Inteligencia emocional

Un Universo de Posibilidades

“El que ha llegado tan lejos como para dejar de confundirse,

ya ha dejado también de trabajar.” Max Planck

 

Suspendí con machacona insistencia física en 2º de BUP. Hasta que un ochentero día de junio se alinearon los astros y conseguí superar este reto en “suficiencia”. ¡Bendita adolescencia! No me considero especialmente supersticioso, pero sólo puedo atribuir aquel éxito a algún tipo de intercesión sobrenatural. ¿Chuletas? Ni pensarlo: me paralizaba la idea de que me pillaran “in fraganti”

Recibí el aprobado con desbordante alegría y -como no podía ser de otra forma-en una maniobra de escapismo digna de Houdini, me abracé a las letras con pasión.

Quizá pueda atribuir a un intento de reconciliación con esta disciplina la razón de algunas de mis últimas lecturas. Comenzó con un gato zombi y “Cómo explicar la física cuántica … la ciencia más loca explicada de forma sencilla” (Varios autores. Alfaguara 2016). Siguió con “CuestionesCuánticas” de Ken Wilber (Kairós, 2014).

Perdido el pasado sábado en una librería de Bilbao, me crucé con “El principio de posibilidad: cómo la física cuántica puede mejorar tu forma de pensar, vivir y amar” Mel Schwartz (Sirio, 2017). Como no podía ser de otra forma, caí en la tentación.

Su tesis: nuestra cosmovisión influye en todas y cada una de nuestras interacciones con el mundo. “Así como vemos el universo así actuamos en él” en palabras de Henryk Skolimowski”. Si aplicamos este axioma al modelo mecanicista, el mundo funciona como una máquina gigante llena de objetos separados, desconectados unos de otros que interactúan mediante relaciones de causa-efecto. Causalidad y determinismo son el santo y seña de este paradigma. Así se predetermina una flecha de tiempo que va del pasado al presente y al futuro según la cuál las condiciones actuales determinan las circunstancias del futuro. Nuestra adicción a la certidumbre y la ansiedad que esperamos ante lo incierto son su conclusión lógica. No podía ser de otra forma.

Más recientemente, la visión cuántica del mundo (su cosmovisión) encierra un discurso más optimista sin caer en la candidez, que nos permite repensar la realidad. Schwartz lo sintetiza en tres principios:

  • El universo está repleto de incertidumbre.¡Abracémosla! Heisenberg demostró que cuando se intentaba medir la posición y el momento de una partícula al mismo tiempo aparecían incertidumbres o imprecisiones. Las certidumbres tienen sus límites. Ahí residen las nuevas posibilidades. El futuro no está escrito. ¡Afortunadamente!
  • El universo se encuentra en un estado de puro potencial. ¡Estupendo! Mientras no sepamos cuál es el estado de un objeto cualquiera, en realidad éste existe en todos los estados posibles simultáneamente, siempre y cuando no volvamos nuestra atención hacia él para comprobarlo. Ya que la observación reduce el potencial a algo concreto. La incertidumbre implica potencialidad, ya que todos los resultados son posibles. Se trata, pues, de un proceso de creación de la realidad.
  • El universo es fundamentalmente inseparable.Un todo profundamente interconectado. Cada uno de nosotros somos extraordinarios en nuestra propia singularidad y unicidad y, al mismo tiempo, también somos parte de una totalidad inseparable y continua. El universo no está ahí fuera: somos parte de él.

“Los principios de la física cuántica nos permiten liberarnos del pasado del modo que elijamos hacerlo. La incertidumbre, la potencialidad y la inseparabilidad nos proporcionan la plataforma desde la que poder empoderarnos. Si estamos interconectados y el universo es incierto y se encuentra en un estado de cambio y flujo constante, ya no nos aprisionan las fronteras limitantes de la predictibilidad y abrimos puertas a nuevos potenciales”

Creo en el poder inspirador de las analogías para generar nuevas ideas y espacios a explorar. Llamémoslo metáfora, sinéctica … Lo he comprobado en el funcionamiento de grupos cuando superamos bloqueos relacionando conceptos aparentemente inconexos. Y el modelo cuántico me parece muy sugerente.

¿Decía inconexos? Para nada. Todo está conectado con todo.

Termino como empecé: ¿Cómo no podía ser de otra forma? Sí, podría haber sido de infinitas formas. Todo un universo de posibilidades a crear.

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