Inteligencia emocional

Nuevos hombres buenos

Portada: “Nuevos hombres buenos” de Ritxar Bacete

¿Qué misterio esconderá el título de este post? “Nuevos hombres buenos” es el libro que me ha acompañado estos días festivos. Se trata del trabajo de un compañero del CIE, Ritxar Bacete, que ha tenido muy buena acogida, al menos entre los medios de comunicación. El subtítulo del libro aclara bastante más sobre el contenido del mismo: “La masculinidad en la era del feminismo

Lo primero que tengo que reconocer es que este tema no es de los que me entusiasman, me siento incómodo en el papel de un hombre en la era de la lucha por la conquista de la igualdad por parte de las mujeres. Supongo que he simpatizado con los esfuerzos de las mujeres por alcanzar una equiparación de derechos, pero siempre he entendido que mi papel era el de dar apoyo desde la retaguardia. Leyendo el libro he entendido mucho más de mi incomodidad y eso es algo que, además de agradecérselo a Ritxar, me hace invitar a todos los hombres que lean este post a bucear entre sus más de 350 páginas.

Los “nuevos hombres buenos” son, somos, aquellos que buscamos una nueva masculinidad que se ajuste a los tiempos de la igualdad, una sin privilegios. Y, claro, a diferencia del proceso de emancipación de las mujeres los hombres vamos tarde, a remolque, y perdidos en esta batalla. La clave radica en el papel que la nueva masculinidad tenga en el ámbito de los cuidados, en el que las emociones juegan un papel básico. Ritxar invierte mucho tiempo en hablar del papel de la paternidad en la nueva masculinidad. Pero esta transformación va más allá de ello puesto que tiene que ver con el cuidado de la casa o de nuestros progenitores. Soy padre y tengo tres hijos. Esto ha hecho que desde hace más de 20 años me enfrente a múltiples situaciones relacionadas con este nuevo papel. He disfrutado mucho de mi paternidad y ésta me ha significado meterme de lleno en el mundo de los cuidados para el que nadie me preparó. También he mantenido espacios de desconexión de mi labor como padre y he observado la diferencia entre mis derechos y los de las mujeres en este sentido. Como pareja, como compañero de proyectos, he tenido que aprender a golpes y lo he hecho pero siempre con la sensación de no llegar a lo que yo mismo querría poder aportar.

Otra clave vinculada al mundo de los cuidados tiene que ver con saber perder el privilegio de la individualidad, vista como libertad, que ha pertenecido históricamente a los hombres. El vínculo del cuidado exige responsabilidad y presencia. No es cuestión de perder tu identidad para adoptar exclusivamente la del cuidador. En ese sentido las mujeres también reivindican su derecho a la desconexión en movimientos como “el club de las malas madres“. Se trata de construir una masculinidad en la que la autonomía pivote sobre la responsabilidad del cuidado.

Para acabar este post comentaré la importancia que en el libro se da a la renuncia de la violencia por parte de los “nuevos hombres buenos“. Posiblemente la violencia ha estado mucho más vinculada a la cultura masculina, machista diríamos, puesto que durante una parte importante de nuestra historia era una función del hombre usarla para el beneficio de la comunidad. Las mujeres, por contra, y por su labor cuidadora han estado mucho más alejadas, culturalmente, del uso de la violencia, que no de sufrirla de primera mano. La sociedad del siglo XXI exige la sustitución de la violencia física por la entrega, la conexión y el vínculo cuidador. Un nuevo nombre bueno preocupado por empatizar, cuidar y educar mucho más que de hacer su propia vida usando las violencias que sean necesarias en cada caso.

Pronto tendremos la ocasión de entrevistar a Ritxar sobre este y otros temas en EnWorking un programa sobre psicología positiva de CuacFM.

 

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