Inteligencia emocional

Y si el papel de madre no me cuadra…

Esta mañana, no sé sobre que escribir, o quizás sí, pero no estoy segura sí me quiero exponer tanto.

Hoy me han suspendido por quinta vez el juicio de modificación de medidas, me han pillado tres huelgas, un error del juzgado y una baja médica del abogado contrario. Dos años y medio de un procedimiento de modificación de medidas y aún no se ha celebrado la vista oral. Una justicia que no llega a tiempo, nunca es justa.

El padre de mis hijos ha decidido irse a vivir a otra comunidad autónoma y reducir de forma unilateral el régimen de visitas, sin tener en cuenta ni las necesidades afectivas, ni la corresponsabilidad que tiene en el cuidado de sus hijos. Ya sé que a muchas mujeres les sucede lo que relato, hombres que no asumen sus responsabilidades, y ellas asumen todas las obligaciones y responsabilidades con abnegación.

El sistema judicial no obliga a un padre a que esté con sus hijos si él no quiere. No existe ninguna consecuencia legal por el incumplimiento del régimen de visitas; las visitas son un derecho, no una obligación.

Así que a las mujeres no nos queda más remedio que asumir todas las obligaciones, con todo lo que conlleva: reducción de nuestras posibilidades profesionales, merma considerable de nuestra salud y nuestra vida personal. Por supuesto, esto acaba repercutiendo en mis hijos, porque mi agotamiento y hastío les acaba afectando a ellos y entonces me siento culpable. Una madre feliz, hace más felices a sus hijos. Además, debemos sostener las emociones de nuestros hijos y ayudarles a gestionar de la mejor forma posible, silenciar muchas cosas que suceden, para que ellos tengan una vida afectiva saludable.

Sí te atreves a quejarte, te explican que muchas otras lo han asumido antes y que lo hicieron con abnegación y felicidad; o te dicen, que no supiste elegir bien el padre de tus hijos.

Como en cualquier tema de familia está repleto de tormentas de emociones, incertidumbres y desasosiegos. No soy una madre convencional, no soy protectora, pero creo que soy una muy buena madre.

Hoy me encuentro indefensa, vulnerable, sin derecho a queja, ni compensación. Sí, soy madre, pero no elegí hacerlo sola, elegí a un hombre para que me acompañara; y ahora ese hombre falta a sus compromisos como padre, con el único argumento que vive mejor en otro lugar. Y sí, soy madre, y soy mujer, soy todo, y nadie me dijo que tenía que elegir.

 

BATALLA DE MUJER

Soy una alma libre,
Dafne correteando por los bosques,
Armintza en medio del temporal,
Navegadora de la incertidumbre,
mitad poeta,
mitad filósofa.

Poseo la fuerza del viento del Norte
la calidez del sol al atardecer,
la ternura de una caricia y
la bravura que viene del mar.
Y siempre Libre.

Hija de las Mareas
nunca fui una mujer convencional,
aquí estoy frente al mar,
preparada para la más dura
de las batallas
la de ser la mujer-madre-mujer
que quiero ser.

Que el discernimiento del Cantábrico me acompañe.

Cristina Zurita

 

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