Inteligencia emocional

¿QUÍEN SOY? EL DILEMA POST-PANDEMIA

Los índices de suicidios, crisis de ansiedad y depresión se han multiplicado después de la pandemia, las cifras son escalofriantes en España, el país europeo que más consume diazepan…

Es más fácil y mucho más económico para las administraciones públicas sanitarias anestesiar a los ciudadanos con una pastilla que proporcionarles medios terapéuticos. Los ciudadanos también aquí tienen una “loca ganancia”, se toman una pastilla que les anestesia de lo que sienten y que les permite seguir con su vida diaria como muertos vivientes.

Es duro y difícil enfrentarse al dolor y a las propias contradicciones, a pesar de que los mejores aprendizajes de nuestra vida vienen después de atravesar el duro desierto del dolor. Así que, te tomas una pastillita que te ayuda a no sentir temporalmente. El problema está resuelto a corto plazo.

A largo plazo, te harás insensible al dolor o te llevará a deseos autolíticos o una somatización física muy grave. A menudo, acompaño a personas que les da tanto miedo morir y la enfermedad que están muertos en vida.

Son muchos los motivos de esta situación, pero hoy me quiero detener en la “Buena crisis de quién soy”. Una de las formas más frecuentes que nos ayudan a separarnos de nosotros mismos es “el hacer”. La pandemia nos obligó a “no hacer”, a quedarnos a solas con nosotros mismos y nuestro tiempo, este es uno de los motivos por los que post-pandemia se han disparado los ataques de ansiedad, depresión…

 

De repente, nos damos cuenta que somos algo más que lo que hacemos. Nos paramos y descubrimos que nuestra vida no nos gusta, que no nos hace felices. Y no sabemos por dónde empezar, nos cuesta encontrar el hilo de esta madeja que nos tiene enredados. Sentimos que nos ahogamos y no encontramos la salida.

Una mañana aterrizas en tu almohada y eres consciente que llevas una vida laboral que no es el sueño que deseaste, o que siéndolo no te hace feliz. Ya no recuerdas como te metiste en este laberinto de autoexigencia y estrés continuo, quizás para satisfacer las expectativas de tu familia, quizás para obtener el reconocimiento de tus padres que nunca tuviste de niño, quizás para llenarte de cosas materiales que nunca tienes tiempo de disfrutar. Nos vendemos por dinero, sin darnos cuenta, pasando el limite invisible de lo ético. A diario, sofocamos el incendio de lo urgente, olvidándonos, de lo importante. Es complicado enfrentarse a esta fotografía y mucho más tomar decisiones.

En este camino de indagación sobre nuestra felicidad descubrimos que usamos miles de disfraces: en el trabajo, en la pareja, con nuestros hijos, con nuestros amigos, … Disfraces que nos han ayudado a sobrevivir desde niños pero que ya no queremos llevar y no nos sirven. Y llega un momento que no sabes si eres tímido porque es tu forma de ser o porque de niño una profesora te puso en ridículo y desde entonces quieres ser invisible. Y tampoco sabes si te dedicas a seducir continuamente porque eres seductor o porque te aterra sentir la soledad o porque tienes tanto miedo el amor que te niegas la posibilidad de tener un vínculo afectivo. O vas a la otra polaridad y ya no sabes si eres complaciente con tu pareja porque la quieres agradar o porque tienes miedo al conflicto o te aterra el abandono o la soledad. Y en todo este debate y diálogo interno ¿Dónde estás tú?

Y sí yo no soy esa persona complaciente o dicharachera o resuelta, o seductora, o la salvamundos,… Cada uno tiene su mecanismo caracterial de defensa que nos ayuda a sobrevivir en este viaje que denominamos vida. Y cuando reconocemos nuestro mecanismo nos preguntamos, entonces ¿Quién soy?  Aquí entra el pánico y la respuesta nos parece un salto al vacío. Muchos resuelven este dilema después de vivir una situación traumática. Hagámonoslo fácil y no busquemos de forma inconsciente nuestro propio límite.

El viaje interior es el viaje más excitante y apasionante que existe. Este no es un viaje sencillo, pero os aseguro que está lleno de regalos en el camino y en la meta. Comienza por observar quién eres o/y cuál es el freno de mano en tu vida.

La respuesta de quién soy requiere consciencia diaria en nuestra forma de actuar, escucharnos en lo que decimos, … Es un ejercicio de auto-observación continua: ¿por qué hago esto? ¿desde dónde lo hago? ¿Qué siento? ¿Qué me pasa con lo que escucho o digo? ¿Qué me duele o enfada del otro y qué tiene que ver conmigo? Debemos además cuestionarnos las primeras respuestas, que suelen venir del ego, da muy buenos resultados escribir sin pensar.

Poner consciencia nos ayudara a ser más felices y a no hacernos trampas en el solitario. Y al final de los días como decía San Juan de la Cruz “quién te juzgará es el amor”.  La vida al final trata de nuestra capacidad de amar, cuanto fuimos capaces de recibir, de entregar y de arriesgar. Así que ama todo lo que puedas, es lo que te vas a llevar.

 

LA SOMBRA ES ESQUIVA

 ¡Deja de ser Tú!

La sombra es esquiva de abrazar,

en la soledad del SER.

 

Abandonamos los viejos patrones,

navegamos en serena tiniebla

en el vacío

hasta saber caminar sólo con piel,

sin vestido.

 Cristina Zurita

 

 

4 pensamientos sobre “¿QUÍEN SOY? EL DILEMA POST-PANDEMIA

  1. Vicente

    Felicidades Cristina por este articulo,
    Gracias por esas palabras de claridad y sencillez al mismo tiempo.
    Personas como tú y acompañamiento en Terapia es lo que le beneficia a las personas.
    Un abrazo con reconocimiento

  2. XLuis MP

    ¿Quién soy? Pienso que más bien habría que preguntarse ¿quienes soy?. Quienes soy a la vez y consecutivamente. Somos contradictorios, tenemos múltiples “personalidades” y estamos en cambio continuo. Desde los diversos pasados hasta los diversos futuros pasando por el presente fugaz.

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