Inteligencia emocional

VOLVER A LA SENCILLA COMUNICACIÓN

Volver a lo sencillo de las cosas parece fácil, casi intuitivo, pero a veces no lo es. Hoy en día parece que estamos en el camino, no sé si por tendencia, por moda o por una necesidad vital el recuperar cierta naturaleza perdida en este ritmo urbanita en el que casi todos estamos inmersos. Compramos comida ecológica, aparecen ya coches respetuosos con el medio ambiente, familias jóvenes que vuelven a los pueblos a vivir, buscamos el contacto con la naturaleza, reciclaje…pero quizá nos olvidamos de poner el acento en algo que todavía es más importante y que también se puede ir a lo sencillo y natural: la comunicación. Llevamos unas cuantas decenas de años complicándola, enmascarándola, se ha vuelto enrevesada y esto conlleva una serie de sutiles, pero importantes consecuencias en nuestro día a día. Creo que debemos de poner atención en este elemento esencial, al igual que ponemos el esfuerzo en vivir más naturalmente. 

Pensemos un momento sobre lo que nos ocasiona los conflictos diarios, ya sea en la familia, en el trabajo, en la calle…y nos daremos cuenta que muchos están relacionados con la incomunicación que se produce cuando tenemos una comunicación poco comunicativa.

En mi trabajo es algo que recojo habitualmente y que llevó a plantearme la idea de intentar volver a lo natural, a la esencia de la comunicación, para poder gestionar o evitar los problemas asociados a este torpe manejo.

Empecé por os que tengo más cerca,  ¿habéis observado como los niños pequeños se comunican entre ellos? Pensar que porcentaje de de lo que comunicamos a nuestros niños y niñas se les queda, que porcentaje de sus comentarios se nos queda a nosotros, sabemos que les preocupa, les angustia, les alegra, les motiva, les hace sentir bien. El otro día me dice un adolescente que se había dado cuenta de que me contaba muchas cosas de su vida que sus padres no sabían. Claro que al final parte de nuestro trabajo como psicólogos es que nos cuenten las cosas que les pasan, pero ¿no sería más natural que esos pensamientos, ideas, emociones se las contasen a las personas que más les quieren?

Todo esto me llevó hace unos años a intentar construir un modelo de comunicación para trabajar con las familias que denominé la comunicación NEI (Natural y Emocionalmente Inteligente). Basándome en la experiencia de estos más de quince años de trabajo con niños y sus familias, busque la manera de destilar un modelo sencillo y simple a los procesos de comunicación entre las personas y los niños. Relato muy brevemente el ejemplo que me sirvió de inspiración para construir este elemento.

Hace unos años llegó a la consulta una madre que había perdido a su marido en un accidente de tráfico. Como el padre pasaba tiempo fuera de casa por trabajo, decidieron no contarle nada a su único hijo de cinco años hasta ver como se enfrentaban los adultos a este gran golpe familiar. Pero el niño tenía sus propios planes. Empezó a tener conductas “raras” que nunca había tenido como llevar una flor a un retrato donde solo estaba su padre o refiriéndose a un tío suyo como su aita. Todo esto sin “saber” lo que había ocurrido. Sin alargarme en el ejemplo, les dije a la familia que el niño lo sabía y había que completar la información que el tenia. Les pedí que me avisasen cuando el niño lo supiese. Al día siguiente de contárselo, preparé una sesión con otros niños que él conocía y con los que jugaba habitualmente. En cuanto llegó entro en la sala y les dijo: “mi padre ha muerto” una niña le preguntó si estaba triste y él dijo: “si” y otro niño le dijo si quería jugar con ellos y se pusieron a jugar todos juntos. Para mí esto es la esencia de la comunicación NEI.

Nos comunicamos desde un cerebro casi siempre intelectual,  pero antes que este se desarrolló el cerebro emocional (por ejemplo entre otros descubrimientos, atestiguado por las neuronas espejo)  mucho más directo e informativo, más primitivo e influyente. La idea de la comunicación NEI es volver a procurar el orden natural de la comunicación, es decir, colocar la emoción primero y luego el discurso intelectual. Lo hacemos siguiendo una serie de pasos y damos un tiempo de práctica. Las familias con las que he trabajado en estos años me dicen que si ha mejorado bastante la comunicación y hay menos malos entendidos y por lo tanto muchos de los conflictos se han reducido. Pongo algunos ejemplos, un par de pinceladas  de lo que quiero decir, cuando hablo de como deberíamos comunicarnos: “Lo que dijiste ayer me ha hecho sentir triste, no quiero dejarlo así y me gustaría resolverlo”, “te noto preocupado y no sé lo que te pasa, me preocupa verte así y me gustaría que me lo contaras”. Seguramente mucho de los que lean este post pensarán que ellos y ellas se comunican a sí (puede ser) pero si nos observamos en el día a día veremos que no es una forma habitual de comunicarnos. Incluso algunas personas pueden pensar que nadie habla así.

Mi sugerencia para estas vacaciones que se atisban en el horizonte, aparte de disfrutarlas, es que os oigáis y podáis reflexionar sobre como os comunicáis con vuestros hijos e hijas y ver qué pasa si hablamos poniendo primero la emoción y luego la finalización. Seguro que algo descubrimos. Quiero acabar este post con una cita de Confucio (551-479 a.C) que utilizo mucho con la gente que viene a hacer prácticas y que no podría resumir mejor  la esencia, para mí, del trabajo de un psicólogo y que también está en el objetivo de lo que quiero conseguir trabajando con la comunicación NEI: “averigua las razones de una persona para actuar, observa cómo actúa y examina en que encuentra la paz. ¿Hay algo más que nos pueda ocultar?”.

 

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