque como docente me son de gran importancia. Gracias

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