Inteligencia emocional

… a la gente buena le pasan cosas malas.

¿Por qué a la gente buena le pasan cosas malas? Seguramente esta pregunta ha rondado tu cabeza o la has escuchado en algún momento de tu vida.

Me cuesta sentarme a escribir, mi musa no llega (o es quizás que no me atrevo a escucharla), la hoja del ordenador está en blanco…
Lo cierto es que los últimos sucesos que acontecen en el mundo me remueven y llevan a reflexionar sobre ello.

Guerras, atentados, catástrofes naturales cada vez más dañinas… Miles de personas, como tú o como yo, que de repente encuentran que sus vidas ya no son las mismas. Parece que el universo se confabula para hacer daño. Porque lo que les pasa está fuera de su zona de influencia, de ellos no depende que la fuerza de la naturaleza (huracanes, terremotos, inundaciones…) azote sus casas, que una guerra los obligue a emigrar y pedir refugio, que un acto terrorista y criminal los sorprenda…

Entonces te preguntas. ¿Por qué tuvo que pasar esto si no se lo merece/n?
Quizás tu respuesta esté ligada con el destino, con Dios, el universo… ¿O nunca has escuchado (o dicho): “por algo habrá pasado”, “es la voluntad de Dios”, “es el destino”, “es el karma”…? y tantas otras frases que de alguna manera nos reconfortan ante hechos que están fuera de nuestro control.
Por otra parte, están quienes piensan que las cosas simplemente suceden, que te toque o no, es un hecho aleatorio, parte de la entropía del universo. Simples y tristes casualidades que no tienen en sí ningún sentido ni propósito.

Y a cuenta de esta última reflexión y a raíz de un artículo muy interesante que leí hace unas semanas: ¿Importa que tengas un propósito en la vida? la respuesta que encuentro a mi interrogante inicial es una nueva pregunta:
Y si en vez de preguntarnos por qué, nos empezamos a preguntar ¿para qué a la gente buena le pasan cosas malas?

La vida está llena de matices y “cosas malas” que están fueran de nuestro control, en menor o mayor medida pasarán. De alguna manera tendremos que seguir avanzando. Poniendo en acción nuestra capacidad de resiliencia, es desde donde podremos resurgir con más fuerza.

El propósito y el sentido que otorguemos a lo que sucede dependerá de nosotros, como personas y como sociedad. Podemos construir, reparar o destruir, avanzar o paralizarnos, crear algo nuevo o continuar con lo viejo, aprender o ignorar…

Yo hoy, elijo aprender y construir puentes para seguir avanzando, ¿tú que eliges?

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