Inteligencia emocional

¿Ser inteligente implica ser positivo?

No soy académico aunque me gusta la ciencia. Mi acceso al conocimiento es una extraña mezcla de experiencia, reflexión y lecturas. Me he dedicado a la psicoterapia y, por ello, a todo lo que puede sernos útil para cambiar. Desde ahí planteo una pregunta trampa puesto que confieso que mi respuesta es que sí, que la inteligencia necesariamente nos encamina hacia la positividad.einstein-riendose-color

Desde hace tiempo las personas vinculadas con el Consorcio de Inteligencia Emocional sostenemos que una de las consecuencias naturales de la aplicación de la inteligencia emocional es la colaboración. Siempre hemos considerado que hay una traducción social y/o relacional y que, por tanto, la inteligencia emocional no puede recluirse en el ámbito de lo individual. Desde nuestro punto de vista tener altas competencias emocionales te lleva a buscar el apoyo, la cooperación, y a promoverlo en el ámbito personal y/o profesional.

Hoy se trata de dar otro paso más al argumentar que la inteligencia emocional nos lleva a ser positivos.

Tal vez sea importante definir lo que entiendo por positivo. La positividad es una habilidad que te permite extraer de la complejidad de la realidad aquellos aspectos que resultan positivos para tus intereses, para tus objetivos. Desde este punto de vista el positivo tiene la capacidad de analizar la realidad, de identificar elementos útiles para la consecución de sus objetivos y de usarlos en su propio beneficio o en el de los demás.

Desde esta definición de positividad se puede concluir que las claves son:

  • Autoconocimiento de las fuentes de su bienestar subjetivo.
  • Conocimientos sobre la complejidad emocional de la realidad.
  • Capacidad de resolución de problemas, especialmente en lo relacionado con encontrar aspectos que sean útiles para la consecución de los objetivos propuestos.
  • Visión amplia de la realidad, flexibilidad a la hora de percibir y analizar el entorno.

Las dos primeras claves están relacionadas con algunas competencias emocionales como la conciencia emocional, la regulación emocional, autonomía emocional y las competencias para la vida y el bienestar.

Hace pocos días se publicó un artículo en el recomendable blog “Rasgo latente” titulado “En defensa de las personas tóxicas: falsedades y peligros del pensamiento positivo” en que se se hacen una serie de apuntes sobre la positividad que me gustaría señalar:

  • Sé optimista cuando la realidad lo permita. La inteligencia es la capacidad para resolver problemas. El optimismo inteligente es aquel que desde una lectura de la realidad encuentra caminos para la esperanza y esto suele necesitar tiempo. La inteligencia nos ayuda a esperar hasta encontrar un contexto en el que el optimismo puede abrirse camino.
  • No te rindas nunca, o mejor sí. La clave es si hablamos de rendirnos en un aspecto concreto o como actitud. La incertidumbre y la inseguridad es una constante a la que debemos hacer frente, la inteligencia nos guía sobre cuando debemos insistir o retirarnos, la positividad te impulsa a seguir intentando encontrar caminos para alcanzar objetivos que cada vez te acerquen más a tus sueños.
  • Se positivo, o no tanto. Concluyendo habría que decir que a nadie se le ocurre plantear lo adecuado de ser inteligente o no tanto. Otra cosa diferente es mostrarte o comportarte siempre de esa manera. La positividad, en este sentido, como habilidad me parece un arte que requiere de mucha inteligencia, en especial emocional.

 

Positividad no se trata de pensar en que se tiene el control de las situaciones, sino que es algo mucho más emocional vinculado con la esperanza y con la autoeficacia. Positividad no es pensamiento positivo, positivo es ser un hábil buscador de tesoros que sirvan como recursos reales con los que avanzar.

Y tú, amigo lector, ¿eres inteligentemente positivo?

 

4 pensamientos sobre “¿Ser inteligente implica ser positivo?

  1. Alfonso Blanco Sánchez

    Ser positivo con uno mismo y con los demás, tiene, sobre todo, que ver con el hallazgo del amor a uno mismo y a los otros, a la vida en definitiva. Este amor es producto de la aceptación y encuentro del propio ser, a lo que nos lleva el camino de la contemplación, la creación: el camino del desarrollo personal, del silencio en el sentir, el placer de la soledad y de la compañía, en su plenitud. Hay personas muy inteligentes que se odian y odian al otro, y no obtienen ningún beneficio para sus vidas de su alto cociente intelectual; antes bien, se ponen cortapisas y obstáculos y a quienes intentan ayudarles u orientarles rebaten con denuedo hasta impedir el auxilio intentado: No se dejan ayudar, y su inteligencia está al servicio del daño personal. Por lo tanto, un componente fundamental para vida es el amor.

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